Viajes

Santo Toribio, una romería palentina muy singular

La leyenda popular da origen a una fiesta que cada año atrae a más viajeros

La romería de Santo Toribio está declarada Fiesta de Interés Turístico Regional
La romería de Santo Toribio está declarada Fiesta de Interés Turístico RegionalAYTO PALENCIALA RAZÓN

Detrás de una leyenda popular, la ciudad de Palencia ha consolidado una fiesta singular y única en España que cada año atrae a más de personas. No es para menos, pues dice la leyenda que, en el año 447, Santo Toribio, obispo de Astorga, en su intento por convertir a los palentinos de la herejía priscilianista al cristianismo, fue insultado y apedreado, retirándose a una cueva en el cerro del Otero. Días después, unas fuertes lluvias causaron la crecida del río Carrión y la completa inundación de las calles de la ciudad, que los palentinos atribuyeron a un castigo divino. Atemorizados, los vecinos subieron hasta el cerro y allí pidieron perdón al santo, que mandó que las aguas del río volviesen a su cauce.

Este es el origen histórico de una de las fiestas más importantes de Castilla y León, que se celebra en Palencia desde el siglo XV y que ha ido experimentando variaciones sin perder su esencia, hasta convertirse en 2005 en Fiesta de Interés Turístico Regional. Ahora, la romería se celebra cada año el domingo más cercano al 16 de abril (Santo Toribio), coincidiendo con las Fiestas del Barrio del Cristo.

Esta festividad da comienzo con la procesión que se inicia en la iglesia de San Ignacio y Santa Inés. La imagen del santo es llevada en andas por los miembros de la peña de Santo Toribio, acompañada de las autoridades que cumplen así un voto de villa y por el grupo de danzas del barrio de El Cristo y la Banda de Música municipal.

Detalle del Santo en lo alto del cerro
Detalle del Santo en lo alto del cerroAYTO PALENCIALA RAZÓN

La comitiva finaliza la procesión en la ermita de Nuestra Señora del Otero y del Santo Cristo del Otero, ubicada en el Centro de Interpretación de Victorio Macho, a los pies del Cristo, donde se oficia la misa. Tras la misa, la alcaldesa de la ciudad, autoridades y vecinos, arrojan miles de bolsas con pan y quesillo, lo que se conoce popularmente como «Pedrea del Pan y el Queso», con la que se rememora el agravio al Santo.