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Luz Arcas es una mula, una burra, una cabra... ¡Es una fiera!

La bailarina y coreógrafa llega a Madrid con "Mariana", una pieza en la que regresa a la tradición de su tierra y en la que enfrenta su propio lenguaje con el flamenco
Luz Arcas llega este fin de semana a los Teatros del CanalAlejandra Amere

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Resopla Luz Arcas cuando habla de Mariana. Le impone su propio “hijo”. “Lo hemos dado todo”, dice de un trabajo que se presentó en Sevilla antes de su desembarco en Madrid los días 15 y 16 de abril. No hay pieza que no sea especial para su creador, “todas son importantes”, apunta la coreógrafa, “pero está más”. Asegura la bailarina que en su nueva creación hay “mucho puesto”. Parece que se desgarra, se sofoca, hablando de ella. “Es radical”.
Con Mariana, la artista malagueña se aparta de su trilogía más futurista y regresa a la senda de otras piezas del “ciclo de los milagros”, como Toná –ese canto a la negritud del folclore de su tierra–, o Trilla: la tensión, los conflictos y la inspiración que generan en Arcas el pasado y la tradición.
Aunque le desgarre esta línea de trabajo, Luz Arcas se libera con estas piezas de instinto. “No tengo que inventar”. Le sale todo de dentro. “Surge de manera orgánica de muy adentro. Es algo natural, fácil porque todo es parte de mí”. La artista baila, siente placer y se arriesga con un montaje que busca el encuentro entre dos lenguajes, el propio arte de la andaluza y el flamenco. Pero sin mezclarlos ni confundirlos. “Cada uno en su sitio. Se miran, dialogan, se enfrentan, en ocasiones se dan la mano...”.
Arcas se transforma en fiera. Su cuerpo toma forma animal. La naturaleza humana se enfrenta a la de la bestia y, sobre el escenario, empiezan a desfilar cabras, burros, mulas... Vuelven las siluetas equinas que tanto han inspirado a la coreógrafa a lo largo de su trayectoria (Kaspar Hauser, donde bailó encima de un caballo, o Miserere). Recupera los caballos pensando en el flamenco, en su propia historia y en Andalucía, pero también como símbolo del Mediterráneo y de toda España en general. De sur a norte, cómo obviar “as bestas” de la Rapa. “A través de Mariana conecto con algo mío, con la investigación de la figura equina, con el animal redentor”.
"Mariana es el nombre de la cabra que acompaña al gitano errante, la del 'show', la que baila y le da de comer. Mariana es la mula con la que el campesino trilla, la burra de carga del azacán y la borriquilla que transporta al dios. El animal hembra es el cuerpo del trabajo, da igual la era que atraviese. En la obra, el cante alienta y anima a la fuerza productiva y el cuerpo recrea de forma libre la potencia del animal que se deja arrastrar por el compás de los órganos, como en los cantes a palo seco. Lo mueve, no la arqueología de las esencias −presenta−, sino el puro deseo de encontrar la forma, el orden, la elocuencia. El cuerpo jondo derrocha energía, vida y muerte y esa es su radical y arcaica modernidad. El cuerpo jondo rompe a bailar, como las lágrimas, el sudor o la carcajada: con poderío, con vergüenza, ahí donde el proceso es tan visible como el resultado. Los lenguajes son impuros, mestizos, como todo lo que está vivo. Un baile esculpido en piedra y arcilla, esquemático, tosco y preciso como son los altares, los amuletos o las herramientas. Un baile tan abstracto y simbólico como utilitario y material".
El burro coge peso en escena por su “significado de trabajo y también espiritual”, apunta Arcas de un animal que se mueve entre los estereotipos de “inocente y mesiánico, o de tonto y sabio”, cuenta con la vista en El azar de Baltasar, de Bresson.
Lo que surgió cuando la artista escuchó una “Mariana”, un tiento, se convierte en “un viaje que pisa por el animal de exhibición y los cantes dedicados a la labor, como la trilla o el fandango abandolao, por cómo se domestica a esos caballos de Jerez para el trabajo; después, por la magia del símbolo espiritual; y, para terminar, por el 'show'”.
Vuelve así Luz Arcas a todo ese mundo con el que se ha relacionado desde chica. Vuelve a la feria que pisó tantas veces, a los animales con los que convivió y de los que se encariñó; y saca desde dentro una recreación de “todo lo que he visto”.
  • Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: 15 y 16 de abril. Cuánto: desde 9 euros.