Muy divertida
Las carcajadas de Isabel Preysler a costa de Tamara Falcó e Íñigo Onieva
La socialité ha bromeado mucho sobre su hija y su yerno, sobre su deseo de ser padres, la vaguería de la marquesa y cómo está desde que se mudó
Isabel Preysler está pletórica en los últimos coletazos del verano. Ha vivido una intensa temporada plagada de planes que le han mantenido con la agenda echando humo, sin desear llamar demasiado la atención y optando por una temporada discreta. Le ha cedido el protagonismo a su hija, Tamara Falcó, dejando que brille con luz propia no solo con planazos que le han hecho copar titulares, sino también centrando en ella gran parte de su conversación con los periodistas, a sabiendas de que daría mucho juego para echarse unas risas. A carcajada limpia ha terminado la socialité con los compañeros de la prensa que han acudido al evento orquestado por Pedro del Hierro para celebrar sus 50 años en la moda y que ponía el broche de oro a la primera jornada de la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid. Una cita ineludible con la moda que Isabel Preysler no se ha querido perder y donde ha hablado de su atípico verano, además de usar a su hija para hacer chanzas con los congregados.
Como les sucede a muchos, Isabel Preysler también entiende que el final del verano marca el inicio de una nueva etapa: “Yo también soy de las que empieza el año en septiembre”. Lo hace con las pilas cargadas, tras un verano “familiar y tranquilo”, donde se lo ha pasado “bien”, pero también ha descansado. Quizá porque ahora vive sola, sin que Tamara Falcó le amenice los días con sus ocurrencias o sus grandes planes de futuro. Entre ellos destaca el de convertirse en mamá, algo en lo que ya está inmersa. ¿Tiene las mismas ganas la filipina de ser abuela? Aunque ya tiene nietos, lo cierto es que le hace especial ilusión que Tamara haga crecer la familia: “Quiero ser abuela, cuantos más nietos tenga mejor. Pero no hago presión. ¿Ella ha dicho que la presiono?”, se hace la sorprendida entre bromas, pidiendo a los reporteros cambiar de tema para no incurrir en el error de presionar a su hija mostrando sus ilusiones.
Pero no puede borrar la sonrisa del rostro cuando se plantea la posibilidad de que sea abuela en breve. Más cuando le recuerdan el deseo de su hija de honrarla si tiene una niña, a la que llamaría Isabel: “Me hace mucha ilusión”. ¿Y si es varón? Se baraja el nombre de Íñigo, como el padre, algo que ya no le hace tanta gracia, aunque trate de disimularlo: “Sí, me encanta”, dice despertando las risas de los periodistas que se arremolinan a su vera. Obviamente, ante este gesto, llegaba la pregunta obligatoria sobre cómo se lleva con su yerno y si en algún momento entran en disputas o desavenencias: “Me llevo muy bien con Íñigo y cada vez mejor”, con lo que descarta que haya rencillas entre ellos. Eso sí, ella es madre y lo que valora es cómo se sienta su niña, algo que le da tranquilidad: “Me encanta ver a mi hija locamente enamorada”.
Pero una vez entrada en materia y después de compartir algunas chanzas y bromas, Isabel Preysler continuó dándole una de cal y otra de arena a la marquesa de Griñón. Primero bromeó con la idea de que Íñigo Onieva le está sacando de su zona de confort: “Tamara estaría todo el día tumbada en un sofá, aunque trabaja mucho, pero fuera del trabajo le gusta estar en el sofá”, desvela. Ahora bien, no era tanto una queja, pues ahora nota mucho su ausencia en casa, desde que se mudase a su ático en Puerta del Hierro: “Hace mucha compañía, es la alegría de la casa. Pues claro que se le echa de menos, aunque viene mucho a casa. Hace su clase de gimnasia todos los días en casa”. Ella no va tanto al ático, pues no quiere ser “una suegra pesada”, de ahí que respeta el espacio del matrimonio, que tiene que aprovechar el tiempo para traer bebés al mundo y convertirla de nuevo en abuela, como así ansía, sin meter presión, eso sí.