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El empleo, un medio eficaz para ayudar a las mujeres víctimas de violencia de género

Favorecer la empleabilidad de los colectivos vulnerables es clave para lograr su bienestar psicológico y social

En el caso de las mujeres víctimas de violencia de género supone, además, una oportunidad de volver a empezar después de una experiencia vital traumática. Gracias al trabajo pueden lograr la independencia económica, pero también ganar confianza en sí mismas, generar una red de apoyo y reconstruir su autoestima. Con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebra cada año el 25 de noviembre, nos fijamos en las oportunidades laborales que ofrece Clece a mujeres que han sido víctima de violencia de género y qué efecto tienen en sus vidas.

Volver a empezar

La violencia de género se asocia con dependencia económica y afectiva, un deterioro de la salud física y psicológica, falta de autoestima, incapacidad para tomar decisiones o infravaloración de las propias capacidades, entre otras. Las mujeres que han sido víctimas de esta lacra necesitan reconstruir por completo su vida y el trabajo es una herramienta clave en este sentido. Así lo explica Marta Domínguez, psicóloga del equipo de atención al cliente de Clece: “Estas mujeres arrastran mucha inseguridad por la experiencia que han vivido. Necesitan personas que confíen en ellas”. En Clece se les da la oportunidad de formar parte de un equipo, lo que les ayuda a que el sentimiento de autoeficacia se eleve, se vean capaces de desempeñar un rol y reciban apoyo emocional e instrumental. No se trata tanto del trabajo en sí - hay puestos en limpieza, en administración, en atención socio sanitaria, etc. -, sino de cubrir necesidades básicas para empezar a construir algo positivo y saludable a partir de ahí. “La recuperación se ve cuando, por ejemplo, optan a mejorar sus condiciones de trabajo, pero también cuando introducen poco a poco el ocio en su vida, crean una red de apoyo y, de ahí, una estabilidad emocional que les permita estar tranquilas y disfrutar de su tiempo libre”.

Hacer un seguimiento exhaustivo de estas mujeres es una parte primordial dentro del proyecto social de Clece que arrancó en 2012. Según Laura Cantero, delegada social de la empresa en la zona noroeste, dar una oportunidad a personas que están en una situación de vulnerabilidad no solo sirve de ayuda para esa persona, sino que enriquece a todos los miembros de Clece. “Es una oportunidad de vivir dignamente y esa positividad se contagia a compañeros y jefes - explica -. Además, quienes cuentan su experiencia contribuyen a visibilizar y animar a otras mujeres en esa situación a denunciar, por ejemplo”.

Seguimiento y sensibilización

A través de la asociación sin ánimo de lucro Corazón y Manos creada por trabajadores de Clece, y de los propios compañeros, se lleva a cabo un seguimiento que permite, por ejemplo, detectar posibles obstáculos en la conciliación y ofrecer soluciones al respecto, como flexibilidad de horario, cambios de turno o campamentos para los menores cuando hay vacaciones escolares. Y es que lo laboral traspasa fácilmente a lo personal en estos casos, por lo que contar con herramientas de apoyo es esencial para proporcionar ese acompañamiento integral y crear un tejido que sirva realmente de ayuda. Acompañamiento burocrático, ayudas para acceder a una vivienda, asesoría jurídica o tramitación de bonos sociales son solo algunas de las derivaciones que se proponen si es necesario. “Estamos muy pendientes de ellas - añade Cantero -. Son mujeres que, probablemente, muchas veces se han sentido solas”.

Hay esperanza, hay salida

Una de las mujeres víctimas de violencia de género que forma parte de la plantilla de Clece es Cecilia (nombre ficticio). Después de pasar por una experiencia muy dura a nivel personal se vio, además, sin capacidad económica para volver a empezar. Encontró refugio en una casa de acogida donde, por mediación de la directora, accedió a un puesto de trabajo en Clece que le permitió alquilar una habitación por sí misma. Se siente tremendamente agradecida por la oportunidad laboral y destaca la generosidad de sus responsables y compañeros. “Llegué sin nada, no tenía siquiera ropa. Enseguida se preocuparon por mí: hicieron una gran colecta para poder darme todo lo necesario - recuerda - . Hay mucho compañerismo: no todos conocen mi pasado, pero siempre me echan una mano”. En tan solo seis meses ya siente que ha mejorado mucho a nivel personal: “Ojalá más mujeres tengan esta suerte - desea -. Hay salida”.

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