Memoria histórica

La mayor fortaleza militar de Europa es catalana

El de Figueres es un castillo lleno de historia desde su construcción en el siglo XVIII

Una imagen aérea del recinto de Sant Ferran
Una imagen aérea del recinto de Sant FerranCastell de Figueres

Cuando hablamos de Figueres pensamos siempre, con bastante lógica, en que aquella es la ciudad de donde salió Salvador Dalí. Igualmente podemos relacionarla con un invento tan fascinante como es el submarino de la mano de Narcís Monturiol o que aquí se renovó la sardana gracias al empeño de Pep Ventura. Lo que ya no es tan habitual es que pensemos en la localidad ampurdanesa como el hogar de la principal fortaleza militar de Europa gracias a su castillo.

Hagamos un poco de memoria para saber algo más del Castell de Sant Ferran, una fortificación cuyo origen está en el siglo XVIII a partir de una propuesta firmada por el comandante del Cuerpo de Ingenieros Juan Martín Zermeño y luego seguido por su hijo Pedro Martín-Paredes Zermeño. Se sabe que la primera piedra fue colocada el 13 de diciembre de 1753 y que con su nombre, San Fernando, se quiso rendir homenaje al rey Fernando VI.

Considerado el mayor monumento de su características en Cataluña y la mayor fortaleza militar de Europa, las cifras hablan por sí misma: ocupa una superficie de 320.000 metros cuadrados. Las cisternas situadas bajo su patio de armas pueden albergar 9 millones de litros de agua. El recinto podía tener la capacidad para acoger a 4.000 hombres mientras que las cuadras disponían de espacio suficiente para 450 caballos.

El castillo ha tenido también una historia peculiar. Por ejemplo, durante la llamada Guerra de la Independencia fue ocupada por las tropas napoleónicas, convirtiéndose en el último enclave militar de resistencia francesa hasta ser entregado a las autoridades españolas el 4 de junio de 1814.

Durante la Guerra Civil, el castillo fue uno de los lugares elegidos por el presidente Manuel Azaña para albergar y proteger las obras de arte procedentes del Museo del Prado. El 1 de febrero de 1939, cuando la contienda empezaba a llegar a su trágico final fue aquí donde tuvo lugar la última reunión de las cortes republicanas, bajo la presidencia de Juan Negrín. Antes de abandonar el castillo, los republicanos volaron algunas partes del edificio.

El franquismo convirtió Sant Ferran en un campo de concentración con numerosos detenidos en las peores condiciones. Ya en democracia, aquí estuvo preso Antonio Tejero tras ser uno de los responsables activo de la intentona golpista del 23 de febrero de 1981.