Y volvieron cantando
Bulos a la carta
La tragedia de la Dana ha puesto en solfa infinidad de bulos especialmente en esa alcantarilla de pestilente cieno que son las redes «sociales»
En alguna de sus últimas comparecencias a propósito de la tragedia de la Dana, Pedro Sánchez ha insistido en la necesidad de hacer prevalecer las informaciones de los medios de comunicación que considera serios frente a la falta de rigor y el flirteo con los bulos de los que considera «pseudomedios», eso sí, sin llegar a poner nombres y apellidos ni a los unos ni a los otros. Las intenciones del presidente son loables a la vista de cualquier observador, pero tal vez además de loables serían creíbles si los hechos fueran otros teniendo en cuenta un mensaje que se esta consiguiendo hacer calar entre la opinión pública al que no es ajena la fábrica de argumentarios de La Moncloa y que, además de estar dejando en un muy injusto mal lugar la imagen de los informadores que honradamente cuentan la actualidad tal cual ocurre guste más o guste menos, propagan la idea general de que las informaciones que llegan a ojos y oídos de los ciudadanos cuentan con las correspondientes papeletas de incurrir en el bulo.
Los casos de presunta corrupción en los aledaños del Partido Socialista y del propio Gobierno durante la pasada etapa del todopoderoso Ábalos, sumadas las imputaciones varias que penden sobre la esposa del presidente a la espera de resolución judicial han sido especial objeto de señalamiento por parte de PSOE y Gobierno hacia cualquiera que se limitaba a informar, por el simple hecho de contar realidades no desmentidas y sobre las que responde con todas las consecuencias ante la ley y sobre todo ante sus seguidores audiovisuales o lectores cualquier medio serio de comunicación sin necesidad de tutelas que además ni siquiera disimulan su condición de parte interesada.
La tragedia de la Dana ha puesto en solfa infinidad de bulos especialmente en esa alcantarilla de pestilente cieno que son las redes «sociales» –estas sí susceptibles de regulación– pero el batiburrillo de «fakes» en el entorno de lo ocurrido en Valencia, como en otros muchos casos les ha venido que ni pintados a quienes solo ven en la confusión general y en poner al periodismo libre bajo sospecha oportunas excusas para tender un manto de confusión y opacidad sobre escándalos muy concretos que nada tienen que ver con la Dana. Ergo, la estrategia es clara, cuidado con lo que se publica sobre los Koldos y compañía por contrastado que este. Peligro de «bulo».
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