José Andrés y su nuevo proyecto "deluxe" en Washington

El cocinero José Andrés se ha convertido en protagonista, en este caso muy a su pesar. Su ONG, World Central Kitchen, se ha volcado en ayudar a los afectados por la DANA de Valencia repartiendo diariamente 33.900 raciones de comida en los 54 puntos instalados por el chef en los pueblos afectados por la catástrofe. Volcado en su labor humanitaria, José Andrés tiene fama de llegar el primero y hacerlo allí donde los gobiernos tardan en llegar. Quizá por eso resulta incómodo a los poderosos. Hasta el punto de que entre la nómina de enemigos llegó a tener a Donald Trump.

Al margen de un hombre solidario, es también un hombre de negocios. Regenta una veintena de restaurantes en Estados Unidos agrupados en diferentes conceptos: The Bazaar, Minibar, Barmini y Nubeluz. En España, además, posee 7 negocios que lleva junto a su socio en la capital, Juanjo López, curiosamente todos ellos localizados en la calle Ibiza. Ahora el cocinero asturiano planea subir un escalón más y exportar a la hostelería su éxito en la restauración. El chef acaba de embarcarse en The Bazaar House, el que será su primer negocio hotelero situado en Washington D.C., la ciudad donde posee la mayoría de sus restaurantes.

El nuevo hotel de lujo, situado en la zona de Georgetown, contará con 67 habitaciones, club privado, un área de wellness y un espacio para eventos, con varios locales destinados a la restauración. «¡Hace treinta años, cuando llegué a Washington, sabía que esta ciudad era el lugar perfecto para reunir a la gente en torno a la comida (…) hoy estoy muy feliz de dar la bienvenida a la gente a mi ciudad de una manera completamente nueva!», escribía al anunciar la noticia en sus redes. El hotel nace de la unión entre José Andrés Group, la matriz del negocio del cocinero, y la empresa de gestión de activos Thor Equities, cuya cartera incluye las cadenas de hoteles Ritz-Carlton y Four Seasons. El camino hasta conseguir luz verde al proyecto no ha sido de rosas. Entre medias han pasado siete años en los que el chef ha tenido que esquivar los baches de la burocracia local hasta conseguir sacar el proyecto adelante.