La Crónica
"Sí es sí", "Tito Berni"... Sánchez toca suelo en sus encuestas
En la organización socialista se impone el «sálvese quien pueda» ante el guirigay en Moncloa
Moncloa ha entrado en barrena. En sus «trackings» tocan suelo, los datos son los más bajos que han tenido en toda la Legislatura. Por debajo incluso de los momentos más difíciles de la pandemia. Es un desgaste global de la coalición, según «cantan» las preguntas cualitativas de los estudios demoscópicos, y el gran agujero se lo ha hecho hasta ahora la ley del «solo sí es sí». Al menos hasta ahora, porque todavía les falta por medir todo el daño reputacional de las andanzas del «Tito Berni» a lo Torrente, el diputado socialista implicado en el «caso Mediador». Y eso en el mejor de los casos, porque en el partido se preguntan si esto se quedará en el timo de la estampita o si, por el contrario, no es que se enfrenten a una manzana podrida, sino ante un reguero de ellas repartido por las distintas comunidades autónomas. La gran pregunta que se hacen es qué daba «Berni» a sus clientes empresarios y si la respuesta a esta pregunta puede llevar a concluir que esto no es un problema de unos golfos casposos, sino de una red delictiva.
Moncloa está trasladando al partido, en un momento delicado por la presión electoral, la sensación de que ha perdido el control de la situación. Como todos los gobiernos cuando entran en un fin de ciclo y cada día se levantan intentado apagar un fuego sin agua en la manguera. Esto lleva a que ya no haya una estrategia electoral unificada ni tampoco fuerza de Ferraz para imponer un discurso de campaña.
Hasta la bandera del feminismo, en una fecha tan simbólica como la del 8-M, les resta. El PP está más cómodo ante esta efeméride que toda la izquierda junta y la orden nacional es dejar que los de enfrente se maten y muestren quiénes son realmente. A diferencia de la división socialista, que se une a la de la coalición, en Génova funcionan como un ejército. Coordinación en la agenda y en los mensajes a nivel nacional y territorial. Y con consignas claras cada mañana que se expanden por toda la estructura política y que tienen como objetivo trasladar la imagen de que son un partido serio y con un proyecto único de gobierno.
No convence ni al PSOE
A Sánchez le está fallando la comunicación porque los mensajes con los que intenta escapar de la tormenta no convencen ni siquiera al PSOE, donde se llevan las manos a la cabeza con los ataques personales a los empresarios, caso Ferrovial, o con las maniobras para tapar el escándalo del grupo socialista con la corrupción de la etapa del PP.
Esta estrategia no tranquiliza a los candidatos territoriales, que se han instalado en el «sálvese quien pueda». De aquí a las elecciones de mayo no ven dónde refugiarse ni cómo salir al paso de un contexto en el que sienten que les ha llegado el momento de pagar todas las facturas acumuladas.
«El barco se hunde». La frase es de un presidente socialista de una de las autonomías del paquete que está en seria disputa en estas elecciones. Ferraz intenta ordenar, pero no tiene instrumentos para hacerse respetar. Y la carta de Yolanda Díaz, a la que han fiado el futuro de Pedro Sánchez, sigue estando en el limbo. En la izquierda empiezan a pensar que la vicepresidenta se equivocó por dejar pasar las elecciones autonómicas y municipales. Su principal apoyo es sindical, CC OO, y dan por perdida la batalla de que sume con Podemos-Pablo Iglesias.
Coalición desestabilizada
Quedan semanas complicadas porque el «Tito Berni» desestabiliza todavía más la coalición y debería obligar a Yolanda Díaz a salir de la ambigüedad con la que maneja todos los problemas. El duelo en el que se está instalando la familia socialista viene por el temor a que los dos agujeros negros que les acechan, la ley del «solo sí es sí» y el exdiputado socialista que se ha hecho famoso por identificarse con la conjunción de calzoncillos, drogas y prostitución, no se desactiven antes de la dramática fecha del 28-M
La parte de Podemos del Gobierno es la más tranquila. No tienen nada que perder, ni ganar, en esas elecciones. La parte socialista es una bomba de nervios en la que las rivalidades internas, por ejemplo entre las vicepresidentas Nadia Calviño y Yolanda Díaz, se visualizan hasta en los pequeños detalles de la organización de sus agendas.
En medio del caos, Sánchez no tiene otra alternativa que seguir ligado a una coalición en la que el jefe en la sombra de su socio trabaja para desestabilizar esta alianza a la que el presidente está unido no ya en el presente, sino para cualquier opción de gobierno de futuro.
Todo el plan de Moncloa para el arranque de este ejercicio se ha derrumbado. Ni hay estabilidad política ni ha conseguido dirigir la agenda a los temas que le interesan. Y el runrún de que puede haber más empresas que tomen la decisión de coger la puerta, y largarse, crece a medida que el Gobierno aumenta la intensidad de sus ataques a Ferrovial.
El PSOE tradicional ha activado sus conexiones, lo cual es todo un signo de que algo se está moviendo dentro del partido para el día después de las elecciones. Y no tiene nada que ver con la organización de la fiesta postelectoral. En lo que están es en ver quién podría ser el que recoja las ruinas del «sanchismo».
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