
Realismo
Almería tiene claro que su futuro pasa por el agua desalada
Con un total de 22 hectómetros de agua, los embalses, pese a las lluvias, apenas están el 10% de su capacidad

Almería experimenta uno de los meses de marzo más lluviosos de los últimos años, pero ni siquiera el aumento de dos puntos en el nivel de los pantanos de la provincia parece aliviar las necesidades del desierto andaluz. Con un total de 22 hectómetros de agua acumulada, los embalses apenas alcanzan el 10% de su capacidad y esa reserva seguirá siendo insuficiente para las necesidades reales de la población y el sector agrícola en 2025. «Debemos tener en cuenta que nuestros pantanos no se hicieron con el objetivo de acumular agua, sino para evitar las inundaciones en Adra y en Cuevas de Almanzora», explicó José Antonio Fernández, presidente de la Federación de Regantes de Almería (FERAL) y la Mesa del Agua, indicando que «la presa de Cuevas raramente le entra caudal, solo cuando hay tormentas o prácticamente catástrofes» y que en Benínar «si no llueve en la zona norte del embalse, tampoco vamos a recoger nada».
«Estamos bajo mínimos, realmente», valoró el responsable de FERAL, recordando que «nosotros solo recogemos de los pantanos alrededor de un 2% de la que utilizamos» y que «el futuro en la provincia es el agua desalada sí o sí». Pese a que «podríamos tener algunos trasvases o aportaciones más, sabemos que las políticas no van por allí», lamentó Fernández, seguro de que «está claro que nos ha quedado como alternativa el agua de las estaciones depuradoras y de las desaladoras para recuperar las masas de agua».
Sin embargo, la situación «crítica» de la comarca del Almanzora podría verse «aliviada» si «podemos recoger más agua del trasvase Tajo-Segura, pues ha llovido mucho en el norte y allí tienen más agua que nunca». En este sentido, José Antonio Fernández expresó que «aunque el Negratín no puede aportar agua si no pasa de 210 hectómetros cúbicos y tiene ahora mismo unos 180», el embalse de «Entrepeñas y Buendía está a punto de llegar a los 1.300 hectómetros cúbicos, pasando a nivel uno y debiendo aportarnos 50 hectómetros mensuales, unos 600 a lo largo del año». Actualmente y con una consideración de nivel 2, «nos aportan 27 hectómetros, tras la reducción que sufrimos de los 38 mensuales los últimos tiempos», precisó el responsable de la Mesa del Agua, con la esperanza de que «las administraciones recuerden los acuerdos que ya tenemos» y que «no vuelvan movimientos contrarios a estas cesiones hídricas».
No obstante, la apuesta de la agricultura para proveerse del líquido elemento sigue siendo «apostar por la tecnología y no por la meteorología», como aseguró el presidente de la Junta Central de Usuarios del Acuífero del Poniente almeriense, Manuel García Quero. Desde la comarca con mayor superficie de invernaderos se apuesta por «mejorar la capacidad de generación de agua en las desaladoras», abogando por «la ampliación de la desaladora del Campo de Dalías», que sigue operando diariamente al 100% de su capacidad. Desde enero de 2016 a noviembre de 2024, la producción de esta y la desaladora de Carboneras, alcanzó los 609,7 millones de metros cúbicos de agua.
Entre los proyectos pendientes por parte de las administraciones, el Estado deberá acometer la ampliación de estas instalaciones y la puesta en marcha de la desaladora de Cuevas del Almanzora, paralizada desde 2012, además de la creación de una nueva fábrica en esa misma comarca, cuyo proyecto estaría ya en fase de redacción. Por su parte, la Junta trabaja en la consecución de servicios terciarios en las EDAR de diferentes municipios almerienses, para aprovechar también esas aportaciones para riego y uso agrícola. «Nos enfrentamos a un obstáculo que dificulta nuestra labor: la lentitud y la ineficiencia de las administraciones públicas», advirtió José Antonio Fernández, debido a que «la gestión de permisos ambientales, arqueológicos y otros trámites, se ha convertido en un laberinto burocrático interminable, donde múltiples administraciones intervienen, dilatando los plazos hasta límites insostenibles».
Así, estas últimas precipitaciones lo que sí habrían conseguido es dotar de cauce a un río Andarax que difícilmente alberga agua. El torrente fluye ahora crecido en su parte alta, con localidades que han visto incidencias en carreteras y ramblas por estos aportes, como ocurrió en Fondón o Laujar, tras 18 días consecutivos de precipitaciones. Un ambiente húmedo y atípico que, paradójicamente, también está teniendo un efecto negativo en el modelo productivo almeriense. «La situación empieza a ser preocupante» comentó el secretario provincial de la organización agraria COAG, Andrés Góngora, porque «están empezando a proliferar hongos y enfermedades en plantas viejas, como el calabacín y el pepino, que vienen de cultivos de invierno». Asimismo, «tenemos un desastre con los cuajes de melón y sandía, porque agricultores van a arrancar la plantación al habérsele pasado la floración», precisaron, aventurando que «todo esto va a llevar a una menor producción la próxima campaña». El problema es que «cuando las plantas se vician, no salen como tienen que salir», estimó Góngora.
De esta forma y en la celebración del Día Mundial del Agua, como cada 22 de marzo Almería reiteró que su acceso y uso es un derecho fundamental.
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