Juan Roig, CEO de Mercadona, con botas de agua y repartiendo alimentos: la fragua de un líder

Juan Roig, presidente de Mercadona, no estaría donde está si hubiese dejado escapar el tiempo excusándose o buscando culpables de sus propios fallos. Si le plantan la palabra crisis sobre la mesa, se arremanga y bate el cobre. Es lo que está haciendo ahora este valenciano de 75 años. La DANA le toca hondo, igual que al resto de los ciudadanos. Una de las personas que continúan desaparecidas es el empresario Miguel Burdeos, presidente de la empresa que suministra productos a Mercadona bajo las marcas Deliplus y Bosque Verde. Además del vínculo profesional, le une una estrecha amistad.

Y no solo eso. Es una tierra arrasada, con todo lo que ello implica. Por eso, no ha dudado en calzarse unas botas y unirse a la marea humana que caminaba hacia Benetússer. Allí habló con vecinos y voluntarios y les manifestó un compromiso que viene materializando con ayudas desde el mismo martes. Ha suministrado productos de sus tiendas a través de diferentes plataformas logísticas.

Juan Roig se consolidaba hace unos meses comoel líder español con mejor reputación este año, igual que en 2023, según el estudio de Merco. El top 3 lo completan Ana Botín, presidenta del Banco Santander, y Amancio Ortega, fundador del grupo Inditex. Forbes le posiciona como la cuarta persona más rica de España, pero su historia es la de un hombre austero y emprendedor que creó con sus manos uno de los supermercados más grandes.

Hijo de Francisco Roig y Trinidad Alfonso, un matrimonio trabajador que abrió la empresa Cárnicas Roig en la localidad valenciana de Pobla de Farnals. Ya desde pequeño, le tomó el gusto a los negocios. En 1977, la empresa familiar se transformó a una cadena de utramarinos con el objetivo de poseer una mayor variedad de productos. Era el embrión de Mercadona, que significa mercat de dona, mercado de la mujer.

El empresario se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Valencia, en 1981. Poco después, tomó las riendas del negocio familiar, junto a tres de sus hermanos y su esposa, Hortensia Herrero, e inició su proceso de expansión. En 1982 fue la primera empresa en utilizar el lector de código de barras.

De su discretísima vida privada solo se sabe que tiene costumbres austeras a tono con su carácter serio y tímido. Su obsesión por el trabajo y la productividad le han hecho alejarse del folclore que acompaña a menudo a los hombres ricos.

A medida que avanzan las horas, Roig se va informando sobre el terreno de las necesidades para reforzar su apoyo a los damnificados y coordinar de manera eficaz, junto con las autoridades locales, la distribución de productos esenciales. También ha aconsejado a la población a realizar compras responsables, evitando el acopio innecesario de productos con el fin de asegurar el abastecimiento equitativo.