Tensión diplomática
Elon Musk colecciona enemigos antes de la toma de posesión de Trump
Según su biógrafo, el magnate entra en ocasiones en una especie de trance, un "modo demonio", que le hace actuar con crueldad
Una de las personas que mejor conoce a Elon Musk -el hombre más rico de la historia, confidente del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y dueño de una red social global donde cuenta con más de 210 millones de seguidores- es Walter Isaacson, autor de su biografía. El periodista pasó dos años pegado al controvertido magnate, entrevistando a más de 100 personas de su entorno. Y aunque describe sus talentos naturales como empresario encontrando siempre oportunidades y reestructurando grandes organizaciones, también habla del “modo demonio”, una especie de trance, dice, donde el multimillonario se muestra de lo más cruel, tratando a quien ponga en su punto de mira de manera más que devastadora.
No se sabe, por tanto, si Musk actuaba de manera normal o estaba inmerso en su “modo demonio”, cuando se refirió recientemente al primer ministro británico, Keir Starmer, como “cómplice del mayor crimen en masa cometido en la historia del Reino Unido” o pidió la encarcelación de la secretaria de Estado de Interior, Jess Phillips, a la que llamó “bruja malvada”, resucitando un escándalo sobre abusos a menores ocurrido hace décadas. La tormenta en las redes sociales se ha apoderado ahora por completo de la agenda de Westminster.
Musk no sólo no ha cesado en acusaciones infundadas y gravísimas al inquilino de Downing Street, sino que ha apoyado también a voces desacreditadas como la del islamófobo y criminal convicto Tommy Robinson, un personaje tan tóxico con el que hasta el líder populista Nigel Farage, protagonista del Brexit, ha marcado distancias.
Musk nunca ha ocultado su animadversión hacia el gobierno laborista. Es más, según Financial Times, ha discutido en privado con sus aliados cómo se podría destituir a Starmer antes de los próximos comicios. Sus enfrentamientos se remontan al pasado verano, cuando se analizó el papel desempeñado por las plataformas de redes sociales en los violentos disturbios que estallaron en todo el Reino Unido después de que tres menores fueran asesinados en un ataque con cuchillo en Southport a manos de un joven hijo de inmigrantes.
El primer ministro lanzó una advertencia a las compañías de Internet asegurando que "las manifestaciones violentas fueron claramente fomentadas online". Pero Musk no tardó en ofrecer su propia versión, culpando al multiculturalismo británico: "Si se juntan culturas incompatibles sin asimilación, el conflicto es inevitable", escribió en su cuenta de X, añadiendo que Starmer estaba utilizando un "doble rasero", ya que, a su parecer, la policía británica trataba con menos dureza la violencia perpetrada por delincuentes no blancos.
Posteriormente, cuando el controvertido magnate no fue invitado a la cumbre tecnológica organizada en otoño en Londres, expresó su enfado asegurando que “nadie debe ir a Reino Unido cuando están liberando a pedófilos convictos para encarcelar a personas por publicaciones en las redes sociales”, en referencia al plan de liberación anticipada de reclusos con penas menores llevado a cabo por el Ejecutivo británico para aliviar la presión sobre un sistema penitenciario al borde del colapso debido a la falta de capacidad.
Con todo, el Reino Unido no es un caso aislado. En Alemania, donde se celebrarán próximamente elecciones, Musk ha pedido el voto para el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania asegurando que son los únicos que pueden salvar al país. En Australia, ha llamado a las autoridades “fascistas” por sus planes de prohibir el acceso de los niños a las plataformas de redes sociales.
En Irlanda, ha elogiado manifestaciones contra inmigrantes burlándose del discurso de izquierda del Sinn Fein -brazo político del ya inactivo IRA- al que calificó de “tan aterrador como un juguete de peluche” a pesar de que solía ser “tan duro”. En la Unión Europea, ha llamado a la vicepresidenta saliente de la Comisión Europea, Věra Jourová, “epítome del mal banal”. Y la lista sigue.
El magnate se considera el gran salvador ante las amenazas a la libertad de expresión, lo que ve como una crisis existencial que se cierne sobre el mundo. Pero lo cierto es que su guerra contra los partidos progresistas se ha convertido en una peligrosa injerencia a nivel global donde el objetivo parece más bien asustar, confundir e imponer una agenda mediática que distraiga de otras cuestiones.
Y de momento no hay quien le pare. Gracias a los 277 millones de dólares que donó a los republicanos, Musk se ha asegurado un puesto clave como asesor en la nueva administración de Trump. El presidente electo permite que el magnate esté continuamente a su lado, participe en llamadas con líderes extranjeros, dicte lo que se debe o no se debe hacer, eliminando incluso partes del mismo Gobierno federal que supervisa a sus empresas. En definitiva, es él quien supervisa ahora a las agencias reguladoras.
Aunque en un principio el magnate se mantuvo alejado de la política, el 2020 lo cambió todo cuando empezó a llamar fascista a todo aquel que imponía restricciones contra la Covid. Posteriormente, la transición a mujer de uno de sus 12 hijos radicalizó aún más sus ideas denunciando que el “virus mental woke” le había arrebatado a su hijo. Para 2022, cuando compró Twitter, ya no sólo era un hombre de negocios, sino una persona dispuesta a cambiar el mundo.
No son pocos los que plantean que podría sufrir problemas mentales. Él mismo ha admitido que toma ketamina para evitar el “estado químico negativo” donde a veces entra su cerebro, lo cual podría describirse, también según él, como un estado de “depresión”. Esta droga, según los expertos, puede hacer que el sujeto se “sienta desvinculado de la realidad: como vivir en un sueño o en una película”.
Algunas de las personas de su círculo cercano aseguran que mientras esnifa la sustancia no se separa de Twitter donde publica mensajes sin control “rehaciendo los paisajes políticos como si fuera un videojuego”. ¿Adicto, enfermo o provocador de masas? Aún no ha llegado a la Casa Blanca, pero Musk ya actúa como si fuera el dueño del mundo.
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