DANA
Todos los detalles de la comida de Mazón: cocina de abuela y nadie que pelase la pava
Poco a poco, se va conociendo qué ocurrió en ese encuentro que tanta maledicencia ha inspirado
Que Carlos Mazónestaba a por uvas mientras parte de Valenciaquedaba anegada por la riada puede ser cierto, pero insinuar que un lugar como el restaurante El Ventorro pudo convertirse por un día en algo así como la mansión de Playboy suena a chanza. La comida del político y Maribel Vilaplana el 29 de octubre ha dado mucho que hablar y ha permitido desviar la atención de lo importante: un desastre cuyas consecuencias pudieron evitarse. Hasta el exmarido de la periodista, Xavier Carrau, al que nadie le había dado vela, temeroso de que le adjudicasen una cornamenta, rompió su silencio con una folclórica advertencia: "Felizmente divorciado desde hace siete años".
Casi un mes después, los protagonistas han ido aclarando qué ocurrió. Enseguida se supo la identidad de la acompañante del presidente, la periodista y empresaria Vilaplana. Esta semana se ha sabido que la comida empezó a las 15 horas y terminó a las 17,45. En este tiempo, Mazón le propuso el cargo de directora general de la À Punt, que ella rechazó. Ella ha contado, además, que el teléfono del presidente sonó en varias ocasiones, pero en ningún momento le transmitió que estuviera pasando algo. Cuando abandonaron el local, dice que desconocía los efectos de la DANA. Según su versión, se marchó a su casa. Mazón llegó al centro de coordinación de emergencias de L’Eliana sobre las 19 horas, dos horas después del inicio de la reunión.
Una vez que supo la magnitud de lo sucedido, le llamó y le hizo una petición: "No me metas en esto". De ahí el desconcierto que sobrevino a partir de entonces acerca de esta comida, que motivó toda suerte de elucubraciones, casi todas malsanas. La periodista ha aclarado que se trataba de su primer almuerzo solos y que fue un encuentro estrictamente profesional. "No hubo sobremesa, ni gin-tonics".
Mazón, cuando le preguntaron en esos primeros días la razón de su tardanza, respondió que se encontraba en una "comida privada" y después cambió a "almuerzo de trabajo". A partir de ahí surgieron bulos y comentarios como que, en lugar de comida en un reservado del establecimiento, se trató de una cita secreta en otra planta del mismo edificio.
El Ventorro es uno de esos restaurantes con solera ubicado en la céntrica calle de Bonaire, en Valencia, próximo al Palau de la Generalitat. Se sirve comida casera que su dueño, Alfredo Romero, canta a sus clientes. Ese día, la pareja compartió una botella de vino, setas de temporada y tomate con ventresca. Después, tomaron un postre. No es un restaurante de postín. No aparece en las redes sociales y ni siquiera dispone de una carta fija.
Un lugar donde comer bien
Su mobiliario es de madera noble y las paredes están cubiertas por azulejos tradicionales. Abrió en 1967 y, desde entonces, no ha cambiado su carácter tradicional de "cocina honesta y sin artificios", elaborada con ingredientes frescos y de temporada y servida con una atención exquisita y muy personal por Romero, nieto de los fundadores. Un restaurante que recuerda a los fogones de nuestras abuelas, cuando se comía como Dios manda, con platos de cucharas y buenos guisos de pescados y carnes.
"Llevamos desde 1967 sirviendo la comida de toda la vida. Más de 50 años haciendo que nuestros clientes disfruten de una experiencia gastronómica única en Valencia, donde una comida honesta y sin artificios se acompaña de una gran selección de vinos, elegidos uno a uno por el propio Alfredo Romero, nieto de los fundadores, y todo ello en un ambiente cálido, cercano y familiar", indican en su página web. En definitiva, aspiramos a que nuestros Clientes disfruten de platos sabrosos, coman tranquilos, disfruten de una carta de vinos única y, sobre todo, se sientan como en casa". No parece, desde luego, el sitio que escogería una pareja con vistas a pelar la pava.
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