Especial
El fenómeno Milei, un ultraliberal contra corriente en la marea roja latinoamericana
El nuevo presidente argentino altera el equilibrio en una región virada a la izquierda y vuela por los aires la hegemonía del peronismo
De todos los acontecimientos inesperados que sacudieron el mundo en 2023, la llegada del ultraliberal Javier Milei a la presidencia de Argentina fue uno de los más sonados. El suyo fue verdaderamente el triunfo de un radical contra el sistema, aunque esta vez el radical viniera de la esquina más a la derecha del espectro político.
Al imponerse a Sergio Massa en las elecciones presidenciales, Milei provocó un doble sismo. En Argentina, hizo saltar en añicos décadas de hegemonía del peronismo kirchnerista, que habían llevado al país a una perpetua crisis de su deuda y la postración económica; lo más doloroso, una inflación disparada por encima del 140% interanual que hace el camino cada vez más cuesta arriba para las familias argentinas.
A nivel regional, el triunfo de un derechista sin complejos como él, corrige la balanza del equilibrio de poder latinoamericano, inclinado notoriamente hacia la izquierda en los últimos años. Salvo durante el paréntesis de la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019), Argentina había sido todo este siglo un amigo fiel del eje bolivariano constituido por las dictaduras de Venezuela y Cuba.
En una América Latina dominada por gobernantes de izquierda más o menos populista como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el colombiano Gustavo Petro, el chileno Gabriel Boric o el mexicano Andrés Manuel López Obrador, Milei emerge como un contrapeso inoportuno. En su campaña prometió romper las relaciones con socios estratégicos como Brasil y China. «No hago pactos con comunistas», proclamó, y, aunque tras su elección ha moderado su discurso, dejó claro en una visita a Washington que buscará «un nuevo encuadre de Argentina en el sistema de países que respetan la libertad».
Lula fue uno de los grandes ausentes en la ceremonia de su juramentación en Buenos Aires, poniendo de manifiesto que reconstruir los puentes volados con sus ataques al presidente brasileño durante la campaña no se reconstruirán de la noche a la mañana.
La de Milei es sin duda la más significativa, pero no es la única gota en el océano latinoamericano que ha cambiado de color este año. En un Ecuador convulsionado por la violencia y el crimen organizado, el empresario Daniel Noboa se convirtió en el nuevo presidente tras derrotar a la candidata del correísmo, mientras en Perú Dina Boluarte sobrevive gracias a la mayoría conservadora en el Congreso, lo que la ha obligado a abandonar las políticas de izquierda que defendió cuando era la vicepresidenta de Pedro Castillo.
Más al norte, en El Salvador, Nayib Bukele disfruta la popularidad que la ha dado el éxito de su política de guerra total a las bandas criminales, que ha devuelto la paz a millones de salvadoreños que reparan poco en los mensajes de ONG y medios internacionales que señalan excesos y violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno.
En la cresta de la ola, Bukele se ha permitido desoír los mensajes de Estados Unidos, que le reclama respeto al estado de derecho, y será candidato a la reelección en 2024. Pese a que la Constitución salvadoreña prohíbe la reelección, los sondeos le auguran una aplastante victoria.
El fenómeno Milei es el reflejo del hartazgo y la frustración con el modelo populista del kirchnerismo y un discurso ortodoxo izquierdista que se vuelve irritante cuando no va a acompañado de empleos y oportunidades, lo que nunca supo ofrecerles Sergio Massa a los argentinos.
El candidato derrotado llevaba una mochila demasiado pesada en la espalda por el hecho de ser el ministro de Economía del Gobierno saliente. Resulta difícil convencer al electorado de que puedes ser un buen presidente cuando bajo tu mando la economía hace aguas por todos lados.
Massa se dio de bruces con esa realidad, que no pudo compensar la gran capacidad de movilización que el peronismo aún conserva en Buenos Aires y que será la piedra sobre la que intentará levantar su oposición a Milei.
El choque en la política argentina promete ser estruendoso en los próximos meses. Milei no se anduvo con paños calientes y en su asunción como presidente anunció a sus compatriotas un «shock» en la economía que, según él mismo vaticinó, hará aumentar el número de desempleados y pobres a corto plazo.
El presidente cree que los sacrificios extremos a los que le obliga la herencia recibida serán el primer paso, aunque amargo, en el camino a la recuperación de la economía argentina.
Sus mensajes contra la política tradicional y cuestionando algunos de los dogmas más asentados del discurso izquierdista, como la visión del aborto como un derecho de la mujer, o la defensa del Estado como motor de la economía por delante del sector privado, sintonizaron especialmente con el electorado más joven e insatisfecho, al que las viejas fórmulas subsidiadas del peronismo ya no fueron capaces de mantener en el redil.
Milei ya ha iniciado un agresivo plan de adelgazamiento del Estado argentino. Cuenta como aliada con la derecha moderada agrupada en torno al expresidente Macri, pero previsiblemente enfrentará una resistencia feroz de la izquierda peronista y del movimiento sindical. Su nuevo presidente va a por todas y solo hay una cosa segura para los argentinos en 2024: no va a ser un año tranquilo.
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