Vuelta a España
Vingegaard presenta su candidatura a ganar la Vuelta
El danés entró llorando en la meta Bejes y dedicó la victoria a su compañero Van Hooydonck, que sufrió un infarto por la mañana. Se acerca al liderato de Kuss
Sepp Kuss fue a abrazar a Vingegaard después de su victoria en Bejes. Era un abrazo de felicitación y de consuelo. El danés entró llorando en la meta, se acordaba de su compañero Nathan van Hoydoonck, que había sufrido un infarto por la mañana mientras conducía con su esposa embarazada en el asiento del copiloto.
Era una victoria emocionante para él. «Esta mañana tuvimos noticias terribles sobre Nathan, es algo que estaba en la cabeza de todo el equipo. Es mi mejor amigo, quería ganar por él y estoy feliz de poder dedicarle esta victoria», confesaba después.
«Nathan es un buen amigo dentro del pelotón y fuera. Es un chico muy tranquilo, un tipo superprofesional, el mejor tío del equipo. He recibido noticias de que está un poco mejor y espero que se recupere», añadía.
Vingegaard consiguió la victoria para su amigo y para acercarse a Kuss en la general. El estadounidense sigue siendo el líder de la carrera, el danés estás más cerca ahora, pero se felicitan con la seguridad de que el triunfo final en la Vuelta está dentro del equipo Jumbo. Será uno de ellos o Roglic el que vista de rojo en Madrid.
Jumbo juega a eso, a asegurarse el triunfo final con cualquiera de los tres corredores que ahora ocupan el podio de la carrera. Y por eso saltó Vingegaard a falta de tres kilómetros para la llegada en Bejes, un puerto de segunda, corto, pero con unas rampas impresionantes y con asfalto descarnado. Terreno difícil en el que nadie pudo discutir la superioridad del Jumbo, que supo aprovechar su ventaja táctica para lanzar al hombre que ha ganado los dos últimos Tours y forzar la respuesta de los rivales. Si respondían, le quedaban las armas de Roglic y de Kuss. Si no lo hacían, Vingegaard sólo tenía que tirar hacia delante con la vista puesta en la pancarta de meta.
Eso hizo el danés, que completó la primera parte del plan del equipo neerlandés. Ninguno de los favoritos pudo responder y Vingegaard está ahora un minuto y quince segundos más cerca de de Kuss. «El plan era que podíamos intentarlo cualquiera de los tres. Yo tenía buenas piernas y el ataque fue bueno para ganar», reconocía Vingegaard.
La siguiente parte del plan no se completó porque la arrancada de Roglic sí tuvo respuesta y porque a Kuss no le dieron las piernas para lanzar un ataque como el que lanzó en el Tourmalet. Jumbo quería un triplete como el de la montaña francesa, pero se quedó a medias.
«Jonas atacó en un buen momento. Está bien que pudiera atacar porque este tipo de finales son difíciles para mí», explicaba el líder de la carrera, que ahora tiene a su compañero a 29 segundos. «Hoy hizo una subida perfecta. Para mí era un final demasiado explosivo», añadía.
Jumbo juega con sus armas y el resto de equipos se convierten en espectadores. Dejan los ataques para el final, cuando apenas pueden recortar unos segundos a los de delante. No arrancó Ayuso, tampoco Enric Mas. Y llegaron todos juntos, ya fuera del acceso a las bonificaciones y apenas cuatro segundos por delante de Kuss.
Las fuerzas parecen haberse invertido en la carrera. En la primera semana Evenepoel y Roglic parecían los más fuertes, mientras Vingegaard aparentaba conformarse con ser un acompañante de lujo para el esloveno y para Kuss. Pero el danés ya suma dos victorias, que son sólo un síntoma de algo más profundo. Su forma cada vez está más cerca de la que exhibió en el Tour.
En Francia liquidó la carrera en la contrarreloj. En España está aprovechando la montaña para demostrar su superioridad. Ahora, además, le gustaría dedicar la victoria a un amigo.
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