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Opinión
Mónica García se enreda ahora con la exclusividad
En vez de pagar mejor a nuestros profesionales para evitar que se vayan, la ministra se empeña en planteamientos de corte ideológico
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La ministra Mónica García está empeñada en crear problemas allí donde podría haber soluciones. En Muface, su obcecación por abolir el sistema insertando a los funcionarios en la sanidad pública puede colapsar a esta última en muchas autonomías, amén de suponer para el Gobierno un importante revés electoral por parte de los más de un millón de afectados y sus familiares. Cierto que, en principio, resulta extraño que los funcionarios no tengan como referencia al sistema estatal sino al privado a través del mutualismo. La realidad es que eso es así desde siempre, y por tanto se debería considerar un derecho adquirido, en la medida en que mantener el cuadro médico de una persona constituye un argumento social de peso, aunque sea costoso para el erario público. Se podría establecer que, a partir de un determinado momento, ya no habrá más mutualismo subvencionado, pero suprimir un derecho consolidado es impropio de partidos que se dicen de izquierdas, y menos aún de un Gobierno que presume de defender a los funcionarios frente a la derecha.
Lo último que se le ha ocurrido ahora a García es exigir exclusividad a los directivos de los hospitales públicos, una de las medidas más llamativas de la reforma del Estatuto Marco de los profesionales sanitarios. Se atisba que tal medida podría producir una fuga de médicos de la sanidad estatal, pues elegirían lo privado en caso de que se les obligue a descartar.
Un problema más para un sector que acumula ya carencias y extraordinarios números de listas de espera. En vez de pagar mejor a nuestros profesionales para evitar que se vayan al extranjero, la ministra Mónica García se empeña en planteamientos de corte ideológico que no ayudarán a la Sanidad. Con lo fácil que sería, como sugiere Juan Abarca, incentivar la productividad, la dedicación y el esfuerzo.
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