Sahel

Marzo sangriento: Dos masacres y múltiples ataques empapan de rojo el mapa de Burkina Faso

El gobierno burkinés aseguró en enero haber recuperado el 70.59% de su territorio pero los ataques continúan con la brutalidad habitual

FILE - Burkina Faso junta leader Ibrahim Traore participates in a ceremony in Ouagadougou, Oct. 15, 2022. (AP Photo/Kilaye Bationo, File)
Burkina Faso MilitiaASSOCIATED PRESSAgencia AP

No existe ningún indicio de que la guerra contra el yihadismo en Burkina Faso vaya a llegar a un fin próximo. La violencia persiste a un ritmo frenético y letal. Es por esto por lo que se han registrado en los últimos días en el país africano múltiples actos de barbarie protagonizados por los distintos actores armados. La población local, acorralada entre dos frentes, es la primera encargada de sufrir las terribles consecuencias de una guerra que lleva diez años sacudiendo Burkina Faso; otra vez, sin visos de un final.

A lo largo del pasado fin de semana, fuerzas yihadistas atacaron una base militar y otra base de la policía burkinesa, según informó el medio francés RFI. Fuentes del lugar comunicaron a este diario de que se libraron “intensos combates” durante el sábado en la base militar de Séguénéga. Supuestamente, los atacantes llegaron a conseguir un número indeterminado de armas que se llevaron consigo, pero también incendiaron varias tiendas. Asimismo, en Yamba y Tandjari, durante el pasado viernes, dos bases de la policía fueron atacadas de forma simultánea por los terroristas. Un balance no oficial habla de doce policías asesinados durante los ataques, que se suman a una lista (lamentablemente) cada vez más larga y más sangrienta.

Las imágenes del horror se repiten. Recientemente se conoció que las fuerzas gubernamentales habrían cometido a principios de marzo una masacre de civiles en el departamento de Solhan, en el noreste del país. Circularon por redes sociales imágenes grotescas de hombres, pero también mujeres y niños acribillados, supuestamente acusados de terrorismo y de robo de ganado. Se desconoce el número exacto de víctimas mortales.

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Burkina FasoA. CruzLa Razón

El asesinato de civiles, supuestamente ejecutados por las fuerzas de seguridad burkinesas, supone el enésimo ejemplo de la desoladora actualidad burkinesa. El Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), una organización terrorista afincada en la región y afiliada a Al Qaeda, aseguró por medio de sus canales en redes sociales que buscarían venganza por lo sucedido, matizando que no importa que los muertos “sean peul o no”. Sin embargo, el JNIM también llevó a cabo una matanza de civiles el pasado sábado en la provincia burkinesa de Komondjari. Tras provocar la retirada de las fuerzas de seguridad, testigos sobre el terreno afirmaron que los terroristas dispararon a continuación contra los civiles e incendiaron varias viviendas. Una cifra no oficial habla de 30 muertos.

Puede verse que nadie escapa al horror en Burkina Faso. No importa que sean fuerzas gubernamentales o contrarias al gobierno. La profundidad de un conflicto que ha generado profundas heridas en el tejido social burkinés convierte la vida en un detalle reciclable, indiferente, mínimo. La deficiente comunicación de la junta militar burkinesa, que multiplica sus victorias por medio de la propaganda pero que oculta sus errores mediante la censura, vuelve sumamente complicado (desde el ascenso al poder de Ibrahim Traoré) conocer con exactitud cada uno de los sucesos que ocurren en lo largo y ancho del país.

Fue en enero de este año cuando el primer ministro burkinés, Rimtalba Jean Emmanuel Ouédraogo, aseguró que las fuerzas de seguridad habían recuperado a lo largo del año pasado el 70.59% del territorio de manos de los terroristas. Una noticia de tintes esperanzadores pero acompañada de un número extraño, puesto que cuesta entender cómo se ha llegado a ese 0.59% con una precisión que se definiría milimétrica en un contexto de caos como el descrito previamente. El primer ministro aportó cero pruebas que confirmasen este procentaje, aparte de su sonada declaración. En este contexto, sin embargo, el grupo de prensa OMÉGA ha sido suspendido durante 120 horas por la junta militar, acusado previamente de difundir información errónea sobre la masacre de Solhan. El gobierno procedió a la sanción, pero en ningún momento ha querido aclarar su propia versión de los hechos.

Esta es la realidad que desangra hoy a Burkina Faso, el país de los hombres íntegros. Que muere gente. Que golpea el yihadismo armado. Que las masacres se suceden sin que se sepa exactamente quién las provocó, ni cuántas personas fueron asesinadas. Hombres armados.Hombres armados es todo lo que se dice. Hombres armados mataron, hombres armados robaron, incendiaron, masacraron. Hombres armados que nadie sabe quiénes son con exactitud; si militares o terroristas. La información vive secuestrada por una junta militar capaz de definir con decimales el territorio recuperado, pero que sigue sufriendo sonoras derrotas en el norte, sur y este del país. Quince milicianos de las VDP murieron el 11 de marzo en Kossondougou. Cuatro soldados, cuatro VDP y dos civiles fueron abatidos el cinco de marzo en el sur del país. Y suma y sigue.