Análisis

Irán y el control a las mujeres del uso del velo

El régimen presume de su carácter más permisivo, pero la obligación y los castigos se mantienen

TEHERÁN (IRÁN), 23/03/2025.- Un grupo de mujeres reza en una 'Noche de Qadr' (del destino), en el mausoleo Imamzadeh Saleh situado en el norte de Teherán (Irán). Con rezos hasta la madrugada, los iraníes más devotos ruegan a Dios que les depare un buen futuro en las tres 'Noches de Qadr' (del destino) que se celebran durante el Ramadán, y en las que este año han abundado los deseos de que mejore la situación económica del país. EFE/ Jaime León
Mujeres iraníes rezan en TeheránJaime LeónAgencia EFE

Lo había anticipado el Consejo de Seguridad Nacional en diciembre y lo ha confirmado el vicepresidente para Asuntos Estratégico, Javad Zarif: el Gobierno iraní ha decidido no presionar a las mujeres iraníes y no está penalizando a las mujeres que no usan el velo en las calles de las principales ciudades del país como dicta la ley. De hecho, en marzo del año pasado el Parlamento iraní aprobó una ley («del hiyab y la castidad») que endurece las penas por no usar el velo, pero la promulgación de aquella se paralizó cuando solo faltaba la firma presidencial en diciembre.

«Hay mujeres que no se cubren la cabeza en las calles de Teherán, lo que va contra la ley, pero el Gobierno ha decidido no poner a las mujeres bajo presión», admitió Zarif -ex jefe de la diplomacia iraní entre los años 2013 y 2021- en una entrevista con el periodista de la CNN Fareed Zakaria en el Foro Económico Mundial de Davos. No en vano, el propio Zarif recordó que presionar menos a las mujeres por su vestimenta es una promesa electoral de Masud Pezeshkian, presidente de Irán tras su victoria electoral -en unos comicios anticipados que sucedieron a la muerte en accidente de helicóptero de Ebrahim Raisi el pasado mes de mayo.

Lo cierto es que desde la llegada de Pezeshkian al poder en julio la temida Policía de la moral ha desaparecido de las calles de la capital. En las zonas del norte de la capital es normal ver a mujeres que no se cubren el cabello o que ni siquiera llevan un velo alrededor del cuello, algo que se ha convertido en un gesto de desobediencia social desde la muerte de Mahsa Amini en 2022 bajo custodia policial por no llevar bien colocado el velo islámico.

Lejos de representar un tema menor, la cuestión de la imposición del velo -y, en general, la falta de libertades individuales- fue la cuestión subyacente en la oleada de protestas contra el régimen registrada en los años 2022 y 2023 que sucedieron a la desaparición de la joven kurda en Teherán. La obligación del uso del velo es consustancial a la historia de la República Islámica. La obligatoriedad del velo se ha aplicado por épocas a lo largo de los años. En algunos momentos las autoridades han permitido cierta flexibilidad sin detenciones o castigos y en otras, especialmente en primavera y verano, han aumentado la presión para imponer el código de vestimenta islámico.

En cualquier caso, la presencia de un gobierno de corte reformista no quiere decir que los conservadores dominantes en el Parlamento no sigan teniendo influencia. Además, el líder supremo -desde 1989 el ayatolá Alí Jameneí, que cumplirá 86 años el próximo mes de abril, por lo que la carrera por la sucesión está ya abierta- tiene la última palabra en los grandes asuntos del Estado.

La presencia de cada vez más mujeres en las calles de Teherán que no cumplen las exigencias indumentarias del régimen no significa que las autoridades iraníes no hayan intentado reimponer el uso del velo con castigos como la confiscación de vehículos o multas, aunque su éxito ha sido limitado. Por tanto, más que responder a una voluntad de apertura por parte de la élite de la República Islámica al cumplir los 45 años de vida, la no aplicación de la legislación que impone el uso del velo islámico pretende evitar nuevas tensiones sociales ante una situación doméstica difícil para el actual gobierno.

En el orden estrictamente político, la República Islámica ha sufrido en los últimos meses una concatenación de golpes al ver menguado el poderío de milicias aliadas en Oriente Medio como Hizbulá, Hamás y los hutíes y la desaparición de la dictadura amiga de Asad en Siria. La mala gestión gubernamental ha provocado una crisis energética -por escasez de diésel y gas natural en un país paradójicamente rico en hidrocarburos como Irán- que se ha manifestado en frecuentes cortes de electricidad en los hogares durante los meses de otoño e invierno. La situación ha empujado recientemente a una parte de los iraníes a salir a la calle a protestar contra sus autoridades por la mala gestión. Unas concentraciones que se unen a las registradas para exigir a las administraciones y empresas mejores salarios y condiciones laborales.

Igualmente, desde hace años las sanciones occidentales están haciendo mella tanto en las finanzas del Estado como en la economía doméstica de los iraníes. Después de que, en una de sus últimas medidas antes del relevo en la Casa Blanca, Biden anunciara un nuevo paquete de sanciones contra entidades y buques por transporte ilícito de petróleo iraní, una de las grandes incógnitas es saber cuál será la actitud de Trump en la cuestión nuclear.