El Madrid de

Guillermo Logar: «Me siento en deuda con la generación de nuestros padres»

Hijo de periodistas, actor, director y guionista. Ha presentado «Guernica: el último exiliado», disponible en Filmin y RTVE Play

Guillermo Logar, director y guionista de cine
Guillermo Logar, director y guionista de cine Gonzalo PérezLa Razón

Sus orígenes, como muchos otros de la industria, son «muy mixtos». Estudió como actor en Cristina Rota y posteriormente en la RESAD. Años más tarde y habiendo vivido en Nueva York experimentó la transición a director, primero de teatro y luego, de forma muy casual tras la muerte de Adolfo Suárez en 2014, escribió un guion sobre el mismo.

La historia de nuestro país siempre le suscitó gran interés, como podemos ver en sus trabajos acerca de la figura de Adolfo Suárez, pero también en «Guernica», su último documental que trata sobre la obra de Picasso. «No sé por qué, pero me despertó mucha curiosidad esta persona, de quien comencé a investigar y a escribir. Moví el guion en distintas productoras y luego evolucionó a una especie de serie de televisión». De una forma casi inconsciente ha aunado en su profesión el cine y la historia, y el motivo es que «me siento, como mucha gente de nuestra generación, heredero y en deuda con la generación de nuestros padres y abuelos. Nos toca a nosotros contar lo que hicieron ellos».

En su opinión, en España quedan tareas pendientes en cuanto al conocimiento y compromiso con nuestra historia. «Desde dos vertientes hay un agujero pendiente: por un lado, la educación. Yo no estudié la guerra civil ni la transición en el colegio porque nunca daba tiempo, es de chiste, pero es verdad. Mis primeras referencias de esa época vienen de mi madre, que es periodista, y de la serie ‘Cuéntame cómo pasó’. Y luego, ya dentro de la propia industria, te das cuenta de que es muy difícil hablar sobre nuestra historia, sobre todo si nos comparamos con países de nuestro entorno. Sin ninguna duda diría que sabemos más historia de Estados Unidos que de la nuestra, y es gracias al cine también».

Actualmente ha encontrado su sitio en la dirección, aunque no descarta la actuación siempre y cuando sean proyectos que le interesen. «Actuar y dirigir son labores muy complejas, pero creo que lo que hay detrás y no se ve adquiere mayor dificultad. Cuando tienes que dirigir o escribir es complicado, porque cualquier persona un poco sana mentalmente padece el síndrome del impostor del cual se habla tanto».

Ser hijo de periodistas, reconoce, no es otra cosa que un lujo. De ahí también aprendió que el cine debe de ser algo integral que se estudie desde la infancia en los colegios. En su caso, «el cine me lo ha dado todo. Cuando eres pequeño igual no lo valoras y te aburres, pero el haber compartido tiempo con personas que saben tanto ha sido maravilloso. Por ejemplo, recuerdo escuchar a Maruja Torres hablar de cine y yo aficionarme leyendo revistas especializadas y fotogramas». Ahora, también ejerce como profesor de cine de niños de 9 años, «y les enseño conectando desde las emociones, desde el cine clásico».

¿Qué sucede en Moncloa?

Le dieron la oportunidad de ser él el guionista en 100 jornadas de lo que sucede en Moncloa (disponible en YouTube). En esta especie de ciudad tan compleja donde trabajan mil personas y del que solo hemos visto imágenes muy superficiales, tuvo que enfrentarse a una tarea que, sumada a la incertidumbre política y global de los últimos tiempos, se dificultaba todavía más.

Y en un evento de la magnitud de la invasión de Rusia a Ucrania arrancó lo que ha sido, hasta ahora, su mayor desafío profesional. «Vamos grabando y vamos viendo, decíamos; conseguir unas escenas que cobren sentido, pero sin los plazos que requieren la reflexión fue todo un reto. Tuve que estructurar el tema y decidir qué iba a pasar en tan solo cuatro episodios». Tras su experiencia, destaca que le llamó especialmente la atención «los ritmos de trabajo y la profesionalidad de la gente que lleva con distintas administraciones tantos años ajenos al ruido del día a día».

Un nostálgico de su ciudad

Considera que Madrid cuenta con una clase cultural que hace que merezca la pena. «Siempre hay un teatro que me apetece ver; y mucho cine español que me encanta y que sale de Madrid, muy bien valorado en el extranjero». Reconoce ser «muy nostálgico», pues el Madrid que dejó previamente a su marcha a Nueva York, hasta su vuelta en 2017, había cambiado. «Vi ese crecimiento a lo bestia que hoy seguimos viviendo. Pero también idealizo otra ciudad, la de los cines de la Gran Vía o Madrid Rock, la tienda de discos que frecuentaba».

Ahora, su recomendación es el italiano Emma y Julia.