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Arkano se desmorona en directo: “Estaba colocado, llorando y sin amor propio”

El rapero ha desnudado su proceso de desintoxicación en televisión y redes, sin épica ni dramatismo, pero con una honestidad poco común

Arkano se desmorona en directo: “Estaba colocado, llorando y sin amor propio”
Arkano se desmorona en directo: “Estaba colocado, llorando y sin amor propio”Mediaset

No fue un monólogo, ni un discurso preparado. Fue un derrumbe sereno, casi quirúrgico, contado en voz baja y con frases que no necesitaban ser rematadas para impactar. “Una noche acabé llorando hablando con mi chica, diciéndole: ‘no puedo más’”, dijo Arkano este domingo en “Fiesta”. Y con eso bastó para que el tono del programa, y de quienes lo escuchaban desde casa, cambiara por completo.

El rapero no buscaba titulares. Pero los dejó caer uno tras otro. “He llegado a un punto en el que he dicho basta”, reconoció, con la serenidad del que ya ha cruzado la línea más de una vez. Contó que lleva cinco años de terapia por adicciones, que su rutina profesional —caótica, impredecible, plagada de excesos normalizados— había sido combustible para una espiral autodestructiva: “El no tener horarios fijos, tener muchos días libres y contar con capacidad económica para ello... Todo suma”.

La crudeza no estaba en los detalles, sino en la lucidez. “El estar viviendo la vida así, a pelo, sin necesitar anestesia, me está sirviendo”, explicó. “Aunque lleguen esos malos momentos, me siento en coherencia con lo que yo soy”. Una frase así, en televisión en abierto, sin edulcorantes ni filtros, se siente como una bofetada de realidad. Y se agradece.

También relató cómo su paso por “Supervivientes 2024” —donde fue cuarto finalista— le cambió más de lo que pensaba: “Descubrí que podía hacerlo todo sin alcohol y sin comida. Salí bastante reforzado”. Incluso confesó que muchos esperaban de él una celebración desmedida: “La gente de mi alrededor pensaba que me iba a pegar la fiesta del siglo. Pero no me tomé ni una cerveza”. Sin embargo, tras el regreso, la vida volvió con su complejidad. “Tuve una ruptura y no lo supe gestionar. De ahí se vinieron unos meses bastante duros”.

Ahora lleva días limpio. Diecisiete, en el momento de la entrevista. Y los está contando uno a uno, públicamente, en sus redes sociales. No por exhibicionismo, sino por estrategia emocional: “No tendría que ser así, pero fallarme a mí mismo era más fácil que fallar a la gente”. Lo dijo sin dramatismo, pero con una honestidad que cortaba el aire. “Me pongo trampas mentales”, añadió. Y nadie lo cuestionó.

A lo largo de la conversación con Emma García, Arkano fue dibujando su presente sin idealismos: “Ha habido momentos de motivación, de mucho agobio, de bajón y de ansiedad”. Pero también, de cierta calma renovada: “Estoy más disciplinado que antes del bucle tóxico. He empezado con un entrenador personal, con un nutricionista… estoy haciendo cambios”.

Y no está solo. “Mi mayor apoyo está siendo mi pareja. Obviamente, estoy yendo a terapia”. Además, ha encontrado una comunidad inesperada: “Me está escribiendo gente de mi área personal con los que llevaba años sin hablar, compartiendo experiencias. Es una locura. Me está sirviendo a mí y, de rebote, está ayudando a otras personas”.

Lo que Arkano hizo en ese plató no fue dar una exclusiva. Fue prestar su voz a algo que muchos callan. Habló como si no estuviera en televisión. Como si no esperara nada. Pero logró algo que pocas veces ocurre: que el testimonio conecte más allá del formato, que las palabras se conviertan en espejo. Y que el foco se mueva —por fin— hacia lo que pasa cuando se apagan los focos.