Debate decisivo
Sánchez exhibirá gestión y respeto para retratar al PP con Vox
El presidente lleva varios días intercambiando papeles con sus ministros. El principal riesgo es «pasarse de frenada»
Pedro Sánchez arrancó la precampaña pidiendo seis debates, uno cada lunes hasta el 23 de julio, al líder de la oposición. La propuesta, orientada dentro de la estrategia a la ofensiva que ha desplegado el presidente del Gobierno para estos comicios, delataba la percepción de la propia Moncloa de una contienda concebida a la contra y en la que es necesario recuperar terreno y marcar posición. Desde que Alberto Núñez Feijóo desembarcara en la arena nacional, como líder del PP, el Senado se ha convertido en un campo de pruebas que ahora se quería exportar a los platós de televisión en prime time.
El presidente ha multiplicado su presencia en la Cámara alta para forzar estos «cara a cara». A las sesiones de control debidas –y hasta entones desmerecidas– se unieron inéditas comparecencias monográficas a petición propia –en paralelo a las habituales en el Congreso– sobre cualquier asunto de actualidad para tratar de forzar el choque con Feijóo y «desmontar» así la imagen de moderación y el perfil de hombre de Estado que proyecta.
En el Gobierno son muy conscientes de la buena percepción, en contraposición a la crisis reputacional que arrastra Sánchez tras cinco años de mandato, con la que el boyante líder de la oposición aterrizaba en Madrid y querían erosionarla a toda costa. El saldo de estos enfrentamientos parlamentarios es muy favorable para el Ejecutivo, que incluso ha llegado a dibujar a un líder del PP «muy flojo», que «pincha en todo» y tiene «poca cintura para responder al presidente», en comparación con la «solvencia y la firmeza de los argumentos» de Sánchez.
«Teníamos una expectativa de Feijóo que no se ha cumplido», aseguran fuentes gubernamentales. Esta es la imagen que intentarán trasladar hoy en el debate decisivo de Atresmedia. El encuentro lo es por varias razones; la fundamental, porque será la única oportunidad para ver «cara a cara» a los dos aspirantes a la Moncloa en esta campaña, en la será también única bala del líder popular, que no participará en el debate a tres de RTVE, en el que sí estará Pedro Sánchez, junto a Yolanda Díaz y Santiago Abascal, la próxima semana.
El presidente del Gobierno encara esta cita como encara el 23J: en un «todo o nada», pero en esta ocasión, sí tiene algo que perder. Sánchez sabe que su principal riesgo es «pasarse de frenar», destilar un tono excesivamente condescendiente con su rival que acabe por victimizarle y reforzarle ante la opinión pública en su posición de «hombre tranquilo» frente a un Sánchez excesivamente agresivo o deshumanizado. En definitiva, el líder socialista no puede volver a caer en el «usted no es decente» que le espetó a Mariano Rajoy en diciembre de 2015.
Entonces lo hizo como aspirante y hoy es el presidente del Gobierno. Desde el entorno del candidato reconocen que no se puede subestimar a Feijóo porque es «perro viejo». «Habrá máximo respeto por el adversario», aseguran a este diario, cuando la mera apelación al «respeto» resulta ya significativa en sí misma. «Tenemos que ir con cuidadito», advierten, porque «Feijóo lleva toda la vida en política y eso le da un bagaje muy importante para afrontar el debate. No es un novato».
Esto en cuanto a los riesgos, porque si Sánchez concibe el «cara a cara» de esta noche como algo es como una oportunidad. Una oportunidad para seguir apuntalando los pilares de su campaña. En primer lugar, exhibir gestión, el trabajo realizado durante estos años al frente del Gobierno en un contexto de máxima excepcionalidad, para lo que lleva días intercambiando papeles con sus ministros. En segundo término, para retratar al «verdadero Feijóo».
Esto es, la falta de moderación del líder del PP, como un candidato que incumple la Constitución –lejos del perfil de hombre de Estado que destila–, dado que el Consejo General del Poder Judicial sigue sin renovarse y que ha comprometido su centralidad al pactar con Vox tras el 28 de mayo. «El PP ha asimilado las políticas de Vox», dicen fuentes socialistas, que anticipan que Sánchez buscará contraponer los dos modelos de país –avance o retroceso– ante el electorado y tratará de captar a los votantes moderados que censuran estas alianzas y los efectos que ya se han ido produciendo en aquellos lugares donde ya gobiernan juntos.