Vivienda

¿Dónde quedaron las mercerías y tintorerías en Vallecas?

Vecinos de la asociación de Kascoviejo trasladan a LA RAZÓN las consecuencias negativas de la gentrificación. El distrito de Vallecas pierde notablemente sus comercios locales

Viviendas en el Barrio de Vallecas
Viviendas en el Barrio de Vallecas. David JarDavid JarFotógrafos

En las últimas décadas, Vallecas ha experimentado una transformación significativa en su tejido urbano y social. Este barrio madrileño, conocido por su arraigada identidad y cohesión comunitaria, ha sido testigo de fenómenos como la gentrificación y el turismo masivo, que han impactado profundamente en su estructura comercial y en la vida cotidiana de sus residentes. Uno de los indicadores más evidentes de este cambio es la desaparición progresiva de comercios tradicionales, como mercerías y tintorerías, entre otras, que antaño eran pilares fundamentales de la economía local y de la convivencia vecinal.

Ya en 2014, el Directorio de Empresas del Instituto Nacional de Estadística (INE), publicó que, desde el inicio de la crisis económica en 2008, Madrid perdió 6.526 tiendas, lo que representó una disminución del 8,6% en el número de comercios abiertos hasta 2013. Este fenómeno que tan lejano queda continúa muy vigente. Paralelamente al cierre de pequeños comercios, Vallecas ha sido testigo de la apertura de grandes superficies comerciales. En diciembre de 2023, BM Supermercados inauguró una tienda en la calle Peñaranda de Bracamonte 26; en septiembre de 2024, Ahorramas abrió un nuevo punto de venta en la calle Manuel Arranz 20, en el barrio de Numancia; y en noviembre de 2024, Decathlon estrenó una tienda en el centro comercial Albufera Plaza, a solo 250 metros del Estadio de Vallecas. Una vecina (prefiere mantener el anonimato) de la asociación Kascoviejo ha trasladado a LA RAZÓN que «la competencia de grandes superficies, el auge de franquicias y la proliferación de bazares han desplazado a negocios familiares al no poder adaptarse a las nuevas dinámicas del mercado, porque esta transformación no solo ha afectado a la oferta comercial, sino también ha alterado la fisonomía y el carácter del barrio, un ejemplo de ello se aprecia en la avenida de la Albufera».

Reportaje sobre viviendas de uso turístico en Vallecas con la Asociación vecinal Kascoviejo VK
Reportaje sobre viviendas de uso turístico en Vallecas con la Asociación vecinal Kascoviejo VKDavid JarLa Razón

Gentrificación

La gentrificación, entendida como el proceso de renovación urbana que atrae a residentes de mayor poder adquisitivo y desplaza a la población original, ha sido un factor determinante en la transformación de Vallecas. Desde 2018, los precios del alquiler en Madrid han aumentado un 23%, con incrementos superiores al 30% en barrios periféricos como Puente de Vallecas. «Este encarecimiento ha obligado a muchas familias de clase media y baja a abandonar sus hogares, buscando opciones más asequibles en otras zonas o incluso fuera de la ciudad», señala la vecina.

Otro factor que ha contribuido a la transformación de Vallecas es el auge del turismo masivo y la proliferación de alojamientos turísticos. La conversión de viviendas tradicionales en apartamentos turísticos ha reducido la oferta de alquileres para residentes permanentes, incrementando aún más los precios y fomentando la especulación inmobiliaria. Un ejemplo ilustrativo es la transformación de una de las últimas fábricas de ropa en Vallecas en 14 apartamentos turísticos, lo que refleja la tendencia de reconversión de inmuebles en el barrio y su impacto en el acceso a viviendas para los residentes locales. «Cuando vine a vivir a Vallecas me encontré con un proceso de turistificación de una forma muy invisible, la gente no era consciente del significado de las cajas candados en portales y los turistas paseando para dos o tres días con ruedines y maletas. Pero vemos cómo los propietarios de pequeños negocios se han visto incapaces de asumir las nuevas rentas, lo que ha precipitado el cierre de muchos establecimientos tradicionales». En este sentido, la vecina especifica que el problema se encuentra en el turismo, no desde la finalidad de conocer y enriquecer culturalmente la ciudad, sino en el de «visita express para irse de fiesta, que no se preocupa por la limpieza de las calles, aceras accesibles, zonas verdes». En esta línea, añade que «consecuentemente, llegan los problemas de inseguridad». Desde la asociación nos mencionan el ejemplo de las nuevas viviendas en la zona del Ecobarrio, cuya mayoría no supera el porcentaje de tres habitaciones y los 50 metros cuadrados. «Yo sé de gente que vive en un piso de tres habitaciones y en cada una de ellas una familia distinta porque ni encuentran piso ni pueden pagar los precios actuales. Estamos obligando a la gente a vivir acinados».

Reportaje sobre viviendas de uso turístico en Vallecas con la Asociación vecinal Kascoviejo VK
Reportaje sobre viviendas de uso turístico en Vallecas con la Asociación vecinal Kascoviejo VKDavid JarLa Razón

Por otro lado, la entrevistada también menciona que en el distrito de Vallecas se han asentado grandes empresas dedicadas al alquiler como «Olala Homes, la compañía principal, cuyo CEO israelí ha puesto sus ojos en Vallecas y tiene todos los edificios comprados, aunque sin licencia municipal». Asimismo, aclara que «la legislación distingue los conceptos de piso turístico y viviendas de uso turístico; el primero es un edificio completo, dedicado al alquiler para turistas; mientras que la vivienda de uso turístico está dentro de las comunidades vecinales. La legislación en vigor dice que para tener una vivienda de uso turístico dentro de un edificio residencial solo pueden ser plantas bajas, con acceso independiente, y primeras plantas siempre que no viva nadie debajo». Esto explica, según la vecina perteneciente a la Asociación Kascoviejo, que «los locales comerciales que vean perder sus beneficios se convierten en viviendas. Primero, solicitan una licencia de cambio de uso para vivienda o una obra menor; y una vez convertido en vivienda, como en un local no se puede empadronar nadie, no se alquila a una familia tradicional y se hace para una vivienda de uso turístico (VUT)».

«La turistificación nos quita los servicios públicos porque un turista no empadronado no influye en colegios, médicos, parques, limpieza… Recordemos que los servicios van en función de la población censada». La delincuencia es otro aspecto a considerar porque «llegan más carteristas; y dentro de las viviendas de uso turístico se ampara la clandestinidad, ya que los ‘check in’ se hacen desde cajas candado y no desde un control personal; también se dan casos de prostitución, venta y consumo de drogas». Esta dinámica ha generado preocupación entre los vecinos, que ven cómo su entorno se convierte en un espacio orientado al visitante ocasional, perdiendo la esencia de comunidad y afectando la calidad de vida. La presión de plataformas como Airbnb sobre los ayuntamientos de Madrid y Barcelona para reconsiderar las restricciones al alquiler turístico refleja la tensión existente entre los intereses económicos y el bienestar de los residentes.

La transformación del tejido comercial ha llevado a la “desertización” de ciertas zonas, donde la ausencia de tiendas tradicionales ha generado espacios menos transitados y más vulnerables a la degradación. Recalca la vecina que «la presencia de comercios activos contribuye a la seguridad y vitalidad de las calles, y su pérdida puede tener efectos negativos en la percepción y realidad de la seguridad urbana».

Reportaje sobre viviendas de uso turístico en Vallecas con la Asociación vecinal Kascoviejo VK. David Jar
Reportaje sobre viviendas de uso turístico en Vallecas con la Asociación vecinal Kascoviejo VK. David JarDavid JarLa Razón

La vecina ha querido destacar que «es incompatible la vida de un perfil de turista que se levanta y acuesta tarde, que sale de fiesta y no tiene horario de obligaciones laborales, a la vida de las personas que viven en el barrio, que dependen también de sus familias». En este sentido, el uso terciario y el uso residencial no es lo mismo, por ello «abogo que dentro de los edificios de uso de residencial no se de permitir, solo en edificios enteros. Eso sí, adaptados a un control y en un equilibrio, de forma que en una misma calle no predominen las viviendas de uso turístico». La vecina propone, en base a su conocimiento ante esta problemática, «un 10% o, como mucho, un 15% para el turismo; el resto todo residencial. Lo que no puede ser es que los vecinos salgamos a la calle Puerto Alto y nos encontremos a más de 22 edificios enteros dedicados al uso turístico. Los pocos vecinos que quedan se sienten aislados y con la incertidumbre de ser ellos los próximos que tengan que abandonar sus hogares».

En el caso de Puerto Alto, la vecina indica que «ya no queda ni una triste panadería, porque todos los bajos comerciales se han convertido en viviendas. La señora mayor que quiere salir a comprar el pan ya no puede; y a las seis de la tarde en invierno, que es de noche, nadie saca ni al perro. Las calles están vacías, por eso hablo tanto de la seguridad, porque es una consecuencia que ya estamos sufriendo», manifiesta la vecina.