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De la impostura de las “fake news” a una carrera de baile truncada por la enfermedad

El Festival Iberoamericano de Teatro de la capital gaditana afronta su segundo fin de semana con las propuestas de Marina Otero, Mariana Hausdorf, Exlímite, Luz Arcas...
FIT DE Cádiz

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Mucho ha cambiado la vida en Cádiz en un año. O, por lo menos, sus horarios. Si la pasada edición del FIT (Festival Iberoamericano de Teatro) fue uno de tantos milagros culturales en mitad del oleaje pandémico (el primer mérito estaba simplemente en arrancar), la cita de este año se presenta mucho más disfrutona. Ya no hace falta salir a la carrera del Falla porque, esta vez, nadie va a echar el cierre a la calle, pues el toque de queda no daba margen para más: salida del teatro a las diez y poco de la noche, cenar lo primero que se viera abierto (y rápido), a las 22:30 bajada de la persiana de los locales, al hotel/casa antes de las once y hasta el día siguiente.
Este año no. Este año hay tiempo para la tranquilidad y para la charla/crítica posterior e “in situ”. Y hay ganas de eso. De recuperar la calma y volver a llenar los espacios de alrededor del Gran Teatro Falla a última hora, pero también durante el resto del día en la otra decena de espacios que se reparten por toda la ciudad.
Tras un primer fin de semana en el que ya se dejaron ver Mónica Calle, Gabriel Calderón, Eduardo Guerrero y Marianella Morena (que visita estos días La Abadía madrileña con la misma pieza, “Fuenteovejuna”), los próximos días traerán a os escenarios gaditanos nuevos nombres que se debaten entre las dos líneas principales del festival: “Encontraréis muchas temáticas, pero hay coincidencias o reincidencias sintomáticas. Hay, al menos, dos hilos de cometa que sobrevuelan: las cuestiones de género, el empoderamiento femenino, las luchas y contribuciones de los movimientos feministas; y la tensión norte-sur, la otredad, la desigualdad y los fenómenos migratorios”, firma la bicefalia directiva de la muestra, Isla Aguilar y Miguel Oyarzun.
Dos ramas que, continúan, “integran diversas posturas críticas ante la herencia y persistencia de la cultura patriarcal, eurocentrista y colonialista. Creemos que no se trata de volver a construir discursos hegemónicos, sino de abrir espacios de escucha a la diversidad. En este caso, a la diversidad de los bagajes, de las propuestas estéticas y de los posicionamientos ideológicos que las artistas y los artistas nos ofrecen, y a la diversidad de modos en que el arte puede interactuar con la sociedad y repercutir en ella”.
Con ese espíritu, Aguilar y Oyarzun, han convocado la 36ª edición de una muestra que une juventud y veteranía de un lado y otro del Atlántico. Entre las propuestas que dan el salto al charco este fin de semana, destaca el trabajo de Mariana Hausdorf (Puerto Varas, Chile, 1986), “Impostoras” (viernes 22 en la Sala Central Lechera). Un proyecto surgido directamente de la lectura de “El impostor”, de Javier Cercas. Aunque la chilena no se detuvo en la figura del protagonista, Enric Marco, un nonagenario barcelonés que se hizo pasar por superviviente de los campos nazis y que fue desenmascarado en mayo de 2005, sino que sus páginas la llevaron hasta otra española: una supuesta sobreviviente del atentado a las Torres Gemelas. Y, de ahí, a una polaca que trabajaba como doble de la canciller Angela Merkel. Y, de ahí, a otra mujer, esta vez una estadounidense activista por los derechos de la población afrodescendiente.
Ese es el trío protagonista de esta historia ganadora ganadora del X Festival de Teatro Joven de Las Condes (Santiago de Chile) de 2020 que llega a Cádiz para adentrarse en el mundo de la posverdad y de las “fake news”. “Me interesaba la idea de construir una realidad sobre la mentira”, explica la creadora. “Hasta dónde el relato no se construye de pura verdad. Lo vemos actualmente y la verdad ya no parece que sea algo que se discuta. Es fácil sostener una mentira y los discursos de odio lo aprovechan”. Una deriva que para la chilena lleva a la radicalización de los discursos y a la “construcción de verdades y mentiras desde lo privado. Formar un personaje o una realidad que puede ser y no ser”. También en redes sociales, “que son una expresión entre lo que eres, lo que debes ser y lo que quieres ser”.
Bromea Hausdorf con aquello de que “la realidad siempre supera a la ficción”: “Eso es un problema porque con todo lo que tenemos a nuestro alrededor la realidad siempre queda más interesante”. Y es por ello que ha aprovechado para hacer teatro documento y “robar” algunas frases reales de nuestros mandatarios que cuesta creer. “Son tan radicales que parecen mentira. La obra se queda corta”.
Otro de los desembarcos iberoamericanos del FIT es Marina Otero (Buenos Aires, 1984), que estará en el Teatro del Títere de la Tía Norica el domingo 24 con “Fuck me”. Celebra la argentina la vuelta a los escenarios tras el parón. “Es como volver a la vida de golpe. Hemos pasado de la nada al todo”, explica sobre una agenda que la tiene recién llegada de Grenoble. “De la pausa se generó un impulso para salir a todo sin parar”. Y es que, aunque la pieza tenga ya dos años, “es como un estreno porque salió días antes de toda la Covid”.
Otero presenta uno de sus proyectos más especiales. Una obra 100% personal. Un montaje en el que se desdobla en cinco bailarines-“performers” porque, asegura, “yo ya no puedo bailar por un problema que tuve en la columna”. Así, la función se adentra en la pérdida de movilidad y el paso del tiempo. “Intento que sea un intento de sanación, pero no sé si se logrará. Lo que hay que hacer es aceptar la vida tal y como es”.
Explica la bailarina que no tuvo tiempo de analizar la situación con su enfermedad. “Lo único que podía hacer era grabar audios de voz para poder escribir este texto y llevarlo a la ficción. Me atravesaba el dolor físico, pero la ficción era la que me salvaba”. Pero aquello pasó. También la anestesia que le hacía pasar todo el sufrimiento y, “de golpe, estaba otra vez con el público. Y hoy en una gira en la que tampoco entiendo muy bien qué está pasando”.
Así, los cinco “performers” son los diferentes “alter ego” de Otero y los sujetos a través de los que explora las “distintas masculinidades”: “Quería ver la fragilidad y los lugares femeninos dentro del hombre. Esa sensibilidad”. Pero también le interesa ir más allá del físico y hablar de la guapocracia, “de la condena de la belleza”, puntualiza. “Si tenés buen lomo vas primero”, pone en boca de uno de sus bailarines como crítica a todo ese mundo de perfección en el que el valor está en la fachada y donde estar podrido por dentro no resta mientras la belleza esté de tu parte.
Hausdorf y Otero son dos de las propuestas de un FIT que en estos días también acogerá “Los Remedios”, de Exlímite, a Mucha Muchacha, a Luz Arcas, a La Zaranda (con “La batalla de los ausentes”) y a un tipo muy esperado en la capital andaluza, a Andrés Lima, que no pudo dejar mejor sabor de boca el año pasado por estas tierras (como es costumbre con esta obra) con “Shock 1: el Cóndor y el Puma”. Así que el sábado 30 los espectadores de la muestra podrán hacer doblete y ver la primera y la segunda parte (“Shock 2: la tormenta y la guerra”) de esta dupla ganadora.