
Aniversario
Cinco años sin Lucía Bosé, la actriz de culto que vendía "marron glacé" en una pastelería milanesa
Repasamos la intensa vida de la matriarca de uno de los clanes más conocidos, queridos y explosivos

Lucía Bosé falleció el 23 de marzo de 2020 a los 89 años. En plena pandemia, había sido hospitalizada en Segovia por una neumonía derivada del Covid. "Ya está en el mejor lugar", escribió Miguel Bosé, el hijo que renegaba en aquella época de cualquier verdad que viniese acompañada de la ciencia. Cinco años después, no se cumple la sentencia más temida de Lucía -"Lo malo es que pasaré a la historia como mujer de un famoso torero. Esa es mi inmortalidad"- aunque siempre quedará la dudad de si lo Bosé va antes que lo Dominguín.
Igual que la vida de Picasso, el genio malagueño que para la saga se convirtió "el tío francés" que la amó, la vida se cuenta por etapas artísticas y en cada una se expresó de manera diferente desde una dimensión estilística, filosófica y artística. Los italianos la lloran como la última musa del neorrealismo italiano.

Lucia Borloni, su nombre de cuna, nació en Milán el 28 de enero de 1931. Su carrera comenzó a los 16 años, cuando Luchino Visconti la encontró despachando marrón glacé en una popular pastelería detrás del Duomo milanés. "Usted hará cine algún día", le dijo. Fue él quien le propuso una carrera en la gran pantalla, aunque nunca tuvieron la oportunidad de colaborar juntos. Ese mismo año, 1947, ganó el concurso de Miss Italia. Era todavía una mujer inocente, pero rebelde y fantástica.
Walter Chiari, el hombre que murió de amor
Sus padres, gente sencilla con opiniones bastante estrechas, se escandalizaron al ver su imagen en la portada de la revista "Tempo", aunque enseguida entendieron la oportunidad que se abría para su hija. En 1950 debutó también Michelangelo Antonioni que la quiso como protagonista en su "Crónica de un amor" junto a Massimo Girotti. Le siguió, tres años más tarde, "La señora sin camelias". Después de estas películas de autor, llegaron las comedias románticas de Luciano Emmer ("París siempre es París", "Las chicas de la Plaza de España") y cómicas-slapstick con Walter Chiari, su gran amor antes de su matrimonio con Luis Miguel Dominguín, "el torero", como ella decía.
De 1951 a 1955 brilló la historia de amor entre Walter y Lucia, con seis películas en medio. Eran dos amantes de películas. Se habían encontrado por sus raíces milanesas comunes, nacidos en dos mundos cercanos. Walter, en una casa de Milán a orillas del Naviglio entre los escombros. Ella, en Vía Ampola. "Dos seres que por fin podían hablar de su pasado sin vergüenza y dejarse llevar por la milanesidad", recordó Walter, que murió de un infarto mientras veía en la televisión una de las películas protagonizadas por Lucía. "Para mí, ella fue quizás la mujer que movió todos los mil millones de células que tenemos, que cavó más profundo en ese terreno emocional", decía.
El triángulo Ava Gadner, Luis Miguel y Lucía
Cuando Lucía conoció a Luis Miguel Dominguín, estaba vinculado sentimentalmente con Ava Gardner, pero él se enamoró instantáneamente. Dominguín era en aquella época una institución, el mejor matador y el último descendiente de una dinastía de toreros. Era también un codiciado playboy, uno de los miembros más destacados de la vida social madrileña. Su amigo Ernest Hemingway dijo de él: "Cuando está en su mejor momento, es un poco Don Juan y un poco Hamlet".
Matriarca de una saga explosiva
También Lucía cayó inmediatamente en sus brazos. En 1955 se casaron y fueron llegando sus tres hijos: Miguel, Lucía y Paola. Se convirtió en la matriarca de uno de los clanes más conocidos, explosivos y excéntricos. Luis Miguel, tradicional y conservador, le hizo abandonar el mundo de la interpretación.

En sus explosivas memorias, "El hijo del Capitán Trueno", Miguel Bosé relató cómo fue tener dos monstruos por padres, aunque escribir le sirvió para ajustar cuentas con cada uno de ellos. "Mi problema de joven fue sobrevivir a ellos, que causaron tanta sombra y eclipse". Con su padre, tejió un vínculo profundo tejido de amor y odio, admiración y conflicto. Dominguín era el torero invencible y símbolo del machismo , mujeriego incurable y traidor de Lucía. La relación con su madre la definió como la de dos organismos que pueden o no ayudarse para sobrevivir. Ella siempre le apoyó sin reservas e incluso se mudó a Panamá con Miguel y sus hijos para ayudar a la familia cuando estaba de gira.
Una mujer frágil debajo de la coraza
La actriz Valeria Solarino, que interpretó el personaje de Lucía en la serie "Bosé, el biopic", dedicada a a la vida de Miguel Bosé, la definió como una diva "libre, pero frágil". Decidía con el corazón e impulsó a sus tres hijos a la autenticidad. Era una mujer moderna, liberada y sofisticada. Una diva con muchos matices que con los años potenció su visceralidad. Tan segura de sí misma que, a veces, transmitía frialdad y dureza. Sin embargo, esa rigidez escondía una gran debilidad: el miedo a la soledad. Le costaba gestionar el alejamiento obligado de su hijo Miguel cuando su éxito le llevaba a giras inacabables.

Tras el divorcio, volvió al cine y trabajó con grandes maestros, como Fellini, Taviani y Ozpetek. "Amé todas mis películas, pero nunca me agradé a mí misma", reconocía. Igual que Sophia Loren y Gina Lollobrigida, mujeres de curvas generosas, Lucía Bosé se ganó el apelativo de "tetona". Todo un halago para la época.
Francesco Maselli, quien en 1955 la cortejó descaradamente en el rodaje de la película Gli sbandati, la recordaba como una "chica extraña, sombría, hermosa, orgullosa, de perfil curioso, de naricita bizantina, extraordinaria. Tenía una actitud realmente arrolladora... y una gran comprensión de su propio lugar en una velada, en un lugar, en una mesa".
Lucia mantuvo su encanto inalterado a lo largo de los años. Dominique Païni, comisario de la exposición "La mirada de Miguel Ángel. Antonioni y las artes", la definió como "la mujer más bella del mundo", junto a Greta Garbo y Louise Brooks. "Una mujer, incluso antes de ser una diva, de una feminidad indiscutible, portadora de un encanto misterioso y casi místico, en plena armonía con el cine de Michelangelo Antonioni".

En el año 2000 consiguió hacer realidad un sueño de juventud al abrir el primer museo dedicado a los ángeles del mundo, en la localidad de Turégano, cerca de Segovia. El proyecto, dedicado a las representaciones de ángeles, con más de ochenta obras de artistas contemporáneos de diferentes países, así como diversas esculturas angelicales, tuvo que cerrar en 2007 por falta de financiación.
En los últimos años, Lucía Bosé aparecía como esa excéntrica y adorable mujer mayor de pelo azul intenso, cuya autoría se debía a su nieta favorita, Bimba Bosé. Era el símbolo más evidente de que era una mujer diferente a cualquiera.
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