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Apuntes

Lo que nos importa es que no gane la derecha

Ya puede Aldama desgañitarse que el PNV seguirá yendo a lo suyo

El caso Aldama promete largos días de curro a los sufridos obreros de la máquina del fango, esos pobres periodistas al servicio de la fachosfera, enfrentados a la realidad de un partido, el PSOE, y de una izquierda que, en estos casos, disfruta de una piel de elefante o de una fachada de cemento armado, capaz de desincentivar a un legionario en un burdel de Larache. De ahí, que sea un ejercicio de melancolía tirar de hemeroteca y recordar el rasgar de vestiduras de cuando Bárcenas de nuestro actual presidente del Gobierno o las hipocresías de ese portento de la política, doce años de portavoz os contemplan, como es Aitor Esteban, mientras en el PNV afilaban la navaja para darle la puñalada trapera a Rajoy, al que, por cierto, ya le habían sacado toda la tajada presupuestaria. Se entiende, pues, que los nacionalistas vascos, como los catalanes, todavía consideran que la vaca de Pedro Sánchez tiene mucha más leche que dar y que es cuestión de apurar los tiempos. Total, está bien machacar a impuestos a la banca y a las eléctricas siempre, eso sí, que el botín lo distribuyamos nosotros; ya se puede poner Page como se ponga, que a los castellano manchegos les va a dar lo mismo, como al resto. La ironía es que el coste de los impuestos se suele trasladar a los consumidores, vía precios; a los empleados, vía reducción de salarios, y, en muy menor medida, a los accionistas, con menores dividendos. No me extraña que los Bildu acaben por comerle la tostada a los aranistas, cómplices necesarios de este infierno fiscal que nos ha tocado vivir, que ya se sabe que los sucedáneos no saben lo mismo. Pero a lo que íbamos. La idea de que Aldama miente para librarse de la cárcel o aminorar la previsible condena, que es el eje de la defensa del sanchismo, tiene apoyos en experiencias recientes, como la cacería que sufrió Francisco Camps, el de los trajes, y dejan en muy mal lugar ciertas instrucciones judiciales e investigaciones de las fiscalías, cierto, pero lo que no es de recibo es que los mismos que jaleaban a los «falsos arrepentidos» contra el PP –¿presunción de inocencia? ¿Qué es eso?– se pongan ahora como plañideras cuando les toca el turno de pasar por el petitorio. No es nada estético y, además, obvia un hecho absolutamente indiscutible: que el partido ya se había cepillado a Ábalos, suponemos que por considerarle responsable de las andanzas de Aldama y de Koldo, y Ábalos no era un cualquiera, era un alto dirigente socialista, diputado en Cortes y ministro de uno de los Departamentos gubernamentales que más dinero público gestiona. Que Ábalos, Aldama y Koldo eran «troncos» es lo menos difícil de demostrar en esta trama, desde el momento en que el segundo le pagaba el piso a la querida del ministro y hay facturas que lo acreditan. De ahí que negar la mayor y cerrarse en banda es una estrategia que sólo funciona si se lleva hasta el final, es decir, hasta sentencia firme del Supremo o hasta la celebración de las elecciones, una vez agotada la legislatura. El problema es que muchos ciudadanos están convencidos de que Sánchez y sus socios son capaces de eso y de mucho más con tal de permanecer en el machito, que hay muchas facturas que pagar y los colegios de los niños están muy caros. Ya puede Aldama cantar hasta desgañitarse, que el PNV seguirá yendo a lo suyo, que no es, precisamente, lo mejor para los españoles.