
La situación
La antipolítica (de los demás)
«Aquí, el desprecio a la actividad política surge el día en el que se popularizo el famoso lema “no nos representan”»
La tragedia de la gota fría en Valencia ha provocado, además de la pérdida de vidas y del desastre general para los supervivientes (que son los únicos efectos que deben importarnos en este momento), la acumulación desordenada, y siempre parcial y partidista, de reflexiones colaterales que, en ocasiones, resultan pintorescas. Entre otras, en la profesión periodística.
Algunos admirables compañeros han decidido –junto con el sector social y político que sostiene al gobierno central– que en esta crisis toda la responsabilidad está situada en la Generalitat Valenciana, sin excepción alguna. No hay decisión adoptada en Moncloa que no sea correcta, ni medida tomada por el gobierno autonómico que no haya resultado catastrófica. Lo segundo es parcialmente cierto. Lo primero es parcialmente falso.
Hay medios –La Razón es uno de ellos– que han sabido contar lo uno y lo otro, exigiendo las responsabilidades políticas en ambas direcciones, a cada cual la que le corresponde, porque la realidad, tristemente, es esa. Sin embargo, otros colegas, en el ejercicio de su libertad editorial, consideran que aquellos medios, periodistas o intelectuales que han creído –erróneamente, según la doctrina oficial– que no todos los aciertos emergieron de un único lugar, ni todos los fallos surgieron de un único despacho, se han convertido en maestros de la antipolítica y propagadores de bulos «en primetime». Porque ahora, el bulo ha dejado de ser una falsedad propagada de forma intencionada. El criterio del periodismo decente establecido por esos colegas, es definir bulo como todo análisis periodístico que no coincida con el análisis periodístico fijado por la oficialidad. Estar convencido de poseer la verdad debe de ser muy satisfactorio.
La antipolítica, en efecto, es un problema para las democracias liberales. Pero, en el caso de España, la primogenitura de ese engendro tiene orígenes distintos de, por ejemplo, en Estados Unidos, donde es liderada por el trumpismo triunfante. Aquí, el desprecio a la actividad política surge el día en el que se popularizo el famoso lema «no nos representan», y quienes lo crearon y difundieron ya alcanzaron responsabilidades de gobierno en 2020 y, con otros nombres y matices, las mantienen hoy.
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