
Covid
Así fue la ola solidaria del taxi madrileño que plantó cara al coronavirus
Junto a los sanitarios, fueron otro de los sectores que más riesgos corrió a la hora de ayudar a los ciudadanos

En este mes de aniversario, los médicos, enfermeros y servicios de emergencias han vuelto a copar un protagonismo mediático que no habían perdido, pero sí se había atenuado tras aquel inolvidable invierno-primavera de 2020. Si de algo sirvió la pandemia del covid fue para ponderar su trabajo con el valor –en todos los sentidos– que les correspondía. Sin embargo, durante este «revival» de los cinco años transcurridos desde que el coronavirus irrumpió en nuestro mundo, hay otros profesionales cuyo trabajo fue clave para salvar vidas. Y, sin embargo, como muchas otras cosas de aquel triste 2020, parecemos haberlo olvidado.
«Fue una etapa de no parar. Mi madre, de 80 años, vino a vivir con nosotros. Mi mujer me tiraba un saco con toda mi ropa cada vez que salía de casa, para evitar que mi madre pudiera contagiarse. Todos los días les decía lo mismo a los vecinos: ‘‘Si os hace falta algo, estoy en la calle’’». Mientras charla con LA RAZÓN, Andrés Veiga, presidente de Radioteléfono Taxi de Madrid y Pidetaxi, va recordando poco a poco cada vez más detalles, historias y anécdotas sucedidas durante aquellos meses. Si ustedes tienen la sensación de que parece que han pasado más de cinco años desde el confinamiento, no están solos. Los profesionales que estuvieron en primera línea del covid, también. Y, entre ellos, los taxistas.
En Facebook, aún hoy, puede consultarse la página Taxi Madrid Solidario. Su última publicación data del 25 de marzo de 2021. Precisamente, es una entrada de aniversario. En ella, recuerdan cómo un grupo de personas, conocidas posteriormente como «coronamakers», poseedores de una impresora 3D, se dedicaron a imprimir viseras con protector de plástico para hospitales. Por supuesto, de forma desinteresada, en un momento en el que el material para sanitarios escaseaba o, directamente, no existía. Velando porque ese material llegara a su destino, estaban los taxistas. Fueron de los pocos profesionales que no vieron interrumpido su trabajo. «La gente donaba lo que tenía. Nos mandaron goma desde Sevilla. El maquinista del AVE me la dio en mano y, después, se la dimos a los de las impresoras 3D», apunta Veiga.
Sin bajar la bandera
Junto a los taxistas, los sanitarios no sólo no vieron interrumpida su labor, sino que se triplicó en el mejor de los casos. Desde el inicio de la crisis sanitaria, y con una ciudad desierta, el sector del taxi se puso a disposición de la Comunidad de Madrid para los traslados... sin bajada de bandera. Completamente gratuitos.
Fue el 16 de marzo de 2020 cuando el Gobierno regional, en colaboración con las principales asociaciones del sector, acordó que los taxis y VTC prestaran servicio a 266 centros de salud de toda la Comunidad de Madrid, en horario de 8:00 a 21:00 horas. Un servicio que se fue prolongando a medida que las oleadas de covid se iban agudizando. Bastó un email a los taxistas y un llamamiento a través de las redes sociales para que, a las 21:00 horas del primer día, ya hubiera medio centenar de taxistas dispuestos a prestar su ayuda. Todo ello, gracias también a la labor del entonces director general de Transportes de la Comunidad de Madrid, Abel Bueno, para el cual Veiga sólo tiene palabras de agradecimiento.
Comunión con los sanitarios
«Llevábamos gratuitamente a los enfermeros, a la gente que estaba contagiada, o trasladábamos a los médicos a las casas de los pacientes», recuerda Veiga. «Finalmente fueron tres meses, todos los días», añade. Un tiempo en el que «la comunión con los sanitarios fue total. Todos eran conscientes de los riesgos». Era una época en la que tomábamos nota de las recomendaciones que dictaba la Administración. En el caso de los conductores, debían «reforzar» las rutinas de limpieza y desinfección, con especial atención a las zonas y elementos más comunes al tacto, como las manijas de las puertas, los cinturones de seguridad, los apoyabrazos y asideros... El aire, elemento hasta entonces invisible, pasaba ahora a tener un peso que desconocíamos: era aconsejable abrir las ventanillas de forma periódica, evitando los medios de climatización.

Se estima que los taxistas madrileños realizaron alrededor de 200.000 desplazamientos gratuitos. Y si bien nunca va a salir de su boca –ese mérito se lo conceden de forma exclusiva a los profesionales médicos–, también fueron decisivos a la hora de salvar vidas. Si en un escenario normal «precovid» daban respuesta a unas 15.000 peticiones diarias, pasaban ahora a hacer entre 30 y 40 servicios. Eso sí, con muchos kilómetros en las ruedas. Sus viajes no se limitaron a la capital, sino que se extendieron a toda la región. Además del traslado de médicos y pacientes, hacían también las veces de «transportistas». «Íbamos a farmacias a recoger medicamentos para la gente. Recuerdo que, en una farmacia de Puente de Segovia, cuando recogí un medicamento para una señora, la farmacéutica dijo: ‘‘Nada, déselo. Es gratis’’. La solidaridad de la gente sobrepasó a la Administración. Fue una cosa bestial».
En los primeros compases de la crisis, quien tenía una mascarilla podía considerarse afortunado. Muchos optaron por hacerla de forma artesanal. «La gente nos donaba telas y nos cosían las mascarillas en un convento. Después, en un control de la Policía, te encontrabas con que había agentes que no tenían y llevaban un pañuelo en la boca».
Además de los traslados, los taxistas también hicieron compañía a muchos vecinos... que no salían de casa. «Antes de la pandemia, había gente que llamaba a Radioteléfono Taxi tres o cuatro veces al día para los servicios. Ahora llamaban simplemente para hablar. Es lo que les decíamos: “Si os sentís mal, llamadnos”».
No hay hospital en la región que no visitaran por aquel entonces. Gregorio Marañón, Puerta de Hierro, Infanta Leonor... En esos traslados, aprovechaban para tener un detalle con los pacientes, a los que llevaban piruletas. Nadie ocultaba sus emociones. Fue el caso de Alfonso. Mientras realizaba varias visitas domiciliarias junto al personal sanitario, Julia Giurumescu, propietaria de la Floris G’iulia (calle Sáhara, 81), en Villaverde, les regaló a todos ellos unas rosas. También está el caso de Joaquín. Como muchos otros, perdió a su padre en las primeras semanas de pandemia. El único día que se tomó libre fue el del fallecimiento.
En junio de 2020, cuando muchos lloraban todavía a sus seres queridos y otros volvían a reunirse con ellos después de tres meses de terror, la Comunidad de Madrid distinguió a más de 16.000 taxistas de la región por su «trabajo voluntario y solidario» durante la crisis sanitaria. A todos ellos se les otorgó una distinción que reconocía los miles de servicios de transporte gratuito. Y a todos ellos, Madrid les debe hoy un eterno agradecimiento.
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