V de viernes

Llega la “sexualidad robótica”

Elon Musk dice que su próxima esposa será la robot Katanela, con todas las especificidades que a él le gustan

En las películas “Her” y “Ex Machina” los hombres se enamoran y tienen relaciones sexuales con robots humanoides. No es la primera vez que se especula con esta cuestión, pero cada vez parece más cierto que semejante fantasía está a punto de convertirse en realidad. David Levy dice en su libro "Amor y sexo con robots" que casarse con un cyborg será normal en el año 2050. Otros adelantan el acontecimiento, y lo ven posible en 2030, año de la famosa agenda transhumanista. De hecho, Elon Musk ha anunciado que su próxima esposa será un robot de nombre Katanela, con personalidad femenina y todas las especificidades que le gustan al megamillonario americano, que no ha podido encontrar hasta ahora en ninguna mujer. Katanela funciona con energía solar, no necesita carga y es capaz de sentir felicidad y tristeza, acompañar a Elon en sus momentos de euforia o dificultad, y por supuesto tener relaciones íntimas cuando él lo necesite.

¿Ficción o revolución?. Más parece lo segundo, aunque construir robots para tener sexo no va a ser fácil. Un “robosex” va más allá de los aparatos que ya existen en forma de juguetes sexuales como, por ejemplo, vibradores o muñecas. Un robot sexual es lo que anuncia la compañía Abyss Creations, una de las más reconocidas en el sector de las muñecas sexuales hiperrealistas de silicona, que ha presentado, a través de su filial Real Doll, a Harmony, su primer humanoide con fines sexuales. Una maquina humanoide con IA, capaz de dar placer al usuario. Harmony se autodescribe como "la primera real-doll-X diseñada para ser una sex-machine”. Es capaz de mantener conversaciones sencillas y articular expresiones amorosas y/o pornográficas. Para poder utilizarla hay que bajarse una aplicación, por un precio anual de 40 dólares. La cabeza es una IA total, pero el resto del cuerpo no, apenas una muñeca sexual hiperrealista hecha de silicona. En modo X, cumple cualquier tipo de fantasía. Comprarla no sale tan barato, entre 14 y 18 mil dólares, y un precio mayor para las versiones masculina y transgénero.

Las compañías que trabajan en la sexualidad robótica lo hacen en diferentes ámbitos: robots-prostitutas que trabajan en burdeles; robo-escort sexuales para mayores y herramientas de terapias sexuales para violadores y pedófilos, siendo este último bastante problemático. En algunos países asiáticos ya existen prostíbulos en los que pueden usarse muñecas sexuales, con selección de una variedad de personalidades, siempre con cinturas estrechas, traseros grandes y senos voluminosos. En Barcelona llegó a abrir uno, que ofrece servicios al precio de 120 euros la hora. Y en Londres anunciaban un “blowjob café”, donde los “robosex” harán felaciones a sus clientes.

En fin, que este es el mundo que viene. Y no es ficción. Carne sintética, úteros artificiales, comer insectos y sexo robotizado. La agenda 2030 en su esplendor.