Ictus

Volver a ser (o casi) el que uno era con neurorrehabilitación

Ictus y párkinson son las patologías en las que los pacientes logran mejores resultados mediante la robótica

El Hospital Quirónsalud Vizcaya cuenta con un Unidad de Neurorrehabilitación Robótica
El Hospital Quirónsalud Vizcaya cuenta con un Unidad de Neurorrehabilitación RobóticaQUIRÓNSALUDLA RAZÓN

Miedo y mucha incertidumbre es lo que sentirán muchas de las 120.000 personas que sufren un ictus de media cada año en España. También sus familias. Máxime cuando se ha disparado su incidencia un 25% en pacientes de 20 a 64 años, sobre todo en la última década y especialmente los isquémicos, cuando ocurre una obstrucción o trombosis de un vaso cerebral.

«El incremento afecta a ambos sexos, pero hay diferencias según la edad. En la mediana edad, los ictus son más comunes en hombres por los factores de riesgo cardiovasculares clásicos. En jóvenes, afectan más a las mujeres por factores como el uso de anticonceptivos orales, embarazo y otros relacionados con la salud femenina», explica el doctor Alejandro Durán, jefe de servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Vizcaya.

Se trata de la primera causa de discapacidad en España, además de la segunda causa de mortalidad, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Por eso ante cualquier síntoma no hay ni un minuto que perder. Resulta esencial recibir asistencia médica urgente. Una vez asistido, idealmente en una unidad ictus, hay que comenzar cuanto antes la rehabilitación. «La rehabilitación temprana puede ser beneficiosa porque la plasticidad neuronal es mayor en los primeros días, lo que facilita la recuperación de funciones», recuerda Durán.

«Tras una lesión neurológica, y la estabilización del cuadro clínico médicamente hablando, se puede empezar a trabajar. Es decir, si esto ocurre a las 48 horas de la lesión, se puede comenzar la recuperación porque es tiempo que se gana en la rehabilitación, pero siempre que el cuadro clínico sea estable y consensuado con el equipo médico», incide Sara García, fisioterapeuta especializada en neurorrehabilitación robótica del mismo hospital.

Este centro médico ha puesto en marcha recientemente la primera Unidad de Neurorrehabilitación Robótica del País Vasco y dispone de dos salas especializadas: una destinada a la rehabilitación de extremidades superiores y otra enfocada en el trabajo con el tronco y las extremidades inferiores.

Exoesqueletos de miembros inferiores y superiores, sistemas de realidad virtual y aumentada, estimuladores de la plasticidad neuronal y plataformas de equilibrio para mejorar la recuperación funcional de pacientes que han sufrido daño neurológico son algunas de las tecnologías diseñadas por Gogoa, fabricante de estos equipos, con las que cuenta esta Unidad.

«Al poder individualizar mejor las terapias a cada paciente, y objetivar mejor los resultados a través de los datos ofrecidos por la tecnología empleada en cada terapia, se pueden observar cambios más favorables, como de manera cuantitativa un menor riesgo a la caída en una enfermedad neurodegenerativa como la ELA, o emplear ayudas técnicas de menor apoyo durante los desplazamientos tras sufrir un ictus, o poder volver a subir escaleras tras una lesión medular incompleta; o incluso contemplar objetivos más exigentes, que no podrían plantearse en otras terapias más comunes», detalla García.

Es especialmente beneficioso para aquellos pacientes que enfrentan desafíos significativos en la recuperación de funciones motoras básicas. De este modo «se han visto mejoras en gran parte de las patologías neurológicas; pero sí que es cierto que, en lesiones medulares incompletas, tras un ictus o en el diagnóstico de Párkinson, se suelen ver mayores mejorías», destaca la fisioterapeuta.

Otra ventaja es que la neurorrehabilitación robótica permite realizar movimientos funcionales repetitivos y específicos de forma más intensiva que con métodos tradicionales, lo que estimula la neuroplasticidad y acelera la recuperación motora.

Además, los dispositivos recopilan datos precisos sobre el rendimiento del paciente, «lo que facilita ajustes constantes y evidencia del progreso, promoviendo una terapia más efectiva», añade. Así, en el caso de querer trabajar el equilibrio, se suele emplear «una plataforma estabilométrica, donde generamos una superficie más o menos inestable, dependiendo de cada persona y la fase de recuperación en la que esté, y entrenan teniendo que ir haciendo movimientos estáticos, provocándoles cambios en el centro de gravedad con mayor o menor grado», detalla García.

«También –prosigue– solemos complementar la velocidad de reacción a través de unas luces de entrenamiento para generar respuestas cada vez más rápidas, y un software de realidad virtual donde se pueden plantear ejercicios que obliguen al paciente a moverse por la sala, o crear posiciones más exigentes, como estar a la pata coja».

Y al poder saber que el paciente va evolucionando se logra que este esté más motivado. Y eso se nota. «Todos mejoran tras realizar una terapia como esta», asegura la fisioterapeuta. Pero sí que es cierto que «cada lesión es única, y hay veces que, por desgracia, no se consigue el 100% de su recuperación por las secuelas tan severas que sufre la persona», admite. En todo caso, siempre es una mejoría respecto al punto de partida inicial.