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Investigación
Objetivo: frenar la pérdida de visión en pacientes con el nervio óptico dañado
Una investigación «made in Madrid» busca parar el deterioro de unas células de la retina al disminuir la presencia de radicales libres

Disminución de la agudeza visual, dificultad para distinguir entre ciertos colores o reducción progresiva del campo visual son algunos de los síntomas que causa la atrofia óptica dominante, una neuropatía óptica que puede producir ceguera. Se trata de una patología hereditaria rara que se caracteriza por la degeneración de las células ganglionares de la retina, las cuales desempeñan un papel claveen la transmisión de la información visual desde la retina hasta el cerebro.
«No tiene tratamiento. Suele detectarse durante la primera década de vida, a menudo durante una revisión oftalmológica, pero es posible que debute de forma más tardía. La discapacidad visual es muy variable tanto dentro de una misma familia como entre familias, incluso tratándose de la misma causa genética. Algunos pacientes notan que empiezan a ver mal, pero otros creen que ven bien porque piensan que se ve así, aunque algunos vean una mancha oscura en su campo visual», explica la doctora Esther Gallardo, investigadora del Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre (i+12), en Madrid.
Es la investigadora principal de un proyecto puesto en marcha por el 12 de Octubre, en colaboración con la ONCE, que busca conseguir un tratamiento efectivo para la pérdida de visión en pacientes con este trastorno genético.
Una misión clave, ya que en la actualidad, no solo no existe una cura para la atrofia óptica dominante, sino que el tratamiento se centra únicamente en controlar los síntomas y tratar de mejorar la calidad de vida de los pacientes pero no logra, al menos aún, evitar que la enfermedad progrese.
Es una patología que se produce por una degeneración específica de las células ganglionares de la retina (es lo que los pacientes pierden). También cursan con pérdida de células ganglionares de la retina otras patologías como la neuropatía óptica hereditaria de Leber o el glaucoma.
En esa búsqueda de tratamiento, Gallardo está investigando el empleo de células madre pluripotentes inducidas (iPS), creadas en el laboratorio, a partir de una pequeña biopsia de piel o una muestra de sangre: «Lo que hacemos es como rejuvenecer las células y convertirlas en células IPS que son similares a las embrionarias pero que al no obtenerlas de embriones no tienen sus problemas éticos ni legales, pero puedes producir el tipo celular que te interese a partir de ellas».
En concreto, para este proyecto, «generamos modelos de células ganglionares de la retina a partir de células iPS de pacientes con atrofia óptica dominante», detalla.
Contra el estrés oxidativo
Posteriormente, les añadirán exosomas obtenidos de células iPS, bien con su propia carga antioxidante o usados como vehículos (vectores) para transportar antioxidantes naturales, complementos alimenticios y aromatizantes, con el fin de analizar in vitro sobre estas células cuál es su posible efecto terapéutico.
Y es que, aunque en la actualidad no existe tratamiento para la atrofia óptica dominante, cada vez hay más evidencias que sugieren que «la progresión de esta enfermedad aumenta por el estrés oxidativo», precisa la investigadora.
Es decir, que el estrés oxidativo tiene un papel clave en la fisiopatología que conduce a la pérdida de las células ganglionares de la retina de estos pacientes.
Por otro lado, como apunta Gallardo, estudios muy recientes han revelado que los exosomas derivados de células madre tienen también la capacidad de mitigar las lesiones causadas por el estrés oxidativo, lo que les postula como antioxidantes.
Los exosomas son como unas bolsas o vesículas diminutas que son excretadas o liberadas por la mayoría de las células. Debido a sus reducidas dimensiones (nanoescala), los exosomas son una herramienta muy prometedora para ser utilizados como vehículos en la administración avanzada y selectiva de fármacos, mejorando así su eficacia y estabilidad.
La idea a futuro, una vez que se tenga esta «infusión», sería inyectarla bien de forma intravítrea en el ojo del paciente o bien investigar cómo de efectiva es si se administra por vía sistémica; es decir, ingerida. Todo ello con un objetivo: «investigar si ‘‘esta fórmula’’ permite prevenir o tratar la atrofia óptica dominante», explica la investigadora. «Hasta el momento, en los modelos generados vemos que hay aumento de radicales libres de oxígeno y como se cree que es la causa o una de ellas de la enfermedad queremos probar si estos antioxidantes vehiculizados en exosomas funcionan disminuyendo el estrés oxidativo, lo que podría frenar la pérdida de la visión de los pacientes», precisa. Los exosomas, cargados de antioxidantes, protegerían del deterioro a las células, devolviéndoles o mejorando su función.
De conseguirse, sería todo un logro frente a esta rara y heterogénea patología por la cual, como recuerda la investigadora, «algunos casos, no todos, acaban en ceguera y no se sabe por qué», de ahí que solo en el Hospital 12 de Octubre haya cinco proyectos de investigación financiados al respecto y liderados por la doctora Gallardo.
Además, «algunos pacientes tienen la forma dominante aislada de la enfermedad que solo afecta al ojo (el objetivo de este proyecto) y otros pacientes tienen la forma sindrómica, que aparte de las manifestaciones oftalmológicas va acompañada de otras manifestaciones de tipo muscular y neurológico que agravan la enfermedad», añade.
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