Elecciones en EE UU
El voto latino apuntala a Trump en Florida
El peso de los tres millones de electores hispanos inclina la balanza de este estado bisagra hacia el bando republicano
El voto latino cuenta con la tasa de crecimiento más rápida entre los electores norteamericanos. El próximo 5 de noviembre, más de 36 millones de hispano-descendientes, el 15% del total de los votantes, serán fundamentales para decidir las contiendas presidenciales y legislativas en varios estados, especialmente en territorios clave como California, Texas, Arizona y Nevada, estos dos últimos estados péndulo.
Los últimos sondeos indican que su apoyo se decantará hacia la candidata demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, excepto en el estado de Florida, el cual se ha convertido en un caso atípico a la hora de registrar sus preferencias políticas. «El poder de este grupo demográfico ha aumentado en cada elección; su participación se ha duplicado desde el año 2000, lo que convierte a los latinos en el segundo bloque de votantes con mayor crecimiento en el país», según un informe de la organización America’s Society, la cual se dedica a promover el debate y el diálogo para fomentar la comprensión de los problemas políticos, sociales y económicos en América Latina.
En Florida, concretamente, alrededor de tres millones de votantes latinos se dirigirán a las urnas para hacer oír su voz y apuntalar el estado para la candidatura del expresidente Donald Trump, lo que supondrá «un aumento del 13,8% con respecto a la participación en 2020, y del 31,2% con respecto a la de 2016», según la organización NALEO Educational Fund, dedicada a analizar y promover el voto latino en el país. Es decir, uno de cada cinco votantes floridanos (sobre el 20%) será hispano y, en muchos casos, migrante o descendiente directo de estos.
Teniendo en cuenta los ya habituales comentarios racistas del expresidente Trump, los cuales recientemente han cristalizado en la polémica sobre los haitianos en Springfield, Ohio, ¿por qué el elector latino del «estado del sol» sigue apoyando a un candidato que los vilipendia y acusa de ser una rémora para la economía estadounidense? Para averiguarlo, no hay mejor lugar que Little Havana (pequeña Habana), el barrio de Miami donde, desde hace décadas, se concentra la población latina que ha transformado este suburbio en un paraíso hispanoparlante para los inmigrantes que siguen llegando a sus calles.
El bullicio de turistas y vendedores ambulantes, los colores chillones y banderas de más de una decena de países centro y sudamericanos, el olor a comida caribeña y la música latina a todo trapo son las señas de identidad del barrio, cuya columna vertebral se sustenta en la histórica calle 8ª, en su mayoría ocupada por exiliados cubanos que huyeron de la dictadura castrista. Muchos de ellos se concentran en el parque Máximo Gómez, más conocido como Parque del Dominó, situado en la esquina de la 15ª avenida. Allí, desde hace más de 40 años, los lugareños, en su mayoría ancianos, pasan el día bebiendo café, jugando al dominó y debatiendo los últimos acontecimientos políticos. Entre ellos es posible medir el pulso del voto latino en Florida que, según la mayoría de las encuestas, dará los 30 votos electorales del estado al expresidente Trump.
«Aquí la mayoría de los votantes son republicanos. Para nosotros, Trump es el único líder actual capaz de mantener la fortaleza del país», explica Albert C., un exiliado cubano que ronda los sesenta y que cuenta con «muchas amistades y familia lejana en Mataró», cerca de Barcelona. Albert es un hombre chapado a la antigua y poco proclive a aceptar los profundos cambios sociales que están sucediendo en Estados Unidos, sobre todo los relacionados con el movimiento LGTBIQ+: «¿Dónde dice en la Biblia que los homosexuales son aceptados? ,¿por qué cayó Sodoma y Gomorra?», se pregunta, irónico, con la mirada enturbiada por la intolerancia que resuena en sus palabras. «¿La primera creación fueron dos hombres, dos mujeres, o un hombre y una mujer?», insiste. Para el cubano, la severidad de sus valores político-religiosos solo puede ser salvada por Trump y no Kamala Harris, a la que considera un adalid de la destrucción de su visión radicalmente conservadora del mundo. Sobre la candidata demócrata argumenta que «con los fanáticos no se puede razonar».
Mientras, en el parque Máximo Gómez continúa la algarabía de las intensas partidas de dominó alrededor de las mesas a rebosar bajo un cobertizo que los ampara del sol de justicia que en Miami siempre rivalizacon la fuerte humedad. A escasos metros, frente al mural creado por el artista dominicano Oscar Thomas en el que están pintados los presidentes de todas las naciones que asistieron a la primera Cumbre de las Américas, la cual se celebró en Miami en el año 1994, Aramis, otro exiliado originario de Santiago de Cuba, tiene una visión muy diferente de las cosas. «Es verdad que aquí la mayoría apoya a los republicanos, pero yo prefiero a Kamala. El expresidente Trump puede ser un buen economista, pero como norteamericano deja mucho que desear porque no escatimó esfuerzos para decir que las pasadas elecciones le fueron robadas. El desprestigio a la institución es insalvable».
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