
Defensa
Sumar desarma a Sánchez con su «postureo» militar
Negocia en Bruselas el rearme de la UE, mientras en el Congreso se constata su soledad. Moncloa resta relevancia al desmarque de la vicepresidenta: «No irá a mayores»
El día más negro de Pedro Sánchez en el Congreso ha coincidido con su presencia en Bruselas para negociar el rearme de la Unión Europea. Una palabra de la que, no por casualidad, el presidente del Gobierno renegó antes de participar en la reunión del Consejo Europeo en el que se analizaba el nuevo plan de seguridad y defensa comunitario. Y es que el PSOE también empieza a temer el coste electoral de este giro histórico en materia de gasto militar que se prepara en Europa, y es por eso que empieza a transitar por el camino de la retórica en la que se envuelven los partidos a su izquierda. Una retórica que pasa por esto de llamar operaciones de paz a la guerra o seguridad al rearme.
Las derrotas del Gobierno vienen de sus socios de izquierda y también de la derecha, pero el punto más débil es el de su vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que ayer votó a favor de que España salga de la OTAN y en contra de incrementar el gasto en defensa, tanto en España como en el conjunto de la Unión Europea. Sin embargo, desde Moncloa se afanaron en restar importancia al «postureo» de Yolanda Díaz, dejando caer informalmente que las cosas no irán a mayores porque ella es la primera interesada en que el Gobierno no estalle.
Por más que Moncloa reste importancia a la deslealtad de la vicepresidenta, lo que no pueden ocultar es que el día de ayer confirmó que no pueden presentar un proyecto de aumento del gasto en Defensa en el Congreso porque sus socios se lo tumbarían. Es decir, hoy no pueden sostenerse en el Parlamento, pero tampoco puede convocar elecciones porque las perderían.
En la estrategia monclovita ha entrado también el factor de la presión de la izquierda a su izquierda sobre su electorado por el tema del gasto militar. El presidente se ha significado por su relevancia en el plano internacional, y hasta por marcar la agenda europea. Pero en esta cuestión, la «pedagogía», como reivindican en Moncloa, se hace más necesaria que nunca porque en cuanto jueguen mal el balón se pueden encontrar con que los recelos de serie, que existen también entre una parte de su electorado, se vuelvan en su contra. No hay que perder de vista que, aunque en lo que parece una actualización de la agenda «woke» el Gobierno intente convencer a la sociedad de que de lo que se está hablando en Europa es de un proyecto de actualización tecnológica y de innovación en materia de seguridad, que supondrán una modernización del país y un avance en la agenda de la lucha contra el cambio climático, la realidad es que Sánchez y su equipo sí tienen claro que poner en cifras lo que hoy se requiere, pese a que aún no tengan el dato concreto, no se puede hacer sin tocar el gasto social, sin subir los impuestos y sin aumentar la deuda.
Sumar también lo sabe, y lo que Yolanda Díaz ha trasladado al presidente es que lo que se haga debe hacerse bajo el patrón de disfrazar al máximo el movimiento de fondos y con manga libre para ella en la escenificación de su distancia. Y amenaza que es el único camino para evitar que se hunda del todo electoralmente a costa de que engorde Podemos. Esto último haría todavía más complicada repetir la cuadratura del círculo que el PSOE logró tras las últimas generales, después de no haber conseguido ser el partido más votado. Por cierto, salvo los barómetros del CIS, no hay ninguna encuesta que hoy vea posible que se repita esa cuadratura del círculo.
Ante la presión de Sumar, la intención del PSOE es hacer como que las diferencias no existen e ignorar los golpes que les propine la vicepresidenta en su propaganda antibelicista. Saben que jamás se irá del Consejo de Ministros, como obligaría un disenso tan grande, y el presidente tampoco le enseñará nunca la puerta de salida por miedo a sus consecuencias.
Moncloa también relativiza el coste en la proyección internacional del Gobierno de esta tensión interna en un tema tan relevante y en un momento tan delicado como el actual. El argumento que esgrimen es que en Bruselas saben que el mando único del Gobierno lo ejerce el presidente Sánchez y que la vicepresidenta es «irrelevante» en la diplomacia comunitaria. Un argumento con muchos agujeros ya que, con independencia de su relevancia en el plano internacional, de ella depende la estabilidad del Gobierno de coalición. Y eso sí se sabe en Bruselas. Por otro lado, la posibilidad de contar con una mayoría de 258 diputados, sumando al PP sobre la base de un acuerdo «serio y limpio», como pidió Alberto Núñez Feijóo, está totalmente fuera de la agenda del Gobierno. A pesar de que a principios de mes el Parlamento Europeo aprobó una resolución sobre la guerra de Ucrania en la que votaron juntos los eurodiputados del PSOE y del PP sin que ninguno de ellos mostrara el más mínimo escrúpulo.
El argumentario que sostiene el discurso oficial del círculo que rodea al presidente contrasta con lo que se mueve de manera soterrada en las filas socialistas. La ausencia de explicaciones, también internas, y de información está contribuyendo a alimentar la incertidumbre sobre la base de entender que el aumento del gasto exige un acuerdo con el PP, implicar al principal partido de la oposición en la decisión, y revestirse de una imagen de sentido de Estado, aunque sea a costa de unos socios con los que ya no se puede contar en el Congreso.
El presidente rechaza el término «rearme»
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, asegura que el término rearme (en referencia al plan presentado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen) no le gusta «en absoluto». A su entrada a la reunión en la capital comunitaria con sus homólogos europeos, y por la noche, Sánchez explicó que no comparte este término y que hay que «hablar de otra manera y dirigirnos a los ciudadanos de otra manera cuando hablamos de la necesidad de mejorar la seguridad y las capacidades de Defensa». A pesar de esto, quiso subrayar que el «salto tecnológico» que quiere realizar ahora la UE es «coherente» con la acción del Gobierno en los último siete años. Hay que señalar que el plan Von der Leyen prioriza, sobre todo, el gasto nacional. Bruselas permitirá a los Estados miembros acogerse a una cláusula nacional de escape dentro del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que les autorizará a saltarse los límites de las reglas fiscales europeas si invierten en Defensa. Esto significa que los países europeos no se enfrentarán a sanciones.
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