Reino Unido
Johnson irrita a los «tories» con sus cambios en el Gobierno
El «premier» recupera al «brexiter» Jacob Rees-Mogg para acabar de desmantelar la legislación europea
Boris Johnson se encuentra en plena reestructuración de su equipo después de que la semana pasada hasta cinco asesores clave presentaran su dimisión, en pleno escándalo del “Partygate”. Pese a las presiones, el “premier” intenta a la desesperada pasar página y recuperar de nuevo la confianza de sus propias filas. Sin embargo, lejos de calmar el ánimo entre los “tories”, los nuevos nombramientos no están exentos de polémica.
Uno de los cambios más significativos anunciados este martes es el del euroescéptico Jacob Rees-Mogg como nuevo secretario de Estado para las “Oportunidades del Brexit y la Eficiencia Gubernamental”. Se trata de un cargo cuyas competencias no están aún muy definidas, pero con el que Johnson espera contentar a los “brexiters”, después de que el Ministerio del Brexit como tal desapareciera a finales del año pasado, tras la dimisión de su titular, David Frost, que ya advirtió que no le estaba gustando “la dirección que estaba tomando el Ejecutivo”.
Todo apunta a que Rees-Mogg supervisará los planes para transformar la legislación “heredada” de las directivas comunitarias en una desregulación normativa que fomente la inversión. El primer ministro ha prometido una ley de Libertades del Brexit que ha sido acogida con recelo por los Gobiernos autónomos de Escocia y Gales, que temen que conlleve una pérdida de sus competencias y una recentralización del Estado.
En su momento, Rees-Mogg llegó a ser una de las figuras más influyentes del Partido Conservador, convirtiéndose en una auténtica pesadilla para Theresa May durante las negociaciones de divorcio para garantizar que Reino Unido tuviera un Brexit duro. Como cabecilla de los rebeldes que ayudaron a poner luego a Johnson en Downing Street, fue recompensado en 2019 por el primer ministro con el cargo de responsable de los “tories” en la Cámara de los Comunes. Sin embargo, en los últimos meses, su popularidad había caído en picado por diferentes reveses.
Entre ellos, ser el artífice de la falsa afirmación que Johnson lanzó recientemente en el Parlamento contra el jefe de la oposición, el laborista Keir Starmer, a quien acusó sin fundamento de no haber hecho lo suficiente para condenar a un conocido pedófilo cuando era director de la Fiscalía de Inglaterra.
Tras la polémica, el “premier” se negó a pedir perdón. Y eso es lo que llevó a Munira Mirza, la que fuera jefe de política y miembro de su equipo durante más de diez años, a presentar su renuncia.
En sustitución de Rees-Mogg, el primer ministro nombró ayer a Mark Spencer, hasta ahora encargado de mantener la disciplina parlamentaria (“whip”, en inglés), como nuevo responsable de los “tories” en los Comunes. La decisión no ha agradado entre las filas, teniendo en cuenta que el puesto incluye la responsabilidad de las normas de comportamiento en Westminster y que actualmente Spencer está siendo investigado por acusaciones de islamofobia planteadas por la diputada Nusrat Ghani, afirmaciones que él ha negado.
Por su parte, el nuevo director de comunicación, Guto Harri, que ya trabajó junto a Johnson en su época como alcalde de Londres, tan solo lleva un día en el cargo, pero ya ha acaparado varios titulares al revelar que el líder “tory” se puso a cantar la famosa canción de Gloria Gaynor de “sobreviviré” cuando le convocó en su oficina. Y no contento con revelar los detalles matizó: “No es todo un payaso, pero sí un personaje muy simpático. El 90% de nuestra discusión fue muy seria, pero se nota que es un personaje y que se divierte. No es un diablo como algunos lo tergiversan”.
En definitiva, cuando Johnson lucha desesperadamente por recuperar la confianza entre los suyos, su nuevo responsable de comunicación recalcaba su faceta más cómica, precisamente la que ahora no agrada. Entre los “brexiters”, además, no es un perfil que guste porque, en su momento, Harri hizo campaña por la permanencia en la UE. Y entre los que quieren marcar distancias con China, también despierta recelo porque en su día hizo “lobby” para que Huawei, el gigante asiático, no fuera excluido de red 5G, tal y como acabó haciendo Downing Steet, alegando problemas para la seguridad nacional. “¿Harri supone ahora una amenaza?”, rezaban hoy algunos titulares.
La primera dama, en el punto de mira
Por si no fuera pocos los frentes abiertos, el `Mail on Sunday´ ha comenzado a publicar por entregas la biografía no autorizada que prepara Lord Ashcroft sobre la esposa del primer ministro. En principio, el libro iba a salir en diciembre. Pero el Lord -que es conservador, pero no muy amigo de Johnson- no se ha visto en otra mejor para publicitarlo, ofreciendo un perfil al más estilo “Lady Macbeth”.
El malestar de Carrie ha llegado a tal punto que los aliados de Johnson les animan a escapar de la atmósfera tóxica en Downing Street y mudarse a un hogar más apropiado y menos estresante para la familia. No sería algo nuevo. Mary Wilson ya se negó a mudarse al Número 10 cuando su esposo, Harold, se convirtió en primer ministro por segunda vez en 1974.
Los rumores sobre la primera dama ofrecen versiones contradictorias. Unos dicen que no quiere apartarse del poder. Otros aseguran que ya no puede más y que vería con buenos ojos que su marido tirara la toalla.
De momento, Johnson no se plantea dimitir. Pero otra cosa es que sus propias filas le echen. Los `tories´ necesitan mandar 54 cartas formales al llamado `Comité 1922´ (que reúne a los diputados sin cartera) para activar una moción de no confianza al liderazgo. El número de las ya remitidas se mantiene en secreto. En los corrillos de Westminster, sin embargo, se habla de que podrían superar ya incluso las 42.
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