Curiosidades de Estrabón

Con la Unión Europea, como un solo hombre

Hay que ser extravagante para pedir la salida de la OTAN en un país que tiene problemas fronterizos con Marruecos, que linda prácticamente con África y tiene sus principales socios amenazados por Rusia

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en el CongresoEduardo ParraEuropa Press

Los titulares subrayan que el Gobierno está partido tras las votaciones de esta semana, porque sus socios de ultraizquierda lo han abandonado en materia de Defensa. En realidad, que Gabriel Rufián o Arnaldo Otegui muestren lo que son, ni es malo ni sorprende. Cabe la provechosa lectura de que todo el centroderecha nacional (incluido el PSOE) está con Bruselas y sólo los frikies se han desmarcado del acuerdo. Porque hay que ser extravagante para pedir la salida de la OTAN en un país que tiene problemas fronterizos con Marruecos, que linda prácticamente con África y tiene sus principales socios amenazados por Rusia y, además ahora, por EE UU. Es como elegir ser naufrago en pleno maremoto.

Vox, Junts, PNV y UPN han ayudado con sus votos al PP y PSOE, en un momento en que Pedro Sánchez no tiene el apoyo ni de la coalición ni del Parlamento para hacer el gasto de defensa que ha prometido en Europa. Sumar se ha integrado en un bloque antieuropeo que integran también BNG y ERC, Podemos y Bildu, que no dudan en apostar por la salida de la Alianza Atlántica. Para despistar al personal, añade Yolanda Díaz que lo que quieren son tropas de interposición de la ONU en Ucrania, que es lo mismo que nada, porque donde hay cascos azules en el mundo hay conflictos sin solucionar. Mire usted el mapa y ponga un punto donde se guerrea sin fin: allí hay tropas internacionales. Ningún soldado de la ONU pude contribuir a evitar las avarientas apetencias de Moscú sobre Moldavia, los Países Bálticos o Finlandia. ¡Sólo nos faltaría un Putin crecido tras un acuerdo vampirizante en Ucrania! Al menor problema de política interna, el dictador se lanzaría de nuevo al tablero bélico, porque el enemigo exterior fortalece los liderazgos nacionalistas.

En realidad, que estos partidillos de izquierdas –de los que por desgracia tanto dependemos en este Ejecutivo precario– se alineen con Le Pen, con Alternativa para Alemania o con la ultraizquierda racista de Die Linke, es lo natural. Lo atrabiliario es que PP y PSOE no puedan componer una gran coalición ni en sueños.

En España no votamos a favor, sino en contra. El de siniestras lo es porque no quiere formar parte de una oligarquía-chupasangres que ya hace mucho que no existe. Y el de diestras, porque no quiere un estatalismo nacionalizador de empresas que también ha pasado a la historia. En realidad, en materia social, económica, cultural y de defensa, populares y socialistas son más hermanos de lo que quieren admitir. A veces, preocupantemente hermanos, al menos para los que recelamos de una mentalidad común poco proclive a la libertad de pensamiento, proponemos un discurso cultural humanista y apelamos abiertamente a la solidaridad con los migrantes y los excluidos, sean niños no nacidos o viejos y enfermos crónicos.

En realidad, lo que ha pasado esta semana es que, cuando un enemigo asoma los dientes en las fronteras, la inmensa mayoría de la gente, articulada en torno a partidos normales, opta por arracimarse en el apoyo a la Unión Europea. Sólo los outsiders adoptan posiciones maximalistas. A mí me alegra ver que no hay nada como la necesidad para apearnos de confrontaciones superficiales.

Otra cosa es cómo nos las arreglamos en el futuro. Sin presupuestos, toda aportación militar nueva supone tirar de partidas alternativas, con lo que siempre se pierde cobertura social. Y un Gobierno débil, sin apoyo de las cámaras, es necesariamente ineficaz. Pero de eso ya sabemos mucho en los últimos años y no por ello vivimos mal. Aunque nos escandalizamos de corrupciones y nepotismos, pese a que vivimos estampas tan pintorescas como negociar en Suiza las cosas, en nuestro país se vive mejor que en la mayor parte del mundo. Nuestra mayor preocupación es la lluvia. Y ya verán cómo se llenan las terrazas en cuanto salga el sol.