Entrevista
Enrique Ossorio: "Es una suerte que Podemos desaparezca de los parlamentos"
El hasta ahora vicepresidente de Ayuso se estrena al frente de un Parlamento regional marcado por la mayoría absoluta del PP
Nada más ser elegido presidente de la Asamblea, ocupó su nuevo asiento en Vallecas y echó una mirada al frente, cargada de emoción, a la primera fila de la tribuna de invitados. Allí estaban su mujer y su hijo mayor. Enrique Ossorio, el hombre que lo ha sido todo en la política madrileña, se convertía en ese instante de este martes en la segunda autoridad de la región. En su primer día en el cargo, tras una agenda cargada de reuniones y encuentros, atiende a LA RAZÓN en el corazón del hemiciclo. «Se dice que en los tres primeros meses de cada trabajo aprendes más que en el resto de los años. Así que este primer día es uno de esos tres meses y ha sido intenso».
-¿Qué supone este paso en su trayectoria política?
-Es un paso muy importante y estoy muy agradecido a la presidenta Ayuso. Fui portavoz de la Asamblea cuatro años y es una época que recuerdo con muchísima alegría. Disfruté del mundo parlamentario. Conozco a muchísimas personas aquí y volver a la Asamblea y reencontrarme con ellas por los pasillos ha sido una satisfacción. Creo que, dentro de mi carrera de funcionario, alto cargo desde hace 25 años, diputado, consejero, vicepresidente... ser presidente de la Asamblea es algo extraordinario.
-En los últimos años ha habido mucha bronca en este parlamento. ¿Puede cambiar eso?
-Me iría a una reflexión global: en la política española, desde que apareció Podemos, el debate político ha tendido a un enfrentamiento, a unos insultos y a unas acusaciones falsas que no contribuyen a la democracia. El debate y el contraste de opiniones distintas no tiene que ir acompañado ni de insultos, interrupciones y gritos. Y desgraciadamente, desde 2015, la política española se ha poblado de eso y, a lo mejor, otros han seguido esa estela y también ha habido una reacción lógica de otros partidos a los que no les gustaba ese escenario. Voy a intentar evitar que en la Asamblea eso se pueda producir. El Reglamento dice claramente que hay que respetar la cortesía parlamentaria. Es una obligación.
-¿Se han traspasado límites intolerables en estos años?
-Yo creo que sí. A mí en esta Asamblea, un diputado me dijo que era un canalla, un sinvergüenza y una vergüenza para los madrileños. Y no creo haber dado razón para que se me diga eso.
-Su antecesora en el cargo, Eugenia Carballedo, dijo en 2021 que la Asamblea salió ganando cuando Pablo Iglesias no recogió el acta de diputado tras el 4-M. ¿Sale ganando la Asamblea ahora sin Podemos?
-Sinceramente pienso que sí. Yo viví también legislaturas anteriores y había un debate duro y crítico, pero todo se enrareció a partir de 2015. Es muy positivo. Lo siento por algunos diputados de Podemos con los que tenía amistad, por ejemplo, el portavoz de Educación, Agustín Moreno, que es una persona muy razonable y con conocimiento del mundo educativo. O Jacinto Morano, un diputado de Podemos con el que se podía hablar y negociar. Pero excluidas estas excepciones, es una suerte que vayan desapareciendo de los parlamentos.
-En apenas dos años, la nueva política, Cs y Podemos, ha salido de la Asamblea. ¿Cuál es su diagnóstico sobre ello?
-Hubo una crisis económica muy dura de 2008 a 2014. Las crisis siempre hacen que la perspectiva de los ciudadanos cambie. Antes estábamos en un escenario de un bipartidismo con Izquierda Unida y con partidos nacionalistas o regionalistas. Y ese escenario cambió. También se dieron casos muy negativos de corrupción. Todo eso originó que los ciudadanos, con razón, votaran otras opciones. Pero luego se han dado cuenta, conforme ha ido pasando el tiempo, de que, a lo mejor, tantos partidos políticos no eran buenos para la gobernabilidad y para el debate. Y han vuelto a las posiciones anteriores.
-En estos años ha tenido fuertes choques con Mónica García, la líder de la oposición, se pidieron mutuamente la dimisión. ¿Ha comenzado a reconducir esta relación?
-Para mí todo eso está olvidado. Voy a ser presidente para todos los diputados y quiero colaborar con todos los grupos parlamentarios. Ya me he puesto en contacto con Mónica en dos ocasiones y yo lo que quiero es que haya fluidez entre los grupos para que el control al Gobierno y la labor legislativa se desarrollen de manera eficaz y que por tanto que pongamos a los madrileños en el centro de toda nuestra actividad. Todas esas cosas pasadas olvidadas están.
-El PP y Vox se comprometieron en la legislatura pasada a estudiar la posibilidad de reducir el número de diputados. ¿La Asamblea está sobredimensionada?
-Yo he estado aquí de portavoz y conozco el trabajo que se hace. Es mucho más grande de lo que piensa la opinión pública. Las comisiones, el trabajo de los plenos, la labor legislativa, las peticiones de información al Gobierno... miles de documentos que se producen mensualmente, que contribuyen a un mejor gobierno porque, sin duda, el que exista una oposición hace que el Gobierno haga mejor las cosas. Creo que se podría reducir el número de diputados, pero no a cifras que a veces se ponen encima de la mesa, donde todo este trabajo no se podría realizar. Cuando hay grupos políticos que tienen 10 diputados no dan abasto, porque hay muchas comisiones y tienen que estar en varias. Cifras que podrían rondar los 100 diputados serían razonables.
-¿Se podría poner encima de la mesa esta reforma en la presente legislatura?
-Para modificar el Estatuto de Autonomía hacen falta dos tercios de la Asamblea. Por tanto, haría falta que algún partido de izquierdas lo apoyara. El problema que se dio en anteriores legislaturas es que los partidos de izquierdas sostuvieron que, si se tocaba el Estatuto de Autonomía, había que tocar toda la parte de derechos sociales. Nuestra posición fue que no hace falta, porque esos derechos sociales están reflejados en los estatutos, la Constitución y la normativa del Estado y de la Comunidad.
-El martes, el PP votó para que Vox entrara en la Mesa de la Asamblea. ¿Por qué?
-Ha habido una sentencia del Constitucional que estableció que en la Asamblea debería haber una proporcionalidad entre los diputados que ha conseguido cada grupo y la composición de la Mesa y es una sentencia que hay que cumplir, más allá de que se realicen las votaciones que establece el Reglamento. Que estén representados los cuatro partidos es bueno para la Asamblea y la Mesa.
-¿Qué peligros tiene una mayoría absoluta?
-Los tiene, sin duda. Por eso, la presidenta dijo que el hecho de tener una mayoría absoluta no puede significar que se relaje la labor de los diputados del PP. Y hay que escuchar a la oposición. Yo pensaba que llevaba razón en muchas cosas, pero no hay que olvidarse de que los representantes de los ciudadanos con otra visión te pueden aportar. Hay que estar muy atento a lo que dicen los grupos de la oposición. Por el hecho de tener mayoría absoluta, no puedes pensar que tienes la razón en todo y que con tus votos lo puedes sacar. Es importante tener esto en cuenta.
-De su etapa como consejero de Educación. ¿De qué proyecto se siente más orgulloso?
-La pandemia, en primer lugar, es algo que no había pasado en España en los últimos 100 años y nos exigió un esfuerzo tremendo. En aquellos primeros momentos trágicos la labor del Gobierno fue frenética. Todos los segundos se aprovechaban y, a la cabeza, estaba la presidenta. Nos reuníamos telemáticamente de manera constante. En Educación, fue un esfuerzo que el sistema online que teníamos establecido, que se llamaba EducaMadrid, funcionara para millones de conexiones. Todo era nuevo entonces, fue un esfuerzo inmenso, eso siempre lo recordaré. También que teníamos un Gobierno, el de Pedro Sánchez, que estableció una Ley Orgánica, la Ley Celaá, que no nos parecía que fuera buena y actuamos dentro del margen de nuestras competencias, con la Ley Maestra y los decretos de desarrollo, cumpliendo la Constitución. Los currículos estaban desprovistos de conocimientos y trabajamos para que los libros y las asignaturas tuvieran conocimientos y no ideología porque el colegio no está para ideologizar a los alumnos, sino para que aprendan y luego que ellos decidan.
-El nuevo gobierno de Ayuso será completamente nuevo. ¿Qué retos afrontará?
-Como yo he elaborado el programa electoral, el primer reto que tienen es llevarlo a la práctica. A Isabel Díaz Ayuso no le basta con cualquier programa electoral, tiene que ser el mejor porque tiene una ambición sin límites. Estoy seguro de que las personas que ponga Isabel Díaz Ayuso serán personas capaces y comprometidas y harán un gran trabajo de gestión.
-¿Por qué un Gobierno que, a su juicio y el de Ayuso, ha funcionado bien tiene que cambiarse en su totalidad?
-Mucha gente por la calle me ha dicho en estos años que teníamos un gobierno estupendo y yo les decía que la presidenta es su principal protagonista. Lo digo con el corazón, lo he vivido. Por una parte, hay circunstancias personales de algunos consejeros, por poner un caso, el de Enrique López, que quiere volver a la actividad judicial. Se han producido elecciones municipales y dentro del Gobierno había personas con trayectoria municipalista, que habían sido alcaldes o concejales y pueden aportar muchísimo en el Ayuntamiento de Madrid. Y hay unas elecciones generales y va a haber listas por Madrid que conformará el presidente Feijóo. La presidenta siempre ha dicho que ella tenía consejeros y personas en su equipo que podían desarrollar una gran labor. Esos tres factores explican este cambio tan radical.
¿Qué se juegan Madrid y España en las elecciones generales?
-Muchísimo. Llevamos cinco años con un Gobierno de Pedro Sánchez, aliado con Podemos, la extrema izquierda, los independentistas y Bildu. Hemos visto cosas que, como dijo la presidenta, nos helarían la sangre. Cada semana sucede algo que hace olvidar lo que sucedió la semana anterior. No podemos seguir así, España no aguanta más con un Gobierno de este estilo. Ha endeudado a España para varias generaciones. Yo animo a todos los votantes a acudir a las urnas, manifestar su opinión, porque realmente nos jugamos muchísimo. Escribí hace poco un artículo que lo terminaba con «o Sánchez o España». Eso es lo que nos jugamos.
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