
Debate
Sánchez busca tiempo con el maquillaje del rearme
Los eufemismos del presidente y la confrontación ignoran a unas Fuerzas Armadas faltas de munición, misiles, cazas o personal

Pedro Sánchez llega hoy al Congreso de los Diputados para marcar la posición del Gobierno sobre la apuesta europea por la Defensa. Lo hace sin una postura cohesionada dentro de la coalición y con la profunda incomodidad que esta cuestión genera en el Ejecutivo, porque visibiliza nítidamente las fisuras de la mayoría de investidura que le llevó al poder. Una mayoría cada vez más precaria, si no inexistente, en esta y otras materias.
Pero sobre todo, el presidente llega a la Cámara Baja con un discurso sin contenido concreto sobre cómo planea aumentar el gasto militar y sin pronunciar las palabras «malditas», véase, armamento o rearme. Porque lleva tiempo tirando de eufemismos para ignorar una realidad que es una reclamación latente en las Fuerzas Armadas españolas desde hace tiempo, más incluso desde que comenzó la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el apoyo español a Kyiv, que ha dejado bajo mínimos los arsenales españoles: hace falta más armamento para hacer frente con garantías a cualquier amenaza. Y se trata de armamento «letal», más allá de la tecnología –que también– y de esa «visión 360» que vende el Ejecutivo sobre la seguridad.
De momento, fuentes gubernamentales asumen que no será una jornada fácil y se han preparado para un «debate crispado», en el que los ataques llegarán desde todos los flancos. Los aliados no son tales en esta cuestión y el PP buscará dejar en evidencia la debilidad del Gobierno y la falta de una hoja de ruta. Pese a ello, el presidente tratará de mantener la ficción, esto es, minimizar el abismo que le separa de sus socios y amplificar a la categoría de discrepancia los matices que existen con Alberto Núñez Feijóo, que, en lo sustancial, mantiene un alineamiento europeo similar al del Gobierno.
"En contra de la guerra"
En Moncloa se revuelven ya en la previa contra la imagen de soledad que proyectará la jornada y tratan de simplificar la coyuntura a términos binarios que permitan una adhesión casi unánime del grueso de las fuerzas políticas con representación. «Todos estamos en contra de la guerra y dentro de la estrategia europea», resumen. Sin embargo, son realistas y creen que, pese a lo nuclear, se priorizará «el lío» y «la oposición intentará hablar de todo menos de lo que nos ha convocado».
En todo caso, desde Moncloa tratan de minimizar las expectativas hasta el extremo. Tal como publicó ayer este diario, anticipan que no habrá anuncios ni concreción alguna sobre la cuantificación del gasto en Defensa que tendrá que abordar. Como mucho, tal y como apuntaron ayer otras fuentes del Ejecutivo, ahondará en la idea que lleva tiempo trasladando el Gobierno como consecuencia de la imposibilidad de utilizar el Fondo de Contingencia: mover partidas de 2024 no ejecutadas de otros ministerios (no hace falta que pase por el Congreso con las cuentas prorrogadas) y aprobar créditos para excederse en el gasto previsto (que sí ha de pasar por la Cámara Baja). Una solución que, sin embargo, sigue siendo insuficiente.
Tras esquilmar el Fondo de Contingencia, el Gobierno planea mover fondos no ejecutados de otras carteras, pero es insuficiente
Pero en lo mollar será una intervención para trasladar la «gravedad del momento», «un discurso más orientado a la filosofía y a hacer pedagogía» sobre la coyuntura actual. «Cómo se sitúa España, nuestra posición en el mundo», dicen.
"Rearme", palabra tabú
Sánchez mantendrá la línea discursiva que ha expuesto hasta ahora en sus intervenciones públicas, seguirá jugando en el terreno de la ambigüedad retórica, para identificar los nuevos desafíos con la seguridad y no tanto con la Defensa, palabra prácticamente proscrita en el vocabulario gubernamental, de manera que esto le permita «acercarse a sus socios». Discrepar abiertamente de la nomenclatura de «rearme» por parte de la Comisión Europea ya fue el primer paso que dio Sánchez en Bruselas y seguirá esta estela.

Sin embargo, su eufemismo choca con la realidad, ya que más allá de las palabras, ante esa coyuntura actual y las amenazas que vive el mundo, las Fuerzas Armadas necesitan más armamento y cada vez más sofisticado. Sí que se incluye en este paquete de necesidades la tecnología, que avanza a pasos agigantados con ejemplos tan claros como los drones o la ciberdefensa, pero no hay que olvidar capacidades y medios tradicionales que no pueden pasar de largo.
Así, los dos ejércitos y la Armada arrastran carencias importantes desde hace tiempo que necesitan revertirse. Y la munición es una de ellas: desde la ligera a la de artillería. O misiles, lo que incluye también más baterías, algunas de las cuales se han donado a Ucrania.
A esto hay que añadir, por ejemplo, los cazas de combate, tanto para el Ejército del Aire (los F-18 están al límite de su vida, el FCAS tardará más de una década en llegar y los Eurofighter adquiridos no son suficientes) y la Armada (los Harrier no aguantan más y se perderá el ala fija embarcada, aunque la única solución es el F-35 de EE UU). Los drones también son una necesidad imperiosa y cada vez más demandada, además de las defensas contra estos sistemas.
Carencias que se unen a otras derivadas de retrasos de algunos programas, como los blindados 8x8 o los submarinos (a la espera de que el S-81 entre oficialmente en servicio, solo hay uno operativo). Ejemplos estos de lo que necesitan las Fuerzas Armadas ante esa «gravedad del momento» y que incluyen también más personal.
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