
Política
El PSOE-A de Montero intenta asirse al mástil del andalucismo
Los socialistas solicitarán en el Parlamento el nombramiento de Rafael Escuredo como padre de la autonomía andaluza

Las victorias, a diferencia de las derrotas que tienden a la orfandad, tienen múltiples padres. En 2018 el PSOE-A no «sólo» se dejó más de 435.000 votos y 14 escaños cerrando un ciclo ganador de más de 35 años en el poder. Apenas dos años después, el CIS ya ratificaba el giro a la derecha de los andaluces. En 2022, la hecatombe fue peor. El PSOE perdió la Junta pero antes había perdido el discurso. Sus banderas históricas habían caído: la de los servicios públicos estaba resquebrajada. Según la lista de espera oculta de 500.000 personas desvelada por el PP, había 800.000 andaluces esperando para ser atendidos por la sanidad, uno de cada diez. El Egopa de 2018 señalaba la sanidad como segundo problema para los andaluces, por detrás del paro y por delante de la corrupción. El cuarto era la educación. Dos de las banderas del PSOE estaban ajadas. El Titanic hacía aguas, la orquesta simulaba que tocaba y se apeló a la desmovilización tras la debacle electoral. Susana Díaz ya bailaba sola. Las batas blancas (también las verdes escolares) tomaron las calles tras la gota que colmó el vaso de la fusión hospitalaria en Granada y la aparición de un personaje como Spiriman. La autodenominada «joya de la corona» sobrevino en «The unboxing of Pandora». El andalucismo, otra de las banderas clásicas del PSOE-A, quizás la más importante como partido regionalista del sur, ya era un hecho compartido, sobre todo tras la reforma del Estatuto a partir de 2004, cuando Arenas salió indemne de la trampa de Chaves invocando así un sortilegio frente al error histórico con el referéndum del 28-F. En la actualidad, Juanma Moreno participa en actos con Rojas Marcos y ha instaurado el Día de la Bandera, un Día de Andalucía no festivo el 4-D, y hasta homenajeó a García Caparrós. El PSOE-A de María Jesús Montero arranca su andadura tratando de recuperar una de sus banderas históricas: la del andalucismo. Montero, así se lo ha encargado Sánchez, aspira a ser la Illa del sur. El PSOE-A también reclama las competencias de los ferrocarriles.

Puestos a recuperar, de momento, la secretaria general del PSOE-A también rescata a Mario Jiménez. El socialista de Moguer, heraldo de los cambios de ciclo internos, pone en cuestión la filosofía de Heráclito de Éfeso aplicada a la política: nadie puede bañarse dos veces en el mismo río pero Mario Jiménez es el único de «los jóvenes de Griñán», otrora ‘Griñaninis’, que permanece. Jiménez llamó a recuperar la «ambición» andalucista y pidió nombrar a Rafael Escuredo como padre de la autonomía andaluza. El socialista habló de alternativa andalucista y abogó por «un nuevo renacimiento andaluz», de la mano también de «la reconstrucción del estado de bienestar, el blindaje de servicios públicos y la garantía de prestación contra el proceso de privatización del PP, donde al final siempre alguien acaba pegando un mangazo». Jiménez defendió el «resurgir de la cultura y de la identidad andaluza». «La llegada de la derecha se ha traducido en un proceso de deterioro. Se ha rebajado la autonomía»: de revolucionar el modelo autonómico a estar en la cola», dijo. En el 45 aniversario del 28-F, Jiménez denunció cierto «maltrato» a Escuredo. Juanma Moreno promulgó la renovación del Consejo Consultivo para que entren los ex presidentes andaluces, salario vitalicio incluido. El PSOE en 2018 perdió la Junta pero sobre todo perdió el pulso de la calle. La mercadotecnia y el olfato –dos elementos infalibles en el partido hasta entonces– se atrofiaron y Montero trata de ponerlos de nuevo a punto. Jiménez consideró que el Parlamento tiene el deber de «preservar la historia de la autonomía y hacer justicia con la realidad histórica en este tiempo de bulos y de 'fake news' ante los intentos de reescribir lo que ocurrió». «No es una iniciativa contra nadie sino a favor de nuestra autonomía», sentenció, tras explicar que, si no se puede desarrollar la iniciativa como declaración institucional (por el veto de Vox), se procederá a llevarla al pleno como proposición no de ley. Contra la estrategia de recuperar la bandera del andalucismo, el PSOE-A tendrá que salvar además la imagen que se ha instaurado en el imaginario colectivo de «sucursal del sanchismo». «La bandera blanca y verde vuelve» tras casi siete años en el desierto de la oposición. Juanma Moreno –omnipresente como marca de partido– ha modelado la pérdida de temor a la derecha y Montero trata de «empezar la casa» por el andalucismo.
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