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Miguel del Arco sobre el 'caso Errejón': "Es un 'shock', un torpedo en la línea de flotación"

El director regresa a Madrid con 'Jauría', la pieza teatral sobre la Manada que estrenó en 2019 y que ahora presenta con otro elenco y con algún cambio: la víctima ya baila "como una mujer libre", señala
Ángela Cervantes, en el centro, se meterá en la piel de la víctima de la Manada
Ángela Cervantes, en el centro, se meterá en la piel de la víctima de la ManadaDavid Ruano

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Miguel del Arco continúa con su hiperactividad crónica. Tras estrenar en Barcelona, ha regresado a Madrid (dentro de la programación del Festival de Otoño) con una nueva producción de 'Jauría', "la primera vez que vuelvo a dirigir un texto propio". Además, ya mira de frente a "dos películas", dice, "que están por venir"; una de ellas, precisamente, sobre la propia 'Jauría' de aquella infame madrugada de 2016 en Pamplona. Como no, su versión más Kamikaze tampoco ha frenado: sigue con esa "marca de audacia contemporánea y en alerta para producir, ayudar y acompañar". Y para colmo, este 2024 ha supuesto su vuelta a los escenarios, como actor, más de quince años después. Todavía se le ilumina la cara al recordar ese 'Casting Lear' de Andrea Jiménez: "Un pasote". Solo fue una función; sin embargo, bastó para comprobar que no está oxidado. O solo un poco, ríe: "Luego estuve tres días que no me pude mover ni hablar". Asegura que forzó al cuerpo y que, pese a no estar entrenado, este respondió "con la memoria".
Y precisamente en la memoria del espectador todavía queda la 'Jauría' firmada por Jordi Casanovas y protagonizada por María Hervás en 2019. Impactaba ver a la actriz rodeada de cinco hombres. Las palmas y el jolgorio de ellos todavía resuenan en las cabezas: "1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril...", se celebra en escena.
"El debate que plantea la pieza, para desgracia de todos, está plenamente vigente"Miguel del Arco
Esta vez es Ángela Cervantes quien se convierte en víctima. Ella (acompañada de Quim Ávila, Artur Busquets, Francesc Cuéllar, Carlos Cuevas y David Menéndez) estará en el centro de un montaje que ha madurado y que ha agotado entradas antes de su estreno en Nave 10 (Matadero). "Es igual, pero no es lo mismo. El debate que plantea la pieza, para desgracia de todos, está plenamente vigente", defiende Del Arco apoyado en "el sosiego" que da el paso del tiempo. En el primer proyecto "no la puse bailando. No había alusión a que estaba borracha como una cuba, que tenía un índice de alcohol en sangre enorme que te lleva a esa desinhibición. Parecía que contribuíamos a una imagen de la chica que tiene que ver con aquella obsesión del abogado de la pierna por encima sentada en la silla...". La nueva revisión la hace bailar y disfrutar "como una mujer libre que hace lo que le sale de ahí", zanja de una pieza de teatro documento que se vale de las transcripciones del juicio.
¿Qué es lo que ha cambiado en este tiempo?
La sociedad. La manera de contemplar el caso porque es este caso el que nos ha llevado a mirar de otra manera las agresiones sexuales.
El propio Miguel del Arco hace examen de conciencia y reconoce los "muchos" tics machistas que se ha sacudido a raíz de este hito en la lucha feminista: "En la primera puesta en escena le dije a mi ayudante de dirección que parase el ensayo cada vez que tuviéramos una actitud machista y, finalmente, le tuve que decir que se callara porque no podía decir dos frases seguidas", recapitula.
"Todos habíamos escuchado que [Errejón] era un ligón, que se ponía hasta las cejas y que le gustaba la fiesta"Miguel del Arco
El director señala como causa a la "educación absolutamente machista" que todos hemos recibido. No obstante, lo que no hace es liberarse de la culpa, como sí ha hecho recientemente Iñigo Errejón, parapetado tras el heteropatriarcado como casi único responsable de sus actitudes. Del Arco define el caso como "un 'shock', un torpedo en la línea de flotación", pero se alegra de ello, "si se puede decir así", puntualiza: "Era una persona que se había erigido moralmente como un hombre progresista y feminista, y sin embargo, vemos que lo llevaba en el ADN".
Con 'Jauría', Del Arco aprendió a llamar las cosas por su nombre. Olvidó los adjetivos cuando hablaba de los agresores porque, explica, "llamarles 'hijos de puta' o 'monstruos' nos aleja de ellos". Igual que hizo entonces, el director se remanga ahora para "meterme en el fango y empezar a pensar cuánto de la Manada hay en cada uno de nosotros".
Por primera vez en su carrera, Miguel del Arco revisita un trabajo propio
Por primera vez en su carrera, Miguel del Arco revisita un trabajo propioVanessa Rábade
Respecto al expolítico de Más Madrid, el director no busca adjetivos. Cree que la figura se hizo grande por la sed de poder. "Todos habíamos escuchado que era un ligón, que se ponía hasta las cejas y que le gustaba la fiesta". Otra cosa es que el personaje se alimentara con "los focos y los micrófonos que le perseguían": "Estoy convencido de que él estaba de acuerdo con ese discurso que predicaba porque había sido entrenado y educado para ello. Lo que pasa es que el personaje se le da la vuelta y tiene un ADN instalado que no se le quita de la noche a la mañana".
Otro tema es la denuncia contra el actor Juan Codina (entre otras producciones, ha trabajado con Kamikaze en 'Vania x Vania') por una presunta violación. Se pone serio: "Hay que ser cuidadosos. Ella lo dice, que ha estado durante tres, cuatro o cinco años pensando que era una relación consentida y que ahora, de repente, llega a una conclusión diferente porque cambia la perspectiva –desarrolla Del Arco–, pero la perspectiva cambia para todos. Esa perspectiva es un camino que estamos haciendo de forma conjunta. El relato de ella es personal e intransferible, evidentemente, y tiene todo el derecho a hacerlo, pero también tenemos que estar conformando un relato común, un relato que nos cuenta a todos (...) ¿Es reprobable el hecho de que, siendo un profesor de un estudio, tengas una relación con un alumno? Sí, eso lo sabemos. Es decir, tienes una situación de poder. Mucho más en estos casos que sabemos que nosotros somos trabajadores de la emoción".
Caretas como las de Errejón son las que, afirma, "deben caer". "Como hombre progresista y feminista, una de las preguntas que estaba en mi cabeza cuando empezamos a examinar todas las actas era 'por qué te quedaste'". Hoy, Miguel del Arco ya no es el de entonces y ve la Manada como "un caso paradigmático" que cambió muchas cosas "necesarias". Para empezar, él ganó una "sobrina", comenta sobre la víctima real, "que está estupendamente", comenta orgulloso que "ha rehecho su vida" impulsada por aquella frase de "tengo veinte años y me queda mucho".
"Siempre decimos que España no funciona y, en Alemania, no nos han dejado pagar con 'cash' y todos los trenes llegan tarde"Miguel del Arco
Y para continuar, el caso ha impulsado a España al frente, "una vez más", de las reivindicaciones de este tipo: "Estamos a años luz de otros países de nuestro alrededor". Dice huir del chovinismo, pero le fastidia que no se valore lo que tenemos. Y avisa que lo dice de "primera mano"; acaba de volver de Alemania, de ver el 'Requiem' de Mozart que acaba de estrenar Antonio Ruz, y se sorprendió con lo que se encontró en la supuesta locomotora de Europa: "Siempre nos tiramos piedras a nuestro tejado diciendo que España no funciona y allí no nos han dejado pagar con 'cash'; absolutamente todos los trenes han salido y llegado tarde, todos; había un montón de sitios en los que se podía fumar porque se saltaban la norma; y en los teatros había muy mal funcionamiento técnico".
  • Dónde: Nave 10 (Matadero), Madrid. Cuándo: del 7 al 24 de noviembre. Cuánto: entradas agotadas.