Entrevista

«Los antivirales directos frente a la covid mantienen su eficacia a día de hoy»

«Los usábamos cuando el paciente estaba peor, pero hemos aprendido que hay que hacerlo al principio», asegura Elena Muñez, médico de la Unidad Enfermedades Infecciosas del Servicio Medicina Interna del Hospital Universitario Puerta de Hierro, de Madrid

Elena Muñez
Elena MuñezARCHIVOLA RAZÓN

Con motivo del quinto aniversario de la declaración de la pandemia por la OMS, hablamos con la Dra. Elena Muñez, médico de la Unidad Enfermedades Infecciosas del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid.

¿Cuál cree que ha sido el mayor aprendizaje en el ámbito de la salud pública y la medicina?

La necesidad de trabajar de forma coordinada entre todos los estamentos y de tener un sistema coordinado de respuesta entre todas las comunidades autónomas. También, desde un punto de vista internacional, porque nos vamos a encontrar con retos como este. Y la necesidad de tener una respuesta rápida ante una amenaza importante. Entiendo que cuando tienes una responsabilidad pública debe ser muy difícil tomar decisiones sobre cuándo hay que alertar o no sobre un problema, pero hay que primar el beneficio común.

¿Cómo ha cambiado su manejo clínico desde el inicio de la pandemia hasta hoy?

No se parece nada. Primero, porque cuando aparece todos estamos naive ante la enfermedad, no teníamos ningún tipo de defensa porque no habíamos estado expuestos. La presentación clínica era muy grave. Yo llevo 25 años dedicada a la Medicina y nunca había visto un cuadro infeccioso de tan rápida evolución. Cuando aparecieron las vacunas vimos un cambio radical. Y, aunque las vacunas demostraron que la inmunidad no era duradera (igual que la natural), con cada dosis o exposición a la enfermedad íbamos teniendo formas menos graves. Hoy, en condiciones normales se comporta como un cuadro gripal, sin más gravedad. Eso ha cambiado muchísimo la perspectiva, centrándose ahora en enfermos crónicos, porque descompensa los procesos que tienen de base como ocurre con una gripe. La covid todavía muestra mayor riesgo que esta en mortalidad y gravedad en pacientes inmunodeprimidos, trasplantados o con quimioterapia, pero ha bajado muchísimo. Además, al principio no teníamos armas para vencerla, no había antivirales dirigidos, ni tratamientos específicos, solo podíamos hacer tratamiento de soporte y esperar que se resolviera.

¿Qué papel jugaron los antivirales en la pandemia?

En aquel momento solo los teníamos como uso experimental y, los que había, los utilizábamos en el momento que creíamos que era más necesario, que era cuando el paciente estaba peor, pero descubrimos que no; hemos aprendido que hay que usarlos al principio del todo. Además, ahora disponemos de varios antivirales, algunos intravenosos, otros por vía oral y hemos tenido también anticuerpos dirigidos. O sea, hay herramientas para actuar, eso ha cambiado mucho. Ninguno de los primeros que empleamos de los que disponíamos para otros virus fue eficaz hasta que no aparecieron los más específicos.

¿Y siguen siendo efectivos frente al SARS-CoV2?

Hemos perdido eficacia con algunos tratamientos, como los anticuerpos, que se producían de forma externa como un fármaco frente al virus. Eran parecidos a los que producimos nosotros cuando tenemos la enfermedad y, como pasa con los anticuerpos propios, con las nuevas variantes han perdido eficacia. Pero los antivirales directos frente al virus la mantienen hoy por hoy. No hay prácticamente ninguna resistencia demostrada.

"Todavía muestra mayor peligro que la gripe en mortalidad y gravedad en población de riesgo"

¿Cuáles son las limitaciones o riesgos de los antivirales?

La cuestión es que son fármacos que tienen un efecto en un momento concreto: cuando hay virus replicando. De los dos antivirales que disponemos actualmente, uno que es por vía intravenosa, y otro por oral. El oral, que es el más cómodo de usar, tiene la limitación de que con determinados tratamientos crónicos tiene interacciones y no se puede usar. Entonces hay que ir al intravenoso, que tiene el problema de que el paciente debe estar ingresado o exisir un espacio al que pueda venir a ponerse el fármaco entre tres y cinco días. Estamos limitados por esas cosas y tenemos que identificar muy bien qué pacientes están en mayor riesgo, porque la mayoría de las personas no va a desarrollar un cuadro grave. Hay que centrarlo en pacientes más mayores, con complicaciones crónicas o con inmunosupresión y hacer lo que sea: ingresarles para ponérselo o habilitar algún lugar donde administrarlo. No hay otra.

¿Hay riesgo de que surjan nuevas variantes?

Todavía está muy presente y tiene muchísima replicación, muchísima transmisión, lo que permite que haya mutaciones y que se adapte a lo que va ocurriendo. Entonces, según vamos desarrollando nosotros anticuerpos, el virus va a producir una variante que hace que sea más resistente y pueda seguir infectando. Esto va a seguir ocurriendo, está ocurriendo continuamente. Es una de las cosas que caracteriza a este virus. Antes teníamos una variante que barría a las demás y ahora hay una mezcla de muchas variantes porque van surgiendo diferentes.

¿Es posible que haya una nueva ola a nivel mundial?

Es poco probable que se repita lo que ocurrió con Ómicron, que fue una ola enorme que aumentó muchísimo la transmisibilidad, y fue la confluencia de muchísimas circunstancias y mutaciones juntas que no es frecuente que ocurra.

¿Cómo ha cambiado la investigación en enfermedades infecciosas tras la pandemia?

La Covid-19 volcó muchos efectivos para luchar contra ella y eso ha hecho que tengamos unos antivirales que no son únicos y específicos frente al SARS-CoV 2, sino que también se pueden usar frente a otros virus, como el VRS y otros. Probablemente eso sea también una ventaja que podamos aumentar la utilización. Tenemos un conocimiento de vacunas y un desarrollo de una nueva tecnología, la de ARN mensajero, que es altamente eficaz y que nos va a permitir seguir utilizándola para enfermedades infecciosas.