Opinión

Decir o no "Yo creo"

Mientras algunos defienden que no hay que dudar, otros piensan que ni Descartes se permitió tal lujo

En shock por Paloma PEDRERO
Paloma Pedrerolarazon

El compañero de este Diario Álvaro García, nos recomienda en un razonado artículo que debemos de dejar de utilizar la expresión «creo» si queremos ser influyentes en nuestras opiniones. Considera Álvaro que esta iniciación de frase resta contundencia y fiabilidad a nuestras palabras. ¡Y yo que me fío más de lo contrario!

Más allá de los diccionarios que nos dan como una de las acepciones «tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado», añadiendo como lo opuesto el término «dudar» o «desconfiar», normalmente esta expresión de fe la utilizamos como un enunciado de humildad. O así lo vivo yo.

Este «yo creo» inicial, como el «a mí me parece» o «desde mi punto de vista» son la forma de expresarse entre la gente que duda. Y, para mí, la duda es un signo de sabiduría. «Solo sé que no se nada», que expresaba Descartes. Claro que no sabemos nada, hombre. Y cuando lo reconocemos es que al menos sabemos lo primordial.

Otra cosa es lo que está sociedad-mercado pide a sus vendedores para la eficacia. Ahí no hay duda que valga, el mercader ha de ser categórico y convencerte de que lo que te ofrece es el mejor producto de la plaza. Cuando lo pruebes ya verás tú si es verdad o no, pero en ese momento ya lo habrás pagado y el dinerito estará en la caja del mercante. Así funcionamos, así es la publicidad engañosa.

Pero creo, y digo creo con humildad, que cuando opinamos sobre la vida, el arte, los otros… hemos de ser muy cautos. Sentar catedra es un signo de vanidad y simpleza. Porque cualquier objeto es susceptible de gustar o no gustar, cualquier sabor puede ser gozoso o repugnante según para quién y su cultura. Por eso me parece que la crítica formal es una profesión francamente dura. Más suerte tiene el auténtico creador que goza del privilegio de ser subjetivo, e inventar es su oficio.