
Día Mundial
El programa de cocina que abre puertas laborales a personas con discapacidad intelectual
Nueve alumnos del centro de Hortaleza participan en un curso para acceder al mundo laboral en el sector gastronómico, superando barreras y promoviendo la autonomía
El camino hacia la inclusión laboral de las personas con discapacidad intelectual ha dado un paso más en el Centro de Educación Especial María Corredentora en Hortaleza. Desde el pasado mes de septiembre se está impartiendo el nuevo Programa Profesional de Operaciones Básicas de Cocina. Una iniciativa especialmente diseñada para aquellos alumnos que han finalizado la etapa de Transición a la Vida Adulta (TVA) y cuyas competencias les permiten acceder a programas profesionales en lugar de talleres formativos. Hasta ahora, el centro contaba con programas en Auxiliares Administrativos y Operaciones de Comercio, pero la incorporación de este nuevo curso amplía significativamente las oportunidades de inserción laboral para un colectivo que, por su vulnerabilidad, a menudo encuentra barreras para acceder al mundo profesional.
También se trabajaba con uno específico de cocina, “Menudo Sabor”, una pequeña escuela con una hora a la semana durante un cuatrimestre que sirvió como precedente para implantar este nuevo. “Pensamos que si durante una hora funcionaba muy bien, si lo hacíamos de forma más continua y organizada, como un programa profesional, podría servir como salida profesional para los chicos del centro”, cuenta a este periódico Isaac González, profesor de cocina del módulo profesional. Hasta ahora, los resultados están siendo muy positivos y satisfactorios, mucho más de lo que habían imaginado.
Desde el punto de vista académico, trabajan tres módulos diferenciados: aprovisionamiento y conservación de materias primas, técnicas básicas y procesos de pre elaboración. “Los lunes hacemos la compra, ellos se encargan de ver cuáles son los ingredientes que necesitamos para las elaboraciones que vamos a hacer durante la semana, guardamos la compra en función de las necesidades de cada producto y durante la semana vamos elaborando las recetas que hemos visto la semana anterior”, explica González. Para producción cantidades más grandes, cuenta con un canal interno donde están incluidos todos los profesionales que trabajan en el centro, y dónde ponen en “venta” a un precio simbólico, lo que preparan. Así, los alumnos pueden ver el ciclo completo desde la compra, la producción y la venta con un resultado económico.
Durante nuestra visita, los alumnos preparan “corn dog” un perrito caliente coreano. Una elaboración sencilla pero para la que siguen fielmente cada paso. Chisco y Tato, se encargan de cortar las salchichas; Edu se encarga de rebozarlas en huevo para que Claudia las termine envolviéndolas en maíz tostado. Cuándo les preguntamos qué parte del ciclo les gusta más, todos coinciden en que es cocinar. La especialidad de Pablo son los cafés, algo que descubrió después de una jornada que les impartió un barista profesional. Mientras que a Chisco le encanta preparar Patatas Bravas y a Claudia bizcochos. Algunos de ellos ya han empezado a trabajar los fines de semana en eventos, como camareros. Lucia y Claudia lo tienen claro, su objetivo es trabajar en un catering, como el de Samantha Vallejo-Nájera, dicen. Esta semana han preparado lentejas al curry, pollo con cous-cous, patatas a la riojana y muffins de limón con semillas de amapola.
El programa de cocina ha sido diseñado con un enfoque eminentemente práctico, facilitando la adquisición de conocimientos de manera vivencial y adaptada a las capacidades de los estudiantes. Se busca que los aprendizajes sean accesibles y permanentes, brindando los apoyos necesarios para que los alumnos se familiaricen con el entorno laboral al que accederán en el futuro.
Para ello, las instalaciones donde se imparten las clases prácticas están diseñadas para replicar lo más fielmente posible un entorno profesional, proporcionando una experiencia formativa que reduzca la brecha entre el aprendizaje y el empleo real.

Con esta nueva apuesta educativa, el centro no solo amplía sus horizontes formativos, sino que también refuerza su compromiso con la inclusión y la empleabilidad de las personas con discapacidad intelectual, ofreciéndoles herramientas concretas para construir su futuro laboral con mayor autonomía y confianza.
La idea es que este primer curso, de nueve alumnos, se repita el año que viene con nuevos para que estos alumnos puedan hacer sus horas de prácticas. “Intentaremos que las hagan en grupos y uno de nosotros les acompañará para que se sientan cómodos al ver una cara conocida. Todo lo que son cambios y nuevas situaciones hay que abordarlas con cuidados por no es fácil de entenderlo para ellos. Queremos que les resulte sencillo y que las prácticas dentro de una empresa sean una experiencia agradable y de aprendizaje real”.
La selección de los alumnos se hace en base a sus gustos personales y profesional y analizando su trayectoria académica. “Están avanzando mucho es el proceso de aprendizaje, eso es importante para que no se produzcan situaciones de frustración por su parte. Trabajamos siempre con el refuerzo positivo, para que siempre vean que aunque el resultado sea mejorable, es bueno. Les da un aporte de autoestima muy grande”, sentencia.
El envejecimiento cognitivo en esta población es muy prematuro, por eso trabajar con mantener un nivel de actividad cognitiva y que su formación no se centre solo en la parte práctica. De la parte teórica se encarga Leticia de Pablo, tutora del Programa Profesional de Cocina. “Yo me encargo de su formación básica, es decir, seguir ampliando todo lo que han estado trabajando estos alumnos a lo largo de su escolaridad”, señala. Esta comprende dos módulos: Comunicación y sociedad y ciencias aplicadas. “Las mañanas las pasamos en la cocina y por la tarde hacen conmigo la parte teórica. Ten en cuenta que por este centro hay chicos desde los 3-4 años hasta los 21 Y al cierre, tienen dos vías, los talleres formativos o los programas profesionales. Es muy gratificante, les vemos cruzar”.
En sus 13 años en el centro, De Pablo ha visto un cambio en el tipo de población que llega al centro. “Hace años la mayor parte de chicos que llegaban aquí tenían Síndrome de Down, ahora hay más alumnos con TEA o con otras discapacidades”.
Una respuesta a la demanda del mercado
La creación de este programa no solo responde a la necesidad de diversificar las opciones formativas, sino también a una creciente demanda en el sector de la hostelería. Con un mercado laboral que cada vez requiere más mano de obra en diferentes ámbitos gastronómicos, la formación en cocina se convierte en una vía de acceso real y efectiva al empleo.
La oferta de puestos de trabajo dentro de la hostelería es amplia y variada. Desde servicios de atención al público como los food trucks o las tiendas de comida rápida, hasta empleos en la producción y montaje de platos preparados en restauración colectiva o catering. Asimismo, se contemplan opciones dentro de la restauración tradicional y la comida rápida, adaptando las posibilidades de empleo a las competencias individuales de cada alumno.
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