Luz Arcas se apunta al teatro de guerrilla
La artista malagueña deja la danza a un lado para volver al teatro y contar las experiencias “sobrecogedoras” que vivió en El Salvador de la mano de las dos protagonistas de “Todas las santas”, Egly Larreynaga y Alicia Chong
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Ha pasado ya tiempo desde que Luz Arcas pisara El Salvador, sin embargo, reconoce que todavía no sabe muy bien lo que le provocaron algunas de las experiencias que allí sintió y vivió. Como la de dar una clase de danza en una “granja”. ¿Dónde? “En una cárcel para mareros menores de edad”, responde: “Es muy difícil ponerle palabras a una experiencia sobrecogedora como esa. Nuestra visita suponía una de las pocas veces que los chicos salían al patio. Lo tomaban de manera receptiva, pero a la vez con temor. Era contradictorio, pero al final todo sucedía”.
Es uno de los muchos episodios que Arcas se trajo a España de aquellos viajes en los que contó con dos cicerones de excepción como la actriz y directora Egly Larreynaga y la también actriz Alicia Chong, ambas salvadoreñas y, ahora, protagonistas de Todas las santas, que se estrena en el Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz (jueves y viernes en la Central Lechera).
Larreynaga y Chong se ponen al frente de la obra porque, como explica Arcas, “son el motor”, son las conocedoras de los dos secretos sobre los que pivota la función: el que guardaba la madre de la primera sobre su pasado como guerrillera y madre en las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) de El Salvador; y el que Chong cuenta, también por primera vez, sobre un embarazo no deseado durante la adolescencia en un país en el que el aborto es considerado delito por homicidio en primer grado. “Cada una tenía una gran historia que contar y me pidieron que les ayudase. Había una obra en esas historias y son ellas las que me han inspirado”, cuenta la aquí responsable de dirección, dramaturgia, espacio y vestuario.
Fue la excusa que encontró Luz Arcas para regresar a un teatro que tenía olvidado desde hace más de una década y que ahora ha tenido que “recuperar herramientas que tenía olvidadas”, afirma. Todas las santas (que pisará el Teatro de la Abadía, Madrid, en marzo) saca a la artista andaluza de los focos de los grandes escenarios para bajarla al barro, al “teatro de guerrilla” que ha aprendido de sus nuevas compañeras: “Están muy comprometidas con su realidad y Egly, en particular, ha heredado de su madre el estar en primera línea y su manera de hacer teatro tiene mucho que decirnos en Europa”.
−¿Qué aprendió de ellas?
−Me puedo equivocar, pero he visto la especie de cinismo con la que vivimos aquí. Parece que estamos decepcionados de nuestra propia historia, arrasados por el movimiento de las masas y creemos que podemos transformar a las personas en un cara a cara.
Se apunta de esta manera Arcas a un quehacer mucho más cercano, a las maneras que Larreynaga y Chong desarrollan en el Teatro del Azoro y La Cachada Teatro. “Lo que veremos en esta pieza son sus vidas. Una auténtica revolución política, personal y escénica. Un impulso que lleva a luchar por un cambio radical y violento, porque no se puede hablar de El Salvador sin violencia y ellas están hartas de su propia historia”. Y ahí es donde entra el arte para realizar una suerte de exorcismo, “la obra entera lo es”, apunta la directora: “Siempre han trabajado desde la ficción, así que es la primera vez que hablan de ellas mismas, pero son muy fuertes y vitales. Mucho más que nosotros con nuestras depresiones y tristezas metafísicas”, cuenta quien, “como andaluza”, se siente muy identificada con las dos intérpretes: “Veo muchas más conexiones con estas historias de El Salvador que con Berlín o Bélgica, que era donde mis maestros nos hacían mirar”.
Arcas apuesta así por santificar lo cotidiano, “lo que aparentemente no está arriba”; y en contraposición al “cristianismo y capitalismo”, dice, “que están en una continua genuflexión ante la vertical y se olvidan de lo que está más cerca, de la propia vida”, cierra la creadora de una función sobre el relato que un país le impone a cada cuerpo, y las estrategias que inventan los cuerpos para sobrevivir y no dejarse aplastar ese discurso.
- Dónde: Central Lechera, Cádiz. Cuándo: 20 y 21 de octubre. Cuánto: 8 euros.