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Envases de medicamentos más sostenibles con ecodiseño

Los planes empresariales de prevención y ecodiseño de Sigre permiten a la industria farmacéutica minimizar el impacto ambiental del packaging de las medicinas y avanzar hacia un modelo circular

Ejemplo del resultado de ecodiseñar un mismo envase de comprimidos en un medicamento ficticio
Ejemplo del resultado de ecodiseñar un mismo envase de comprimidos en un medicamento ficticioSIGRE

Seguramente nadie, o casi nadie, al diluir un anticatarral en medio vaso de agua, echar un jarabe para la tos en su dosificador, tomar una pastilla para el dolor de cabeza u otra para controlar la tensión arterial, se fije en el sobrecito, el frasco o el blíster que los contienen, y en la caja solo para ver el nombre y, como mucho, la fecha de caducidad.

Pero, es muy posible que ese mismo envase lleve incorporado en su diseño alguna mejora que permita que, cuando nos haya aliviado o curado sea más fácil reciclarlo. Es decir, habrá sido ecodiseñado y estará listo para integrar los materiales con los que está hecho en la economía circular.

Algo en lo que merece la pena fijarse justo esta semana en que se celebra la Semana Europea de la Prevención de Residuos.

Uno de cada tres

De hecho, uno de cada tres envases de medicamentos de los 1.500 millones que se ponen en el mercado anualmente en España lleva integradas mejoras de ecodiseño en su empaquetado, según datos de Sigre, -la entidad sin ánimo de lucro creada por el sector farmacéutico para la correcta gestión de los residuos de medicamentos domésticos. Dicho lo mismo en otras cifras: a los envases de 500 millones de unidades de fármacos se les ha aplicado alguna mejora ambiental. Porque, con los ocho planes trienales de prevención de residuos y ecodiseño elaborados por Sigre desde el año 2000, las 315 empresas farmacéuticas integradas en su sistema han aplicado, solo durante el trienio 2021-2023, 749 medidas de ecodiseño que han permitido entre otros logros medio ambientales, ahorrar 2.800 toneladas de materias primas.

Eso incluye menos cartón, menos papel, menos plástico para los blísters, menos tinta, menos vidrio en los frascos, en definitiva, menos plástico o metal para los tubos. Y en el actual PEPE 2024-2028, el objetivo es incrementar en un 5% las iniciativas y reducir el peso medio de los envases farmacéuticos entre el 1 y el 1,5%.

Cada cual su misión

Si la misión de un medicamento es curar o aliviar un problema de salud, la del envase es asegurar que ese medicamento llegue al paciente en perfectas condiciones para cumplir ese objetivo. En palabras de la directora técnica de Sigre, Mª José Blázquez, «debe cumplir cinco funciones: proteger el medicamento frente a factores externos, como puede ser la humedad o roturas; presentación apropiada, para que pueda ser identificado por el paciente; información que garantice que es ese medicamento y no otro. Además, tiene que permitir la dosificación y administración óptima».

Por todo ello, y porque ha de cumplir los requisitos que requiera la normativa sanitaria, «a la hora de hacer modificaciones en los envases hay que tener en cuenta las limitaciones técnicas que pueda haber. Porque, cuando se aprueba un medicamento, se aprueba todo, envase y medicamento. Así que, si se propone una modificación, también tiene que ser aprobada».

Blázquez pone como ejemplo de limitación posible «la identificación del producto con sistema Braille para las personas invidentes, que es obligatoria. Para que pueda ser leída por ellas, el cartón del envase debe tener un determinado grosor porque con un gramaje inferior los puntos pueden no tener el relieve suficiente para ser leídos bien. De manera que, si tanto ambientalmente como económicamente sería una posibilidad, para la función de identificación no es aplicable».

Otras medidas de las muchas posibles que se proponen, y se realizan, son la reducción de superficie impresa, con la que se ahorra tinta y uso de tintas ecológicas, reducción del espesor de tubos de pomadas y similares, rediseño de frascos, incrementar la capacidad de los blísters o reducir su tamaño, adaptar los estuches al nuevo tamaño de los envases que contienen los medicamentos. Todo ello afecta a la fase de fabricación y envasado de los medicamentos. «Pese a estas limitaciones, el esfuerzo de los laboratorios ha posibilitado que en todos los planes de prevención se hayan cumplido los objetivos fijados», apostilla Blázquez.

Por eso, tanto como el desarrollo de los propios medicamentos, el de los envases y estuches en los que se contienen, requieren una importante fase de investigación primero, y desarrollo después, antes de implementar las medidas orientadas a reducir su impacto ambiental , tanto en la fase de fabricación y envasado, en su transporte y distribución, y al final de vida útil y la vuelta de las materias primas al ciclo económico.

Ecodiseño de principio a fin

Eso, que en definitiva es ecodiseño, la integración sistemática de los aspectos ambientales en concepción de un producto, todo el ciclo de vida de los productos, globalmente, determina el 80% de los impactos ambientales del producto.

Por ello «hay que tener en cuenta todas las entradas del proceso, porque en todas se generan emisiones y se consumen agua, energía y materias primas», afirma Blázquez. Así pues, para reducir la huella ecológica de un producto también se tienen en cuenta las siguientes etapas, como la distribución. Una vez que salen del laboratorio, «en la logística también se puede actuar, para adaptar las cajas grandes a los nuevos tamaños, pueden caber más, o pesar menos, y por tanto optimizar el transporte, consumir menos combustible, etc.».

La fase de fin de vida, de reciclaje, en la que Sigre vuelve a tener papel protagonista, comienza cuando todos esos medicamentos sobrantes o caducados llegan al contenedor blanco de las farmacias. Pero esa ya es otra historia.