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La psicología lo confirma: por qué nos enfadamos más cuando tenemos hambre

Esta sensación corporal puede afectar de forma negativa a nuestras interacciones sociales del día a día

Discusión en la cocina
Discusión en la cocinaPEXELS (Timur Weber)

A pesar de la enorme capacidad de represión de las pulsiones que las personas hemos desarrollado como sociedad a lo largo de la historia, una de las cualidades que más nos separa del reino animal, en muchas ocasiones es inevitable que nos los impulsos nos controlen o afecten en mayor o menor medida. La mente no es un conjunto de engranajes lógicos, como muchas veces se ha defendido, y dependemos mucho más de lo que pensamos del azar y las emociones.

Siempre se habla de que llevar un estilo de vida adecuado es fundamental para la salud, tanto física como mentalmente: alimentación equilibrada, deporte semanal, control del azúcar y las grasas, alejarse de las adicciones... Todo esto es cierto, como lo es que la ausencia de estos cuidados puede afectar no solo a la vida propia, sino también a las relaciones sociales o incluso laborales de una persona.

Vida sana
Vida sanaPEXELS (Nathan Cowley)

Reza con sabiduría un viejo refrán que "El buen alimento cría entendimiento", es decir, que llevar una buena alimentación ayuda a un mejor desempeño de las funciones cognitivas. En efecto, unas pautas de nutrición hacen que el cerebro funcione mejor, pero es que también influye directamente con el estado de ánimo de una persona. La tantas veces escuchada queja de "hasta que no desayuno, no soy persona" tiene detrás mucha más ciencia de la que se podría pensar en un primer momento.

La psicología lo confirma: por qué nos enfadamos más cuando tenemos hambre

No solo comer o estar en ayunas afecta a la buena disposición de una persona, también los alimentos consumidos y sus valores energéticos y nutricionales inciden ampliamente en la actitud general. Cuando nos 'levantamos con el pie izquierdo', dejando a un lado la mejor o peor gestión emocional de cada quien, puede que sencillamente se deba a una falta de alimento o nutrientes.

Tal y como "a nadie de amarga un dulce", precisamente una comida con compuestos ricos en glucosa quizá sea una de las claves para dejar a un lado un estado de irritación o irascibilidad. Cuando transcurren muchas horas sin que hayamos probado bocado, los niveles de glucosa en sangre comienzan a disminuir considerablemente, lo que afecta al funcionamiento cerebral.

Este compuesto es esencial, y se le considera la principal fuente de energía del cerebro. La falta de glucosa genera un impacto directo en las áreas cerebrales que guardan relación con el control de las emociones y la toma de decisiones, como es la corteza prefrontal. Esto hace que cuando tenemos hambre o llevamos tiempo sin comer, sea más propensos a reacciones de manera impulsiva y sentirnos más irritables.

Comer dulce
Comer dulcePEXELS (Tim Samuel)

La reacción automática del cuerpo al sentir esta falta de energía es la activación de mecanismos de alerta, similares a los que se presentan cuando nos vemos envueltos en situaciones de estrés. Esto hace que se liberen hormonas como el cortisol y la adrenalina, que pueden generar sensaciones de ansiedad y tensión. Así, esta respuesta fisiológica podría provocar que reaccionemos de forma exagerada ante estímulos que en otras situaciones nos afectarían tanto.

La desconocida 'hormona del hambre'

Existe además otra hormona, conocida como 'grelina', que desempeña un papel clave en la relación entre hambre y enfado. La producción de esta aumenta cuando el estómago está vacío, enviando señales al cerebro para estimular el apetito y que sepamos que deberíamos comer algo. Además, algunos estudios han demostrado que niveles elevados de grelina también pueden intensificar la irritabilidad y la agresividad.

Desde el punto de vista psicológico, el hambre reduce la capacidad de autorregulación y gestión de las emociones. Cuando una persona tiene baja energía, su paciencia disminuye y le resulta más difícil manejar el estrés o las emociones negativas. Además, la falta de una alimentación equilibrada puede influir en la estabilidad emocional, ya que déficits en ciertos nutrientes (como magnesio o triptófano) pueden afectar la producción de neurotransmisores como la serotonina, relacionada con el bienestar y la calma.

Consejos para evitar enfadarse por cuestiones de alimentación

  • Mantener horarios de comida regulares para evitar bajadas bruscas de glucosa.
  • Consumir alimentos ricos en proteínas y fibra, que proporcionan saciedad prolongada.
  • Incluir fuentes de grasas saludables, como frutos secos o aguacate, que ayudan a regular el metabolismo.
  • Hidratarse adecuadamente, ya que la deshidratación también puede afectar el estado de ánimo.
  • Escuchar las señales del cuerpo y evitar periodos prolongados sin comer.