
El trípode
El «sanchismo» es incompatible con la UE
Aquel Sánchez tan «pacifista» abogando por la «desaparición del Ministerio de Defensa», pasa a trabajar para duplicarle el presupuesto
No es ninguna exageración ni mucho menos afirmar que el orden geopolítico global –surgido en el siglo XX tras las dos grandes contiendas mundiales y el final de la Guerra Fría con la desaparición de la URSS– ha terminado con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
La OTAN nació en 1949 para hacer frente a la amenaza del expansionismo soviético por Europa, lo cual tenía un claro fundamento vista la experiencia de los Estados que pasarían a convertirse en satélites de la URSS formando lo que la doctrina del momento denominó como su «zona de influencia», en este caso instalada en la Europa oriental. Eran los países que en 1955 integrarían la «OTAN comunista», llamada «Pacto de Varsovia», por firmarse allí esa alianza.
Desaparecida la URSS, desapareció esa alianza soviética, pero no la alianza atlántica liderada por EEUU, aunque su potencial enemigo y que motivó su creación ya no existía. No se aplicó el refrán de «muerto el perro, muerta la rabia», sino que de hecho dio a Rusia el tratamiento de virtual sucesora de la superpotencia soviética, lo que no hizo con ninguna otra de las preexistentes repúblicas socialistas soviéticas. Particularmente amenazante para Rusia fue que los países integrantes de la alianza militar soviética pasaran a integrarse precisamente en la OTAN.
Ahora Trump no considera a Putin como un potencial enemigo y considera que la OTAN no tiene razón de ser para ellos y que, si la UE lo considera como tal, que se pague ella misma su seguridad y defensa. Este es el debate abierto y que parecería la evidente consecuencia de un nuevo orden mundial tripolar, con EEUU, China y Rusia como «polos» del mismo.
Si la UE no acepta ese nuevo orden y que incluye para EEUU considerarla como competidora económica y comercial con importantes aranceles, tiene que demostrarlo con hechos y no solo con declaraciones grandilocuentes, que implican asumir que «rearmarse» significa destinar una parte de los recursos públicos destinados, por ejemplo, a mantener un «estado de bienestar» sin parangón en el mundo, a pasar a financiar ese importante gasto militar.
Y abriendo la posibilidad de que dadas las necesidades que conllevaría esa nueva estrategia geopolítica, deba reinstaurarse un servicio militar obligatorio, lo que ya se ha empezado a aplicar en algunos países de la UE. Aquel Sánchez tan «pacifista» abogando por la «desaparición del Ministerio de Defensa», pasa a trabajar para duplicarle el presupuesto; desde el actual 1,2% al 2% del PIB. Y con sus socios opuestos totalmente a ello: el sanchismo es incompatible con la actual UE.
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