Una ciudad agobiante

Este caminante tiene una manía cuando viaja fuera de Madrid o al extranjero: analizar las ciudades. La afición a la historia me ha llevado a Hiroshima. Viajar a Japón, tercera economía del mundo, permite conocer un país muy interesante… para unas vacaciones. Pero como en casa no hay nada.

La masificación de Tokio es brutal y no tiene solución. La angustia afecta especialmente a la movilidad y al esparcimiento, de manera más importante a niños y mayores. Las restricciones a la circulación y peajes urbanos hacen que el tráfico en el centro de la ciudad sea aceptable, lo que unido a un precio razonable convierte en interesante el uso del taxi.

La estrella del transporte es el metro y cercanías. De los 128 millones de habitantes del país, 14 viven en la capital y más de 37 millones en la región de Tokio. La red de metro es impresionante y su capacidad y eficacia, lo que no evita unas horas punta bestiales en las que las autoridades han acotado zonas para mujeres para evitar a los acosadores profesionales.

No hay espacios verdes lo que convierte la ciudad en agobiante. La falta de suelo hace que la vivienda sea un problema como lo es escandalosamente en Madrid y su U comunidad. Ese es un problema provocado por la falta de planificación de quienes gestionaron la reconstrucción del país tras la Segunda Guerra Mundial. La democracia en España no ha respondido al nivel exigido.

Los culpables tienen nombre: PSOE y PP especialmente. Ellos tienen buenas casas y se han olvidado de sus obligaciones fundamentales: crear una política de promoción pública, evitar la burocratización de las licencias y planificar con tiempo y no con avaricia.