De padre a hijo
La familia mostoleña que cuenta la Historia con 10.000 Playmobil
El Museo de Historia de Madrid (Fuencarral, 78) expone, hasta el 13 octubre, un diorama del 2 de Mayo hecho con figuras de Playmobil
La casa de los López del Barco, en Móstoles, hace tiempo que parece un museo o también un almacén. Esta familia, entre padres e hijos, se dedican a contar la Historia a través de recreaciones de Playmobil. «Sobre todo, recreamos batallas o levantamientos históricos como el del 2 de Mayo», el cual estará expuesto en el Museo de Historia de Madrid hasta el 13 de octubre. Este diorama esconde un montón de detalles de la época, con una gran exactitud histórica y documentación. «Como Playmobil no tiene colecciones de todas las épocas, muchas veces nos toca diseñarlos desde cero», comparte Miguel Ángel, el padre de familia. En la elaboración de los uniformes franceses han utilizado pegatinas diseñadas por ellos mismos, así como también recurren a la impresión 3D para los balcones.
Miguel Ángel reconoce en todo momento que el principal artífice de estos montajes es su hijo, quien dedica gran parte de su tiempo libre como abogado a esta afición. «Yo le regalé sus primeros clicks cuando era un niño, e incluso le ayudaba a montarlos. Pero ahora es él el que le dedica más tiempo. Una exposición como la del Museo de Historia de Madrid puede llevar medio año de trabajo». Además, ellos forman parte de varias asociaciones de aficionados, que se reúnen para intercambiar piezas de coleccionismo o colaborar en otras recreaciones. «Playmobil (fundada en Alemania), salvo los piratas y los vaqueros, siempre se ha alejado del belicismo, por lo que este tipo de recreaciones históricas o sobre la II Guerra Mundial suponen los desafíos más complejos», asegura. Otro de los grandes retos de estas maquetas también reside en la representación del movimiento. Así, recurren al algodón para recrear el humo de los cañones de los fusiles franceses.
Pero entre el rigor histórico y la ardua documentación, también hay hueco para la creatividad y el ocio. «Como un juego interactivo para los más pequeños, se nos ocurrió incluir en nuestras recreaciones tres personajes infiltrados, correspondientes a otras épocas históricas». Los que detecten a estos intrusos podrán participar en un sorteo. Para Miguel Ángel, es muy sano que los niños sigan jugando con este tipo de juguetes, más allá de todos los estímulos digitales que reciben hoy. Este tipo de aficiones son un motor para la creatividad y el ingenio».
Para sorpresa, la factoría Playmobil no impulsa este tipo de iniciativas culturales: «Al menos, tampoco han puesto nunca ninguna queja», se ríe. Esta familia compra paquetes de 500 piezas a una fábrica en Malta -tras en reciente cierre de la fábrica de Alicante-, con pares de brazos y piernas sueltos, para customizarlos después uno a uno. Por si fuera poco, también recrean los barrios y edificios de la época, pero siempre con la premisa de «utilizar el máximo número de piezas originales de Playmobil posible».
Aunque bromea con la idea de que pronto no van a caber en casa con tantas cajas de figuras y accesorios, el coleccionismo es cosa de familia. Además de las 10.000 figuras de Playmobil que almacenan en trasteros, también guardan unidades originales de muñecas míticas o periódicos de días históricos.
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