Con ustedes, “el puto jefe” de la comedia: Molière
Ávaro Tato y Yayo Cáceres celebran en el Teatro de la Abadía el 400 aniversario del comediógrafo francés con un vodevil
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Juan Mayorga ve en Molière a un «amigo», confiesa. El dramaturgo, académico y también director del Teatro de la Abadía fantasea con encontrarse al francés «en el metro o paseando por Chamberí haciendo tiempo para tomar el vermú». Seguramente, ni él sepa cuántas de sus clásicas notitas se detienen en algún pensamiento sobre el universo del Patrón de la Comédie, «uno de los pocos grandes», como le define. Aunque, esta vez, Mayorga no es más que el anfitrión; los que toman la Abadía, «el templo» –dicen–, con toda la fantasía «molièresca» a cuestas son Yayo Cáceres y Álvaro Tato, o «el monstruo de dos cabezas» que lidera Ay Teatro. Un matrimonio bastante bien avenido que ramifica desde Ron Lalá (con los que siguen dando guerra: Villa y Marte, sin ir más lejos, que vuelve a Madrid, al Pavón) y que en apenas su despertar ya ha dado a luz a Todas hieren y una mata, Mestiza y Malvivir. «Es nuestro carril de emergencia para hacer todas las obras que no caben en Ron Lalá», confiesa la pareja.
Como (casi) siempre, Tato firma el texto y Cáceres la dirección para levantar «una especie de trama de vodevil» sobre la vida del poeta, resume el segundo de este Vive Molière (leer a su gusto, en francés o en castellano). Ellos también ven en el francés a ese «amigo» cercano, «a alguien que, a través del arte, ha podido soportar lo más hondo y perverso de la condición humana. Es uno de los grandes observadores de la Historia y un profundo humanista con una vida igualmente contradictoria que le hace todavía más interesante como ser humano», defiende Cáceres. Y Tato le da la réplica: «Junto a Cervantes, no hay otro de su talla. No mira desde arriba, sino a los ojos, y siempre con la comedia como su camino al corazón».
Besos al Patrón
Más expresivo es Mayorga, que, tras escuchar a AY en la presentación del montaje, resume de un plumazo quién es Molière: «Es el puto jefe de la comedia, lo sabe todo sobre ella». Bien lo saben en Francia, que más allá de un ataque de chovinismo (esta vez justificado), tienen en «le Patron», como le llaman en la Comédie, a un líder. «Incluso besan su busto cuando entran al “hall”», puntualiza un Tato que sueña con «que eso ocurriera con Lope en nuestras instituciones...».
Móliere se introduce en la Abadía madrileña convertido en «hermano mayor y faro» de Cáceres y Tato. «Sus visiones nos alientan a los demás y por eso montamos esta reivindicación de un personaje plural, poliédrico y contradictorio. Contamos desde diferentes puntos de vista las escenas que mejor alumbran todos sus aspectos vitales. Un Molière casi teológico o metafísico», añade un dramaturgo que, sin olvidar los trabajos de Grimarest o Bulgakov, se ha apoyado en la biografía de Forestier (Molière. El nacimiento de un autor, Cátedra) para rebuscar en los claroscuros y en la ambigüedad del protagonista: «Veremos al dramaturgo más tierno, pero también al más incisivo». Porque Molière hace bueno lo escrito por Cervantes en «El coloquio de los perros»: «Nos muerde a todos, nos reconocemos en la pequeñez de sus personajes, pero no hace sangre. Custodia la dignidad de sus figuras y de sus espectadores», señala Mayorga.
Para abordar todo ello, Ay Teatro presenta una visión «delirante, desenfadada e iconoclasta» –aseguran– del gran comediógrafo, de su ámbito teatral y de su siglo. Un proyecto que se apoya en un elenco muy joven (Kevin de la Rosa, Juan de Vera, Marta Estal, Laura Ferrer y Mario Portillo) y con música en directo en el que será la diosa Fama (interpretada por Ferrer) la encargada de poner en marcha la acción. La intención de esta de casarse con un genio del teatro, en principio Jean Racine o Pierre Corneille, pondrá a sus criados (Dato, Mito y Chisme) en alerta para viajar a París a conocer la azarosa vida y las hilarantes obras de un tal Molière (Portillo). «Una historia de amores, desamores, celos, encuentros, desencuentros, duelos, danzas, canciones... y una selección de las escenas más divertidas, irónicas, sarcásticas y escandalosas del genio de la comedia», presentan.
Vive Molière es un canto al dramaturgo y cómico «más importante de la modernidad», señalan; un homenaje, una indagación y una celebración de su despliegue de personajes, situaciones y escenas memorables, con una amplia gama de registros que pasan de la farsa burlesca a la ironía sutil e incluso la amargura. Sirven las propias obras del francés para seguir su propia vida a través de «pequeñas escenas en redondilla», apunta Tato: «Era la fórmula técnica que más se ajusta para esos personajes tan enrevesados». Con ello, el autor hace un encaje de bolillos en el que El misántropo, como ejemplo, sirve para acercarse a sus pasajes en la corte, a sus amarguras o al humor metafísico; o conocer al primer Molière también de su propia pluma; o utilizar los médicos de sus piezas (sirva El enfermo imaginario) para vislumbrar al Molière agonizante; o desnudar a ese tipo que arriesgó todo por hacer teatro y terminó en la cárcel porque nadie iba a ver sus obras.
Entre realidad y ficción
«Así invitamos al espectador a conocerlo», explican de una función que, además de los títulos citados, se apoya en Tartufo, El avaro, Las preciosas ridículas, Don Juan, Georges Dandin, Sganarelle, El burgués gentilhombre y La escuela de maridos.
Ese juego que llevan a cabo entre realidad y ficción, entre cielo y tierra, entre dato y mito, entre rumor y certeza, les brinda un arco por el que transitar para ofrecer «una doble experiencia»: por un lado, una muestra de lo mejor de Molière como autor; por otro, un paseo por el jardín laberíntico de espejismos donde los criados de la diosa Fama van ofreciendo un retrato inacabado y ambiguo de protagonista. ¿Fue Molière un arribista cortesano favorecido y triunfante? ¿Fue un ironista que empleó el poder a su favor para llevar el arte de la comedia a su máxima expresión? ¿Fue un devoto o un libertino? ¿Qué hay de los intensos y diversos rumores acerca de su vida familiar, su boda con Armande, actriz veinte años menor que él y presunta hija de Madeleine Béjart, su primera amante que también formaba parte de la compañía? ¿Son ciertas o falsas las habladurías sobre su salud quebradiza y su hipocondría? ¿Murió de verde o amarillo sobre el escenario o en camisón blanco sobre su mullida cama burguesa? Todo ello se preguntarán sobre las tablas.
«Es hora de risa, de inteligencia, de sátira, de fiesta, de farsa. Es hora de comedia pura. Es hora de Molière», cierran.
- Dónde: Teatros del Canal (Sala Roja), Madrid. Cuándo: 10, 11 y 12 de noviembre. Cuánto: de 10 a 24 euros.