Canela fina

Sombras dictatoriales sobre la Casa Blanca

«Trump controlará el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial, las Fuerzas Armadas más poderosas del mundo y una economía abrumadora»

La democracia norteamericana, el pueblo estadounidense, ha decidido colocar en manos de Donald Trump todos los poderes del Estado. Respaldado por una votación popular abrumadora, el presidente electo ejercerá con plenitud el poder ejecutivo, controlará el poder legislativo, el Senado y la Cámara de Representantes (a la espera de confirmación final) y ejercerá influencia decisiva sobre el Tribunal Supremo.

Si se tratara de otro político, que no fuera un energúmeno, la democracia no peligraría en los Estados Unidos de América. Pero las sombras dictatoriales oscurecen ya la Casa Blanca. Tal vez Donald Trump respete las exigencias de la democracia pluralista, incluso es probable que lo haga, pero entre los estudiosos del derecho constitucional se levantan sospechas y angustias.

Si Donald Trump decidiera ejercer los tres poderes del Estado de forma dictatorial sólo quedará, aparte la resistencia del pueblo, el poder de los medios de comunicación independientes que, además de administrar el derecho ajeno de la información, ejercen como segunda función esencial, el contrapoder, es decir, elogiar al poder cuando el poder acierta, criticar al poder cuando el poder se equivoca, denunciar al poder cuando el poder abusa. La larga tradición democrática de los Estados Unidos, a pesar de que, hasta mediados del siglo XIX, convivió con la esclavitud, se esforzará por sobrevivir a los poderes totales que el pueblo ha depositado en manos de Donald Trump.

Jefe de las Fuerzas Armadas más potentes del mundo, beneficiario de la primera economía del planeta, al frente de la vanguardia tecnológica, el nuevo presidente tiene la probabilidad de zarandear desde Washington, no sólo a las naciones subdesarrolladas, también a las europeas. Los riesgos resultan evidentes, las leyes cambiantes, las ambiciones desbocadas y el futuro incierto. Se ha formado ya una larga caravana de líderes internacionales que se acercan genuflexos a la Casa Blanca para recibir los apoyos y prebendas que Donald Trump puede dispensar. Y los presidentes de sistemas autoritarios, como Xi Jinping, en China, sonríen ante las tentaciones que acosarán a Trump, mientras la Unión Europea se conformará con todo y se dedicará como casi siempre a remolonear.

Luis María Anson,de la Real Academia Española