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María Hervás: 24 horas de encierro para jugar, comer y bailar con cien hombres

La actriz vuelve al teatro para realizar una gesta en la que explora todo tipo de masculinidades y que le lleva al límite sobre el escenario: "La cabeza me autoboicotea, me hace preguntarme qué sentido tiene estar ahí"
En 24 horas, María Hervás apenas descansará quince minutos cada dos horas
En 24 horas, María Hervás apenas descansará quince minutos cada dos horasAlice Brazzit

Madrid Creada:

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Hace casi siete años que Jan Fabre se plantaba en la Roja del Canal para subir el 'Monte Olimpo' ayudado por una comunidad de 'groupies'. Una muestra de fortaleza teatral que incluso salpicaba sudor, aceites y vísceras a las primeras filas. Pero allí no importaba la mancha; más bien eran medallitas de las que presumir una vez finalizadas las 24 horas de fiesta dionisiaca.
Ahora, el reto no es subir ningún 'Monte' ni pringar a nadie, aunque algunas metas son similares: hacer "comunidad" y pasar un día completo agarrada al escenario en una empresa todavía más mayúscula que aquella, pues esta vez, la Hervás no tiene recambio. Ella y solo ella se comerá las 24 horas de interpretación de 'The Second Woman' –dirigida y escrita por Nat Randall & Anna Breckon–.
"Me he enamorado muchísimo de hombres de derechas y he conocido personas repugnantes de izquierdas"María Hervás
"Intento salir del teatro para no perder la noción del paso del tiempo y coger oxígeno". Son quince minutos de pausa cada dos horas. Le retocan el maquillaje "un poco", las directoras le dan "notas", mira el teléfono "para ver si algún amigo me da ánimos" y vuelta a empezar. "Al final somos tan básicos, y es lo bonito del ser humano, que un simple mensaje de WhatsApp te da fuerzas para todo", reconoce una persona que se sorprende del "poder que tenemos unos sobre otros". El ejemplo lo pone ella misma con el trayecto que le ha llevado hasta a esta entrevista: "El taxista me ha dicho 'que tengas un bonito día porque en los ensayos no se dice mucha mierda' y eso me ha sacado una sonrisa".
A su debido tiempo, irán desfilando por el escenario hasta cien masculinidades diferentes. De uno en uno. Todos pasan por capilla con el mismo guion y María Hervás "bailará" con ellos en una pieza que permite "reflexionar en el deseo que cada uno tiene y defiende en reeducar el deseo de la mujer". "El hombre desea besarte y lo intenta, pero a nosotras nos han dicho que 'no'. Nos han contado otras cosas, pero no nos han dicho que el rock and roll es en entender qué te pasa. En el momento en el que las tías empecemos a operar desde ahí, la fiesta va a ser interesante", sostiene.
Pero, ¿por qué meterse en una maratón así? "¡Quién me manda!", ríe antes de cargar las culpas a Ruth Wilson: "Ella estaba haciendo esto en Londres y me puse a investigar"; y a la vez, se dio "la casualidad", asegura, que, el mismo día que se lo comentó a un productor, le llamaron del Grec de Barcelona –donde estrenó este verano para hacerlo–.
Me empieza a incomodar el aburguesamiento del espectador. Si me están dando una mierda, pues pobrecita yo, que estoy gastando mi pasta y mi tiempoMaría Hervás
Así comienza la transformación de Hervás en Virginia, una mujer que realmente no es nadie y al mismo tiempo puede ser cualquiera. Como en un "happening", "se va adaptando a las personalidades. No hay un carácter diseñado 'a priori'. No hay una construcción del personaje". Simplemente, espera a que una nueva persona se ponga frente a ella y juega, come noodles durante un día completo –"ya no puedo ni verlos"– y baila. "Cuando no me gusta, lo echo, pero tiene que disgustar mucho, mucho, mucho para que lo haga".
Habla del 'The Second Woman' que llega al Festival de Otoño como "un experimento sociológico". "Soy defensora de no catalogar al individuo, pero al final esto son cien muestras de las que se pueden extraer una serie de patrones que se repiten. Se pueden sacar conclusiones". Concluye que todo es una "performance" porque la masculinidad "no es una cosa que venga en la genética, sino una 'performance' constante, ¿no?". De este modo, Hervás interpela a su invitado por unos minutos. "Lo reto", defiende. "Unas veces me pongo más 'macha' que él, otras, soy una princesa".
–Errejón explicó en una carta que fue "víctima" de una de esas "performances", que estaba cansado de las contradicciones entre persona y personaje...
–Decía que la primera línea política le había llevado a tocar culos...
–¿Le sorprendió?
–Me alegra que empiecen a caer indiscriminadamente los abusadores en todos los ámbitos. Que empiecen a no estar salvados ni los protegidos de la izquierda. Y como persona marcadamente de izquierdas, entiendo que es bueno, aunque la gente luego lo utilice políticamente. Yo nunca he valorado a las personas por su ideología. Me he enamorado muchísimo de hombres de derechas y he conocido personas repugnantes de izquierdas.
"Intento salir del teatro para no perder la noción del paso del tiempo y coger oxígeno"María Hervás
Masculinidades como la de Errejón también podrán pasar por la Sala Verde del Canal (9 de noviembre). Y con ellas deberá lidiar Hervás en su "encierro". Dentro de una habitación, la madrileña verá pasar a sus "acompañantes" –elegidos previamente en un casting al que se presenta tanto actores como no actores– mientras improvisan parte del guion. Desde fuera, dos cámaras recogen la acción, que, al mismo tiempo, se proyecta sobre una pantalla.
Para la actriz, esas 24 horas son extrapolables a "un año, un siglo o una eternidad". No todo puede ser un éxtasis. Como en la vida, reconoce Hervás que hay valles en el montaje. Tras las experiencias en Barcelona y en Sevilla, sabe bien que, desde su juicio interno, los "hombres anodinos" entrarán en algún momento. Solo entonces, "la directora que llevo dentro se me activa y trato de sacarlos de ahí. Suelo estar pendiente de comunicar bien con el patio de butacas. Me frustra cuando vienen ocho pesados seguidos y digo 'tío, estás muerto'". Ahí se corre el riesgo de desconexión, "pero es parte de la vida. No se puede estar 24 horas a tope. También es algo simbólico".
En 'The Second Woman' el público se puede mover libremente entre butacas. Y la intérprete da gracias por ello. Ve "mucha vida" desde las tablas y rompe una lanza a favor de dar "más libertad al público": "Me empieza a incomodar el aburguesamiento que tenemos como espectadores. El otro día vi una mierda suprema y me daba rabia cuestionarme si me levantaba y me iba. Con la mejor de las intenciones, pero me están dando una mierda, pues pobrecita yo, que estoy gastando mi pasta y mi tiempo. Podría estar tomándome una cerveza en el garito de al lado". Igualmente, se muestra molesta con el resorte que lleva al espectador a levantarse "con cualquier cosa": "Se podría hacer una pequeña tesina sobre eso. ¿Qué hay detrás de ese gesto? Muchas veces simplemente es un actor que quiere que le vean. Así de ridículas son las cosas".
La actriz confiesa que comer noodles durante 24 horas le ha llevado a cogerles cierta manía
La actriz confiesa que comer noodles durante 24 horas le ha llevado a cogerles cierta maníaAlice Brazzit
–¿Deberíamos ser más críticos?
–Se podría sanear un poco para que a los artistas nos pusiéramos un poco las pilas. No puedo venir a contar solo mi movida, la que sea. Ese es el miedo que tengo cuando me vienen tandas de anodinos.
Esos son los "peores" momentos para Hervás. Cuando su cabeza está más cerca de ser "autoboicoteada". Sin embargo, no es menos temido "el muro" que va de las 3 a las 10 de la mañana: "Es criminal. Primero me viene el sueño por un tema fisiológico. Tengo un sistema nervioso muy frágil y no puedo permitirme más que un café o una Coca Cola". Luego, es la cabeza la que "empieza a hacerme propuestas terribles. Me quiere sacar de ahí para llevarme a la cama o me hacer preguntarme qué sentido tiene estar ahí, si me creo socióloga, si pretendo cambiar el mundo o si todo esto es un ejercicio de ego para que me aplaudan".
–¿Entonces le aplaudimos como si tuviéramos un resorte?
–Hombre, hay gente que merece el aplauso solo por quién es, por su carrera; y otras, como es el caso, aunque solo sea por la gesta... [ríe].