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Rosa Ruiz: La importancia de prestar atención para vivir «más vivos»
La responsable del Departamento de Investigación del Centro de Humanización de la Salud acaba de publicar el libro «En la memoria de la Piel» (PPC)
Hay momentos en la vida que son absolutamente decisivos. Que lo cambian todo. Y, muchas veces, estas circunstancias son absolutamente inesperadas. Para Rosa Ruiz, psicóloga, doctora en Teología y responsable de Investigación del Centro de Humanización de la Salud San Camilo, en Tres Cantos, ese momento trascendental llegó con un grave accidente en el que estuvo a punto de perder la vida y cuya recuperación le ocupó más de un año. «Después de algo así, ya no ves la vida de la misma forma», dice a este periódico. «Se ve más viva, más intensa».
Ahora, acaba de publicar el libro «En la memoria de la piel» (PPC), el cual nace de una serie de artículos que, desde antes de la pandemia, ha estado escribiendo para la revista Vida Nueva. «Todos los textos que lo componen surgieron después del accidente, con la piel como hilo conductor por ser precisamente ese órgano que nos alberga y en el que todo lo que vivimos queda marcado», explica.
«Creo que algo que nos pasa a todos los que escribimos es que, al final, escribes sobre las cosas que vives, que has experimentado en primera persona, o porque alguien lo ha compartido contigo, pero, en definitiva, que has experimentado de una forma cercana. Que, de alguna manera, es algo que te llega y que te suscita escribir». Por ello, en este libro Ruiz trata de reflexionar acerca de «cosas que normalmente pasan desapercibidas, pero que, cuando te das cuenta de ellas, te hacen pensar». Por eso, dice, es un libro enormemente variado. «Son textos cortos y de temas muy diversos, en los que he tratado de reflejar lo que es común a cualquier ser humano, aquello que tenemos en nuestro interior y que muchas veces solo detectamos cuando alguien te habla de ello o lees y dices... ¡Esto era lo que me pasaba a mí!».
Además, cada uno de los artículos lleva un texto original que tiene que ver con la piel. Por ejemplo, en la primera parte, titulada «La piel recibida», la autora trata de constatar que «hay una parte de nosotros muy auténtica y trascendente. Y que, lo llames Dios o lo llames espiritualidad, universo... Es una dimensión del ser humano que va más allá de lo que es propiamente humano y que nos precede a todos». Pero, sobre todo, que «cuando te das cuenta de que tu humanidad forma parte de esa dimensión trascendente, que tiene valor, es maravilloso». Por este motivo, el libro «es una forma de situarse en la vida para que la vivamos vivos, y por ello se tratan con temas tan variados y trascendentes como Dios, pero también otros como el amor, el desamor, las frustraciones, las expectativas, los deseos, las personas en las que encontramos fuerza...».
«La piel como sentido, como órgano más grande que tenemos y que registra todo lo que vivimos, desde lo que nos hace daño hasta lo que nos da vida, lo que nos acaricia... Y que, sin darnos cuenta, se nos va quedando ahí», continúa. «Se nos va quedando en la memoria, nos hace ser lo que somos, y nos hace alejarnos de lo que nos hace daño», porque «muchas veces, cuando intentas vivir atenta a la vida, muchas cosas ya no te pasan desapercibidas. Y esto te hace vivir con más intensidad lo bueno y lo malo».
Con intensidad se puede vivir, dice, hasta el último momento de la vida. De hecho, el trabajo que hacen en el Centro de Humanización de la Salud –muy vinculado a los cuidados paliativos y a la atención al duelo– está muy a la orden del día. «A veces cuando hablas con alguien y le dices que trabajas en cuidados paliativos, te miran un poco raro porque algo no cuadra. Parece que en seguida se asocia con la muerte, con algo oscuro. Sin embargo, mi experiencia aquí es que es un lugar de mucha vida, no solo por lo que comparto con mis compañeros sino también por gente que ha fallecido aquí y con la que he tenido la suerte de coincidir, así como con sus familias», asegura.
«En paliativos decimos mucho que no se trata de alargar la vida sino de ensancharla, es decir, que el tiempo que quede se viva con toda la plenitud posible, y eso supone una actitud, un proceso en la persona, porque no todo el mundo llega al final de la vida igual, no todo el mundo tiene resueltas historias personales». Sin embargo, poder hacer este proceso «acompañado, en libertad, y en un espacio amable, lleno de luz... es muy importante».
Cuidar y enseñar a cuidar
El Centro de Humanización para la Salud es una institución socio-sanitaria en la que se trabaja tanto la atención a los pacientes y familiares como la investigación. «Ha sido una opción propia porque estamos convencidos de que hay necesidad de hacerlo», señala Rosa Ruiz. «Creemos que es muy importante seguir profundizando en el campo de la bioética, de los cuidados y, en este sentido, en el cuidar y enseñar a cuidar». Aquí entra, precisamente, su trabajo como responsable del Área de Investigación así como de todo lo que tiene que ver con la generación de conocimiento «para transformar la cultura», coordinando esto con las distintas áreas que se trabajan en el centro.
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